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Vengo estos días preocupado por un acontecimiento similar que ya sucedió, creo, allá en los años 80, cuando coca cola cambio su sabor a bombo y platillo, y que supuso un rotundo fracaso para la marca, y que, supongo, acabó con la carrera de algún iluminado director de marketing que pensaba que se podía cambiar el sabor de un producto y dejar su impronta personal.
Todos los directores de marketing del planeta adolecen de lo mismo. Cambiar envases, formas y colores en un afán de mejorar un producto consolidado y que en innumerables ocasiones acaba con las pingues ganancias, cuando el consumidor aturdido, no encuentra lo que busca en los estantes del supermercado de su confianza.
En este caso, tal vez no sea eso. Pero a mi, que llevo años consumiendo Cola ligth, el sabor de la nueva lata no me parece igual. Un regusto medicinal, una experiencia ligeramente distinta esta acabando con lo que creía un producto muy similar a la coca cola estándar, pero sin las calorías asesinas.
No puedo asegurar que es lo que cambió. Tal vez sea el agua, o la remesa en cuestión, o las proporciones de algún producto de la formula secreta. Pero en cualquier caso, a mi no me sabe igual y me voy a pasar a la gaseosa o a cualquier otra marca que no me decepcione a cada sorbo.
¿A vosotros os sabe igual?