Viajando por Asia, he observado gran cantidad de parejas formadas por Hombre occidental y Mujer asiática. Me refiero a parejas estables, parejas de edad madura y de familias con niños. No hablo de uniones temporales de intercambio de favores, de estas también las hay.
Quien haya estado en algún país asiático, se habrá dado cuenta del atractivo que tienen la mayoría de sus mujeres, puede ser por la cosa del exotismo, por la novedad o porque generalmente son hermosas, elegantes y afables.
También podrían influir otras razones, el escritor francés, Michel Houllebecq, en su magnifica novela «Plataforma», escribe lo siguiente:
«Parece existir un perfecto entendimiento entre los hombres occidentales, a quienes no se aprecia ni respeta en sus propios países, y las mujeres tailandesas, que se sienten felices si encuentran a alguien que, simplemente, haga su trabajo y luego espere llegar a casa y disfrutar de una agradable vida familiar.
La mayoría de las mujeres occidentales no quieren tener un marido tan aburrido.
Las mujeres occidentales buscan a alguien con un aspecto determinado y ciertas «habilidades sociales», como bailar y mantener conversaciones inteligentes; alguien interesante, excitante, divertido y seductor.
En cambio las mujeres tailandesas dicen que serian felices sentando la cabeza para siempre con un hombre que sea capaz de conservar un trabajo estable, un marido y padre, tierno y compresivo.»
De acuerdo con lo que Houllebeecq nos dice, podemos pensar que:
Tal vez las mujeres occidentales piden cosas a sus parejas que ellas no dan.
Tal vez esperamos demasiado de los otros.
Tal vez deberíamos encontrar nosotros solos, eso que buscamos.
Tal vez así no pediríamos a nuestras parejas lo que ya tenemos.
Entonces, si consiguiéramos estar bien con nosotros mismos -como dicen las matemáticas- al unirse dos positivos, el resultado solo podría ser positivo.
Así, de esta forma, tal vez, no tendremos que ir de viaje a Tailandia.