Los Beatles estaban bloqueados. Durante una sesión de grabación de 1968, no les sale una introducción para Obladi, Oblada, un tema escrito por Paul McCartney. A John Lennon no le gustaba mucho la canción y salió echando chispas del estudio. Cuando regresó, avanzó hacia el piano, martilleó unos cuantos acordes y añadió con petulancia: «¡Aquí tenéis vuestra introducción!».
«Todos los ojos se clavaron en Paul, esperando su rechazo, tal vez un exabrupto», según cuenta un nuevo libro, Come together: the business wisdom of The Beatles (Vamos juntos: la sabiduría comercial de los Beatles). McCartney disipó la tensión diciendo: «Vaya, no esta mal». Los acordes de Lennon, aporreados en un ataque de rabia, constituyen la famosisima apertura de la canción. «El desacuerdo de fondo sobre si la canción era buena en términos generales no desapareció» , concluye el libro, «pero la solución del conflicto ayudó a la obra fortaleciendola en lugar de destruirla».
Que el desacuerdo puede dar lugar a la unión es solo una de las 100 lecciones que el libro destripa de la historia del famoso cuarteto. Sus autores Richard Courtney y George Cassidy, reconocen que gira en torno a una idea efectista: tratar los éxitos y fracasos de los Beatles como una especie de piedra Rosetta para empresarios.
Cuando los Beatles empezaban su único medio de transporte era una camioneta a la que le faltaba el parabrisas. Eso suponía que, en pleno invierno, los miembros de la banda que no conducían se apretujaran entre ellos para calentarse, escriben los autores, y añaden: «Aunque la congelación no sea lo más recomendable, eviten depender demasiado de la deuda para financiar sus operaciones diarias o su crecimiento».
La decisión de Lennon y McCartney de compartir siempre los créditos en las canciones enseña otra lección, proponen los autores: no pierdan el tiempo discutiendo por migajas cuando esa energía podría utilizarse mejor para montar una panadería.
Otra historia de los primeros años de los Beatles destaca la importancia de prestar atención a las criticas. Los directivos de Capitol Records, la filial estadounidense de EMI, rechazó Love me do. Los Beatles podrían haberse puesto a discutir los méritos del disco, o simplemente haber renunciado a la conquista de América. En cambio, siguieron grabando nuevas canciones y enviándolas a Capitol durante un año entero. Por fin, en 1964, Capitol lanzó I want to hold your hand, que se convirtió en el primer número uno de los Beatles en Estados Unidos.
«La lección más importante en esta ocasión no es solo la perseverancia, por importante que esta sea», se nos explica en el libro. «La estrategia fue esencial. No se empeñaron en mandar a Capitol el mismo producto que había sido rechazado», sino que George Martin, productor de los Beatles, volvió a ponerse en contacto con el sello solo «cuando tuvo algo nuevo y mejor».
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