Al filo de la medianoche subiendo por Pau Claris antes de llegar al metro de Urquinaona, me encontré con una persona durmiendo en la calle, una situación muy común que no habría llamado mi atención de no ser por la extraña postura en la que dormía el perro que lo acompañaba, el animal parecía estar descoyuntado pero dormía plácidamente, como un bendito, ajeno a todos los que como yo se paraban a mirarlo.
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