Pon una gata medicinal en tu vida.

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Si rondas ya una edad que no tenias prevista allá en los años ochenta del siglo pasado, pero que dadas las circunstancias debes sobrellevar de la mejor manera posible. Si estas afectado de esa gran lacra de nuestro tiempo, la enfermedad coronaria micro vascular o arterioesclerosis y si todavía no te la han diagnosticado pero sabes que los precedentes están ahí, agazapados. Si el stress del trabajo, los viajes o los hijos no te dejan un minuto de paz interior para recuperar tu equilibrio. Si todo eso te pasa y no sabes como reaccionar al respecto porque todo tiene difícil solución, te recomiendo que adquieras una gata medicinal.

Las gatas medicinales se pueden encontrar en multitud de centros especializados pero yo os voy a dar una serie de pautas para encontrar la más adecuada para vuestras dolencias. Buscad una gata pequeña, de unas dos semanas, preferiblemente que haya sido rechazada por su madre y este necesitada de cuidados y cariños. Si puede ser, debe pertenecer a la raza común europea aunque otras razas también son compatibles. En el mejor de los casos, debe estar aquejada de parásitos para que desde el primer momento entréis en contacto con ese gran profesional de la salud animal, «El veterinario».

En mi caso, mi gata medicinal me llego sin esperarla como un regalo caído del cielo. Como un meteorito del mesozoico tal vez. Dada la corta edad del animal, deberéis cuidarlo como si de un bebe de raza humana se tratara. Con lo que deberéis dotaros de biberones, esterilizadores y demás parafernalia para darlo de comer cada 3 horas mas o menos, en un ritmo constante y inmutable de maullidos y biberones. Es entonces, cuando le deis de comer, cuando el gato ejerce su poder medicinal. Entre maullidos y ronroneos, el gato os recorrerá como si fueseis un territorio inexplorado y atraído por vuestro calor corporal y vuestro rol de madre, os obsequiara con su atención, su presencia y siguiendo las costumbres gatunas, os adoptará como sus animales de compañía. Son esos ronrones, ese sonido sincopado, esa vibración cósmica que tal vez algún dia grabe y patente, lo que acaba con vuestros problemas de salud.

Todo este proceso, deberéis aderezarlo como en nuestro caso, en conseguir que el animal defecara. Con regulares visitas a «El Veterinario» donde mediante técnicas de tortura innombrables se conseguía exprimir a la gata como un limón y provocarle un transito intestinal bajo mínimos. Con el tiempo, los parásitos serán contenidos y solo deberéis preocuparos de los que hayan traspasado la barrera entre especies y aniden en vuestro interior. Pero todo queda compensado cuando acudís a vuestra revisión anual y os dicen que vuestra presión está en 13,7 y es perfectamente normal.

Después de una semana y media, vuestra vida ya no será la misma y viendo los innumerables beneficios, solo podréis pensar en como podíais haber vivido sin gato tanto tiempo. Vuestra gata se paseará diminuta y graciosamente por la alfombra y la bendecirá con sus fluidos corporales. Os seguirá todo el día y os impedirá realizar cualquier otra tarea, reclamándoos vuestra atención y cariño constante. Ese profesional, «El Veterinario» será uno más de la familia. Y mientras tanto, entre biberones, termómetros, medicinas, cajas de arena y camas para gatos se os irá un pequeño presupuesto que os hará disfrutar más aun si cabe. Y si a todo esto,  le añadís que sois alérgicos a los gatos, ¿que mas se puede pedir?

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