Mis ejercitos estan preparados. Mas de 1200 espadas, 800 hoplitas y otros cientos de tropas contemplan las murallas de la ciudad enemiga. Han venido de muy lejos para librar esta batalla. Algunos, son los restos de los ejercitos que ya se estamparon en estas tierras semanas atras. Ahora, reforzados con las tropas de mi aliado, esperamos destrozar a cualquier enemigo que nos encontremos tras esas murallas al nivel 23. El ataque tendrá lugar en la hora mas intempestiva, cuando el factor sorpresa nos sea mas beneficioso. Bloquearemos su puerto para que la ayuda por mar no pueda llegar a la ciudad sitiada. No habra piedad para nuestro rival. Nuestra alianza nos reclama. Vencer o morir.
No entiendo como puedo llevar ya casi un año colgado de este juego de estrategia. Al principio solo esperaba sobrevir un dia mas sin ser atacado por la super alianza vecina. Durante meses, crecí poco a poco y me dediqué a aprender. Era un jugador solitario que se dedicaba a organizar sus ciudades y a nutrir sus ejercitos. Despues de eones jugando a hacer casitas me di cuenta de mi fuerza. Empecé a atacar y atacar. Y crecí.
Cuando me habia saciado de oro y recursos en mil batallas, me harté de estar solo y decidí entrar en una alianza. Y un nuevo universo de aliados y enemigos se desplegó ante mis ojos. Estrategias de ataque, las mejores tropas, los mejores jugadores, los aliados mas aguerridos.Todo eso pude encontrar y mas.
Alguien te llama loko, otro dice chevere, todos los acentos estan allí.La busqueda de recursos es voraz pero siempre encuentras ayuda y soporte si a tu vez aportas algo. Se comercia, se guerrea, se planea y se ataca. Hay muchas alianzas pero la mia es la mejor. La unica diferencia son los jugadores que la componen.
Un mes en el ikariam es como una era. Los imperios se suceden, las alianzas suben y se desmoronan, los aliados y los enemigos vienen y se van pero al fin, solo unos pocos permanecemos.