Ocupar un puesto de responsabilidad, ser un jefe o mandar un grupo de personas, no otorga la categoría de líder. Solo es transmitir órdenes y aunque mandar es una parte del liderazgo no es suficiente para ser un verdadero líder.
El liderazgo no es una técnica, ni se aprende haciendo un master, es tener la capacidad de motivar, entusiasmar, comprometer a un equipo de personas, y conseguir que colaboren entre ellas.
Un líder tiene empatía, implicación, inteligencia emocional, habilidad para extraer lo mejor de los demás, debe también tener la capacidad de innovar, romper hábitos, generar cambios, escuchar, valorar e integrar, si cabe, las ideas de su equipo.
Cuando analizamos cual de los gobernantes actuales, podría tener estas cualidades, seguramente todos pensamos en Obama – pobre hombre lo que debe pesar sentirse la esperanza de tanta gente – es sintomático que no se nos ocurra ningún nombre más y llegar a la conclusión que nuestros gobernantes son solamente jefes.
Si contemplamos nuestra vida laboral, me parece que bien pocos tienen la fortuna de poder decir que sus jefes eran o son algo más que receptores/repartidores de instrucciones.
Sobre las relaciones laborales, una buena amiga, me ha ilustrado con el siguiente teorema que refleja fielmente la gran mayoría de ambientes de trabajo.
TEOREMA DEL EMPLEADO «QUEMADO»
1.- En un equipo de trabajo, cada individuo tiende a trabajar tanto como el que menos trabaja de todo el grupo.
2.- Si el que menos trabaja de todo el grupo es el jefe, este proceso se verá notablemente acelerado
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