Una comida familiar en la que además de la pareja anfitriona asisten sus dos hijos universitarios y algunos amigos, todos parecen disfrutar del momento, excepto uno de los amigos que con la mirada baja escribe furtivamente mensajes de texto. «Anarquía mensajística» , lo llama Cindy Post Senning, la bisnieta de la experta en etiqueta Emily Post. “La gente envía mensajes de texto en todas partes”, dice.
Enviar mensajes de texto mientras se come se ha convertido en un tema importante entre las familias que acuden a terapia. Dice Evan Imber-Black, terapeuta familiar, que son los hombres los menos capaces de sentarse en la mesa durante media hora sin pulsar las teclas de su móvil.
Peter Fraenkel, director del Centro de Empleo y Familia del Instiuto Ackerman de Manhattan, comenta que trató recientemente a un agente de la propiedad inmobiliaria y a su mujer que era encargada de selección de personal. Ella quería dos horas cada noche sin BlackBerry, incluida la cena. Fraenkel hizo anotar al marido durante dos semanas las llamadas y los correos electrónicos que recibía. Cuando tuvo que responder a la pregunta de cuales de ellos tenían que ser atendidos inmediatamente para no perder un negocio, el marido llego a la conclusión de que nada era urgente y fue capaz de tener dos horas libres de BlackBerry.
En cuanto a los adolescentes y los SMS, comenta Danah Boyd, investigadora de Microsoft que estudia la manera que la gente joven usa la tecnología, simplemente están haciendo lo que siempre han hecho: pasar el rato con sus amigos. El móvil hace posible llevar tu círculo social a tu mesa de comedor. “No necesitas desconectar”, dice.
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