La milenaria cultura hindú, practica diversos remedios, desconocidos en la cultura occidental, para aliviar las dolencias de nuestro cuerpo, la mayoría de estos métodos casi nunca se aplican directamente en la zona afectada.
La nariz tiene un lado derecho y un lado izquierdo; usamos ambos para inspirar y espirar, pero casi nunca simultáneamente, sino que se alternan. Ambos son diferentes: el derecho representa al Sol (el calor), y el izquierdo a la Luna (el frío).
Durante un dolor de cabeza, pruebe a cerrar la fosa nasal derecha y utilice sólo la izquierda para respirar: pasados unos cinco minutos, el dolor de cabeza debe desaparecer.
Si se siente cansado, haga lo contrario: cierre la fosa nasal izquierda y respire por la derecha. En breve, su mente se sentirá aliviada.
Preste atención: en el momento de despertar, ¿de qué lado respira mejor, del lado derecho o del lado izquierdo?
Si es por la izquierda, se sentirá cansado. Cierre esa fosa nasal y utilice sólo la derecha para respirar: se sentirá energizado rápidamente.
Esta terapia natural, sin medicamentos, sencilla y efectiva, al alcance de todos, puede ayudarnos, tan solo hemos abrir nuestra mente y olvidar prejuicios basados en el miedo a lo desconocido.
La incidencia del cáncer de tiroides es de 3 a 4 veces mayor en mujeres. En los últimos años la tasa ha aumentado en comparación con otros cánceres.
Es más común en personas con historia de exposición de la glándula tiroides a la radiación, con una historia familiar de cáncer de tiroides y en personas mayores de 40 años. Sin embargo, en la mayoría de los pacientes no se conoce la razón específica por la cual se desarrolla.
En relación al riesgo de radiación, se piensa que podría ser consecuencia de las radiografías dentales y las mamografías.
Debemos saber que en el delantal que los radiólogos dentales ponen en el pecho, hay una pequeña pestaña que puede ser levantada y se adosa al cuello, tapando la glándula tiroides. Normalmente los dentistas no lo utilizan.
En el caso de las mamografias, también existe un «guardatiroides» que debe solicitarse antes de la prueba, ya que, por desidia o por rutina, los técnicos no lo facilitan si no se solicita.
Esta sencilla precaución protegiendo el cuello en las pruebas radiológicas puede evitar el desarrollo de un cáncer de tiroides.
Hace unos años, a la edad de 78 años, un cirujano vascular operó en California a una mujer que luego desarrolló una embolia pulmonar. El cirujano no respondió a las llamadas urgentes de las enfermeras y la mujer murió.
Incluso después de que el hospital denunciara al médico ante el Consejo Médico de California, siguió realizando operaciones durante cuatro años hasta que el Consejo le mandó a la Universidad de California en San Diego para que evaluaran su competencia. «Hicimos un examen neurofisiológico y fue muy anormal», afirma William Norcross, el director del programa de evaluación de médicos de la Universidad, que no reveló la identidad del cirujano. «Este cirujano sufría anormalidades espacio-visuales, no podía realizar correctamente movimientos motores, no podía retener información y su coeficiente intelectual verbal era mucho más bajo del esperado». Sin embargo, «nadie sabía que tenía un déficit cognitivo y él no pensaba que tuviera un problema», agrega Norcross. Pidieron al cirujano que entregara su licencia médica.
Un tercio de los médicos estadounidenses tiene más de 65 años y se espera que esa proporción aumente, ya que muchos de ellos sufren unas crecientes presiones financieras que les hacen ser reacios a la jubilación.
Los médicos de todos los países no son inmunes a la demencia, a la enfermedad de Parkinson, a los derrames cerebrales y a otras enfermedades relacionadas con el envejecimiento. Los expertos avisan de que existen muy pocas garantías que protejan a los pacientes frente a los que ya no deberían ejercer la Medicina.
En 2006, un estudio descubrió que, en las operaciones complicadas, los indices de mortalidad de los pacientes eran más elevados cuando el cirujano tenía 60 o más años, aunque no había diferencias entre los médicos más jóvenes y los más mayores en las operaciones rutinarias.
«La profesión médica nunca ha tenido realmente una manera organizada de medir la competencia de un médico», señala Diane Pinakiewicz, presidenta de la fundación sin animo de lucro National Patient Safety, con sede en Boston. «Necesitamos evaluar sistemática y exhaustivamente a los médicos de alguna forma periódica».
Algunos expertos piden que se les hagan revisiones cognitivas y físicas de forma regular a los médicos una vez que alcancen los 65 o los 70 años, y un pequeño grupo de hospitales ha establecido revisiones para los médicos mayores. Algunos consejos de especialidades ya exigen que los médicos renueven su certificación después de un periodo que oscila entre 7 y 10 años y han endurecido los requisitos para volver a dar la certificación. Pero dichas políticas han encontrado oposición.
«No creo que una disminución de la competencia atribuible únicamente a la edad sea un factor importante en el bajo rendimiento de la mayoría de los médicos que peor rinden», indica Henry Homburger, un profesor de 64 años del laboratorio médico de la Clínica Mayo de Minnesota. «Las enfermedades mentales como la depresión, el abuso de sustancias y no mantener la competencia mediante una formación continuada pesan mucho más que la edad como causas del bajo rendimiento, en mi opinión».
Puede que los médicos con una leve discapacidad cognitiva no sean conscientes de que tengan un problema o de que su rendimiento este decayendo. Se supone que los profesionales médicos deben denunciar las prácticas peligrosas y la mala conducta de sus colegas, pero los médicos son reacios a enfrentarse a sus compañeros, especialmente a sus superiores, que les pueden haber formado.
Los médicos encubren a menudo a sus colegas que son cada vez menos diestros, teniendo a otro cirujano en el quirófano o revisando regularmente sus casos.
John Fromson, director asociado de un posgrado de formación médica del Massachusetts General Hospital, cita un caso de otro centro médico de Nueva Inglaterra en el que los médicos notaron unos cambios cognitivos en el director de medicina interna, de 77 años. Era muy respetado y había formado a la mayoría de los médicos del centro, por eso eran reacios a enfrentarse a él. En vez de ello, le dieron una fiesta de jubilación con la esperanza de que captara la indirecta. «Pero no lo hizo», indica Fromson. «Siguió trabajando».
Fromson organizó una intervención en la que cuatro o cinco de los colegas más cercanos del medico le expusieron el tema lo más compasivamente que pudieron. «Reafirmamos nuestra preocupación y, por su propio bien, le pedimos que nos entregara su licencia medica», señala. «Al principio, lloró un poco, pero lo hizo».
Un nutriente de los tomates cocinados es capaz de ralentizar el crecimiento, incluso matar, a las células del cáncer de próstata. Así lo ha demostrado en el laboratorio un equipo de científicos de la University of Portsmouth, en Reino Unido, cuyo trabajo se publica en la especializada ‘British Journal of Nutrition’.
MADRID, 31 (EUROPA PRESS)
En concreto, el grupo liderado por Mridula Chopra ha probado el efecto de un nutriente conocido como licopeno sobre el mecanismo simple a través del que las células del cáncer ‘secuestran’ el suministro de sangre saludable de un organismo con el objetivo de crecer y extenderse.
Descubrieron que el licopeno, la sustancia que le proporciona a tomate su característico color rojo, intercepta la capacidad del cáncer para realizar las conexiones que requiere para atacar al suministro de sangre saludable. Ahora, investigadores de la Facultad de Farmacia y Ciencias Biomédicas de esta universidad están pidiendo test para analizar si esta misma reacción se da en el cuerpo humano.
Según ha precisado Chopra, líder del estudio, «se ha demostrado que esta reacción química simple se produce con concentraciones de licopeno que pueden conseguirse fácilmente comiendo tomate preparado».
El licopeno está presente en todas las frutas rojas y verduras, pero sus mayores concentraciones se dan en los tomates y se muestra más fácilmente disponible y biológicamente activo cuando procede de tomate preparado, añadiéndole una pequeña cantidad de aceite para cocinar.
«Quiero recalcar que nuestros tests se realizaron en tubos de ensayo de un laboratorio y que serán necesarias más pruebas para confirmar estos descubrimientos», apunta.
Sin embargo, puntualiza, «las evidencias de laboratorio que hemos encontrado son claras: es posible interceptar el mecanismo simple que algunas células cancerígenas utilizan para crecer a concentraciones que pueden alcanzarse consumiendo suficiente tomate cocinado», dice.
Esta investigación ha recibido fondos de la empresa Heinz, que pidió que los científicos siguieran adelante con anteriores estudios que mostraban un significativo incremento de los niveles de licopeno en muestras de sangre y semen en sujetos que consumieron 400 gramos de tomate preparado durante dos semanas.
Las células cancerígenas pueden permanecer inactivas durante años hasta que su crecimiento se activa a través de la secreción de químicos que inician el proceso de vinculación de las células cancerígenas con las endoteliales (células sanas guardianas que cubren los vasos sanguíneos), permitiendo a las células del cáncer alcanzar y atacar al suministro sanguíneo.
Todas las células cancerígenas utilizan un mecanismo similar (la angiogénesis) para ‘alimentarse’ de un suministro sanguíneo sano, pero los investigadores han subrayado la importancia de este mecanismo para el cáncer de próstata, porque el licopeno tiende a acumularse en los tejidos de próstata.
«Lo importante es que suficiente licopeno llegue donde debe. Sabemos que, en el caso de los tejidos de próstata, lo consigue», apunta, añadiendo que su equipo «ha probado esto en el laboratorio, pero que no sabe todavía si se producirá la misma acción en el organismo».
El ictus o infarto cerebral es una enfermedad muy frecuente. Es la segunda causa de muerte en hombres y la primera en mujeres. Suele darse a partir de los 50 años y en más de la mitad de los casos supone la muerte o una minusvalía. Por ello, es importante una detección a tiempo que evitará muchas complicaciones si se aplica un tratamiento precoz. La tardanza en aplicar el tratamiento empeora el pronóstico.
Si observamos que alguien cercano a nosotros presenta de forma repentina los siguientes signos, podemos someterle a tres sencillas pruebas:
– Asimetría facial. Si pedimos a la persona que nos sonría y sólo es capaz de elevar el labio de un lado y no el otro.
– Deriva del brazo: Si pedimos a la persona que levante los brazos y uno queda más levantado que el otro o directamente hay un brazo que no es capaz de levantar.
– Alteración en el habla: Al sugerirle a la persona que nos diga una sencilla frase, no es capaz de hacerlo o lo hace utilizando palabras equivocadas o sin coherencia.
Estos signos indican lesiones cerebrales que provocan parálisis o parálisis parciales motoras (como en el caso de la asimetría facial y la deriva del brazo) y de lesiones en las zonas del lenguaje (en la alteración del habla).
Si alguno de estos signos es positivo, acudan rápido al hospital más cercano. Tal vez sea una falsa alarma pero será un mal menor comparado con lo que sucederá de no hacer nada.
Cuando hace varias décadas los científicos de la NASA buscaban un alimento ideal para las misiones espaciales tripuladas de larga duración, descubrieron una planta andina llamada quinua. Dicha planta presenta un equilibrio excepcional de proteínas y aminoácidos y, según dicen, prácticamente no tiene rival en el reino vegetal o animal por el sustento que aportan sus nutrientes.
Pero ahora que los consumidores estadounidenses y europeos han descubierto la cosecha perdida de los incas, la demanda de quinua se está disparando. Este incremento ha contribuido a elevar los ingresos de los agricultores de Bolivia, donde ha sido un alimento básico durante siglos. Sin embargo, se ha producido una contrapartida importante: se ha convertido en un alimento inasequible para los bolivianos.
Aunque los precios de la quinua se han triplicado durante los últimos cinco años, el consumo en Bolivia de este producto de primera necesidad cayó un 34% en ese mismo periodo, según el Ministerio de Agricultura. Esto ha sembrado el miedo a la desnutrición en uno de los países más pobres del hemisferio.
La quinua o quinoa (chenopodium quinoa) esta relacionada con especies como la remolacha y la espinaca. Sus semillas tienen un ligero sabor a nueces y cuando se cocinan son casi translucidas.
El reciente interés de los mercados extranjeros ha alterado la vida en el sur de Bolivia donde se produce buena parte de la quinua del país. Antes de que la quinua alcanzara los precios actuales, la gente iba a Argentina y Chile a trabajar, ahora, el aumento de precios ha animado a estos habitantes de las ciudades a regresar a sus terrenos en el campo durante las temporadas de siembra y cosecha.
No obstante, varios estudios demuestran que la desnutrición infantil crónica ha aumentado en las zonas donde se cultiva la quinua. Actualmente una bolsa de 1 kg de quinua cuesta 4,95 dolares, en comparación con un dolar por bolsa de arroz blanco.