Cuando hace varias décadas los científicos de la NASA buscaban un alimento ideal para las misiones espaciales tripuladas de larga duración, descubrieron una planta andina llamada quinua. Dicha planta presenta un equilibrio excepcional de proteínas y aminoácidos y, según dicen, prácticamente no tiene rival en el reino vegetal o animal por el sustento que aportan sus nutrientes.
Pero ahora que los consumidores estadounidenses y europeos han descubierto la cosecha perdida de los incas, la demanda de quinua se está disparando. Este incremento ha contribuido a elevar los ingresos de los agricultores de Bolivia, donde ha sido un alimento básico durante siglos. Sin embargo, se ha producido una contrapartida importante: se ha convertido en un alimento inasequible para los bolivianos.
Aunque los precios de la quinua se han triplicado durante los últimos cinco años, el consumo en Bolivia de este producto de primera necesidad cayó un 34% en ese mismo periodo, según el Ministerio de Agricultura. Esto ha sembrado el miedo a la desnutrición en uno de los países más pobres del hemisferio.
La quinua o quinoa (chenopodium quinoa) esta relacionada con especies como la remolacha y la espinaca. Sus semillas tienen un ligero sabor a nueces y cuando se cocinan son casi translucidas.
El reciente interés de los mercados extranjeros ha alterado la vida en el sur de Bolivia donde se produce buena parte de la quinua del país. Antes de que la quinua alcanzara los precios actuales, la gente iba a Argentina y Chile a trabajar, ahora, el aumento de precios ha animado a estos habitantes de las ciudades a regresar a sus terrenos en el campo durante las temporadas de siembra y cosecha.
No obstante, varios estudios demuestran que la desnutrición infantil crónica ha aumentado en las zonas donde se cultiva la quinua. Actualmente una bolsa de 1 kg de quinua cuesta 4,95 dolares, en comparación con un dolar por bolsa de arroz blanco.
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