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El origen de las religiones está basado en la necesidad imperiosa del ser humano en hallar respuestas a cuestiones tan diversas como la naturaleza, el mundo, el espacio y otro tipo de temas que eran inexplicables hace milenios. Fruto del desconocimiento y la duda nacen las religiones, a partir de leyendas y mitos transmitidos durante muchas generaciones se forman reductos culturalizados de creencias. Las religiones con los años se actualizan y varían de diversas maneras. La religión judía está basada en otras religiones indoeuropeas caldeadas a fuego lento durante más de 5000 mil años y la cristiana es su evolución más directa.
Es un hecho irrefutable que todas y cada una de las religiones son una patraña, sus fábulas son eso, fábulas. Con la aparición de las matemáticas y la ciencia en general pudimos empezar a explicar fenómenos que antes resultaban inexplicables. Las religiones son una consecuencia inevitable de la curiosidad humana, aunque llegados los medios reales para inspirar un aprendizaje veraz de la realidad, es estúpido e irresponsable seguir creyendo en cuentos prehistóricos como el cristianismo. Por desgracia, la herencia familiar juega un papel importante en este engaño. Así que, por mucho que te escueza, por mucho que te enfade o pienses que estoy equivocado; tu religión es, usando un calificativo preciso, una soberana chorrada milenaria.







Siempre hay hijos de papá que se ponen a hacer la revolución, y que al final, no se cómo, acaban dirigiéndola. Como son más instruidos, como tienen en los genes la costumbre de mandar, los pringados se fían de ellos y les ceden el timón. Pero los hijos de papá no hacen la revolución por necesidad, sino por pasatiempo, por afán aventurero o para tocarle las pelotas al viejo. Y al final, con ellos a la cabeza, la revolución se va al garete. Porque los hijos de papá listos, cuando se les cura el acné juvenil, siempre vuelven al redil y acaban en su sitio, jugando al golf con sus pares y trabajando de consejero delegado. Y la revolución la cuentan como una batallita, o lo que es peor, la sostienen solo de boquilla, mientras la traicionan a cada minuto. Son los hijos de papá tontos los que se empeñan en continuar la revolución, junto a los pobres que les siguen; un equipo que solo puede llegar a donde al final llegan todas las revoluciones: a ninguna parte.