
«Cuando comparamos el tamaño relativo del cerebro, o los niveles de auto-conciencia y sociabilidad, los cetáceos se pueden considerar como «personas», según la definición filosófica del término», dice Hal Whitehead, que estudia los cachalotes en la Universidad de Dalhousie en Halifax.
Cuando Richard Connor de la Universidad de Massachusetts en Darmouth empezó a estudiar a los delfines de nariz de botella, descubrió cosas que nunca podía haber imaginado. «Tienen una vida social increíblemente compleja controlada por las emociones y sentimientos muy similares a los nuestros».»Los delfines se miman y se acarician mucho entre sí, y se frotan uno contra otro suavemente».»Resulta fácil distinguir cuando se han enfadado», dice. «Tienen unas cuantas vocalizaciones diferentes para expresar su disgusto».
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El cerebro de los cetáceos ha estado evolucionando durante millones de años hasta alcanzar sus propios ritmos de navegación. «Parece como un gigantesco órgano procesador de información general», explica Mann.
Con un peso aproximado de ocho kilos en comparación con el 1,4 que pesa el nuestro, el cerebro del cachalote es el mayor de los cerebros animales. Es más, la proporción de su tamaño con la masa corporal en el cachalote y otras ballenas y delfines dentados, solo la superamos nosotros.
Los delfines han aprobado la prestigiosa prueba de auto-reconocimiento en el espejo, que denota la posesión de vida interior. Cuando se les pone frente a un espejo, comprueban los dientes y partes del cuerpo que normalmente no pueden ver, como su esfinter anal.
Nosotros los humanos somos una especie más del planeta, con unas capacidades superiores que nos han llevado a ser la especie dominante en el planeta Tierra. Esto debería convertirnos en conservacionistas y protectores de las demás especies, sobretodo de las más cercanas a nosotros, caso de los cetáceos o de los primates.




 
 

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