La última semana la pasamos en Sal, la isla más turística de todas, su capital es Santa Maria, estando concentrada en ella la oferta hotelera, variada y abundante, se puede dormir dentro del pueblo o en las afueras. Estar en las afueras no representa problema pues los taxis son, a cualquier hora del día o de la noche, numerosos y muy baratos. Además el ambiente de la isla es muy tranquilo.
Sus playas son amplias, bonitas y limpias, si te alejas de los hoteles, puedes gozar de la soledad, interrumpida ocasionalmente por algún paseante.
Es interesante la visita a las antiguas salinas de Pedra de Lume donde podemos gozar de un baño terapéutico en sus pozas de sal.
Para recorrer la isla alquilamos un coche y en el pueblo de Palmeira descubrimos el “Restaurante Bar Lagosta”, donde fuimos amablemente recibidos por su propietario el Sr. Edgar, un colombiano que se compró un barco, llegó a estas islas y cambió el barco por este restaurante. La comida y el trato fueron tan excelentes que repetimos al día siguiente para disfrutar con unas langostas que Edgar encargó para nosotros directamente a los pescadores.
Es un viaje relativamente cercano, muy recomendable si buscas playa y descanso, que permite diseñar la estancia a tú gusto y que sin provocar la excitación de los viajes al continente africano te da un punto de exotismo que no encuentras en Europa o en algún otro destino similar de sol y playa.