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En febrero de este año se combinó un día de epatante sol con una tormenta en ciernes. Una premonición de lluvia que no cuajó. Un atisbo de lo que se nos venia encima allí, en el horizonte y que presagiaba humedades que luego cayeron en las semanas posteriores, en Marzo.
Una formación nubosa cargada de negros nubarrones oscurecieron el cielo y nos dejaron su señal de atención. Nada es inmutable.
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