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Nada es comparable a Tubular Bells. Me toma unos quince o veinte minutos llegar al trabajo y en ese lapso, suelo escuchar algunas emisoras, como Rock FM o un pavo ingles que ha montado su academia de lengua en la radio, o incluso escucho a los palmeros del Real Madrid de radio marca.

Pero hace poco, revolviendo entre viejos cd’s apareció una vieja copia de Tubular Bells, de Mike Oldfield. Entonces me atrapo una pulsión que me llevo a comparar cualquier programación que emitiesen las emisoras con la obra maestra producida en el 73.

¿Era mejor Tubular Bells que los refritos repetidos y los malos chistes de Rock FM? sin duda lo era. Entonces decidía escuchar durante el resto del trayecto a Mike Oldfield.  Al dia siguiente, de nuevo me asaltaba la cuestión. ¿Era mejor Tubular Bells que el Baugam y sus lecciones de ingles para ejecutivos despistados? Claramente, las campanas salían vencedoras y su música inundaba ese dia también mi trayecto.

Esto se convirtió en una costumbre y seguí comparando a Tubular Bells, con todas las emisoras del dial, y siempre acababa escogíendo esta música celestial. Desde hace semanas solo escucho ese CD. De hecho a veces repito sin cesar la canción numero 7, la del maestro de ceremonias. Y navego por las calles de pueblo nuevo abducido y transportado, oyendo las campanas a todo volumen.

Ahora, ando ensimismado. Ya lo comparo con todo lo que me rodea. ¿Es ese individuo, ese ser que emite sonidos y camina, y que ahora me habla, mejor que Tubular Bells? ¿Es esta comida que me alimenta, mejor que Tubular Bells? ¿Es esta rutina tal vez, mejor que Tubular Bells?… Nada es comparable a Tubular Bells. Andad con cuidado, no os quedéis atrapados también en este loop infernal. Un sonido de campanas inunda mis sentidos…