En un país lleno de paisajes espectaculares, rodeado de brumosas montañas y escarpados picos, el Valle de Cocora se lleva la palma y nunca mejor dicho. Nos rodean por todas partes las palmas de cera del Quindío (Ceroxilon quindiuense) , llamadas así porque su tronco cilíndrico y liso esta cubierto de cera para protegerse de insectos y hongos. En buenas condiciones de crecimiento alcanza alturas de hasta de 70 metros, y es la más alta del mundo.
Es una palmera de imponente belleza, extraordinaria fortaleza y gran longevidad. Es una palma nativa de los valles altos andinos del Parque Nacional Natural Los Nevados, en los departamentos de Quindío, Risaralda y Tolima, al noroeste de Colombia.
La palma de cera fue escogida como árbol Nacional de Colombia por la comisión preparatoria del III Congreso Suramericano De Botánica, celebrado en Bogotá en 1949. Fue adoptado oficialmente como símbolo patrio por la ley 61 de 1985.
Durante la mañana hicimos una excursión por el valle hasta un refugio de montaña donde vimos gran numero de colibrís, llegamos a unos 2.800 metros de altura y la subida fue bastante dura, debido en gran parte a lo enfangado del terreno. El esfuerzo fue bien empleado porque el entorno es extraordinario, naturaleza en estado puro.
La grandeza de este valle y su palma, inspiró al poeta Luis Vidales, quien dedica a la palma un breve pero magistral poema:
A la palma del Quindío le conté mi sueño un día.
Era la palma, era, era la palma de cera, la palmera, la palma del sueño mío.
Cohete que sube al cielo y estalla en el estrellío.
Y cuando pasan los vientos la palma se vuelve río…
Oid el ruido del aire, el río…., la palma del niño mío.
Aquí la palpo guardada, aquí en el pecho, al lado izquierdo del alma en donde llevo al Quindío.
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