
Ahora Lego ha lanzado una colección llamada Instituto de investigación, diseñada por la geofísica Ellen Kooijman, con figuritas que representan a una paleóntóloga, una astrónoma y una química, como las que se ven en esta foto. Las muñecas vienen con microscopios, telescopios y tubos de ensayo.
El rapapolvo de la niña le ha salido rentable a Lego. Poco después de salir a la venta, la colección de figuritas, a un precio de unos 20 dólares, ya está agotada en la tienda de la empresa.







A veces, uno necesita afrontar justo ese desafío que no le conviene ni le corresponde, porque lo que le pide el cuerpo es enfrascarse en algo que ayude a descolocar la vida, sacudirla y ponerla un poco del revés. Más que nada, para que no se cumpla la condena de encajar en ella como una pieza más de un mecanismo predecible: como esa pieza que todos somos, a la postre, desde la programación fatídica de nuestros genes hasta la función que el código social que tarde o temprano acatamos, sea cual sea, nos asigna sin derecho a apelación.
