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Esa semana venia de Perm. A dos horas de vuelo al este de Moscú. Había ido por trabajo, pero no podía irme sin gozar de la experiencia Rusa completa. El vodka forma parte importante de su cultura y a menos 20º centígrados, ni te enteras del numero de chupitos que llevas. Pero no lo toman solo. Lo acompañan con un pescado marinado que le da cien vueltas al mejor sushi. Por eso se puede decir que esta gente controla bastante. Si se equivocan a esta temperatura, no hay solución.
Llegue al aeropuerto moscovita durmiendo unas cuatro horas en total y sin ninguna resaca. El alcohol se evaporó en los cinco minutos de vuelta al hotel. Tenia una misión que cumplir relacionada con unas matrioskas. Al final lo consegui y pude volver satisfecho de mi viaje. Y de regalo unas fotillos preciosas con la Sony RX100-IV. Un lujazo de cámara que me acompaña a todas partes. Modo automático. Aunque hace de todo, los controles me aburren y no son comparables a los de la Ricoh GR… Nadie es perfecto. La subo a toda la resolución de 5472 x 3648 pixels. Si os la bajáis, hacedle un zoom y leeros las lejanas matriculas. Flipante.
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