A un par de calles del solar de Poblenou donde el graffitero Cranio pintó su mural, del que hable en “Street Art. Fábio de Oliveira, alias Cranio, graffitea en Barcelona”, encontramos en el passatge de la Marina un solar con las ruinas de una antigua fábrica en la que sus muros han sido aprovechados por los artistas callejeros para pintar unos esplendidos graffitis de gran tamaño que debemos tener en cuenta por su calidad y originalidad. Si os gusta el Street art y los graffitis no tardéis en visitar estas dos expos pues algunos descerebrados han empezado a dejar su rastro sobre las pinturas originales.
Esta fue la camarilla que se me escapó el sábado en el mercadillo de las Glorias. Claro que la que iba a comprar estaba realmente trotinada y no lucia tan bonita como la de la foto. En sucesivas visitas había conseguido rebajarle el precio de unos 60 euros originales a unos atractivos 45 euros.
Tenia la piel medio despegada, las letras de la marca casi no se distinguían entre el polvo y la suciedad. Pero la ventanilla se abría bien y parecía que todos los mecanismos funcionaban. Hubiera sido un entretenido proyecto de limpieza y restauración, aunque solo fuese para exhibirla en alguna estantería.
Pero la jugada salió mal. Cuando ya vi en internet que en ebay se vendían por alrededor de 50 euros, ya era demasiado tarde.
Algún avezado aficionado la compró junto con otras dos cámaras vintage en el mismo puesto al precio original de 60 € cada una. Finalmente pago 180 € por las tres y no se detuvo a pensar demasiado el chico listo…
¡¡ Que sepas que me dejaste con la miel en los labios !! ¡¡ Después de toda la mañana pululando en la búsqueda de la ganga, vas tu y arrasas con todo !!
Bueno, esto me enseñará a no dejar pasar ninguna oportunidad. Ante una tentación como esa, hay que sucumbir. Tampoco me iba a arruinar por ello.
Y cito: Para muchos, entre los años 2000 y 2004 se da lo que se considera la Edad de Oro o Golden Age del Street Art en Barcelona. Artistas de todo el mundo llegaban a la ciudad mediterránea para dejar la firma sobre sus paredes y contribuir al enorme caudal creativo que florecía en muchos barrios convirtiendo lo que antes eran simples muros aburridos en activos lienzos en donde se daban cita desde el escritor de tags al más virulento creador de imágenes, el que se sumaba con su logo o los esténcils lúdicos o contestatarios, stickers, fotos, textos o simples esbozos con rotuladores.
El fenómeno fue tal que poco a poco muchos rincones de la ciudad y gran parte del mobiliario urbano, se fue cubriendo a diario con las múltiples expresiones del arte callejero, lo que promovió que el ayuntamiento de Barcelona en el 2006 implantase una ley cívica para intentar frenar el fenómeno a base de multas y restricciones.
Por otro lado, la ciudad misma, concretamente el casco antiguo o barrios como Poble Nou se hallaban en procesos de reconversión urbanística impulsados esencialmente por la tristemente famosa “burbuja inmobiliaria” que generó una fuerte especulación, compra y ventas desmesuradas y un sinfín de calamidades tanto para ingenuos propietarios como para desafortunados inquilinos barceloneses. Por tal motivo, no era raro encontrar edificios vetustos y antiguas fabricas que, a la espera de derrumbes o acciones de renovación, propiciaron espacios en donde el Arte Callejero pudo manifestarse a sus anchas. En esta ciudad en metamorfosis se crearon sitios emblemáticos como el muro que rodeaba la construcción de lo que hoy es la Universidad de Barcelona, en la calle Montalegre, o la Rambla de Raval, convirtiéndolos en cita obligada para descubrir en sus mutaciones diarias el pulso del fenómeno, o la llegada de un nuevo artista a la ciudad.
Como vecino del barrio del Raval experimenté esta explosión de colores in situ, aprendiendo a disfrutar del ingenio y la expresividad de las diversas voces que cubrían la piel de mi barrio. Y también como tantos otros, comencé a fotografiar parte del material con la que los artistas no sorprendían día a día. En el 2006, invitado por la comisaria Rosa Pera, participé con un montaje audiovisual mostrando parte de este material en la exposición colectiva Terme Raval en La Capella. Ese mismo año surgió la propuesta de una exposición con actividades vinculantes en la recién inaugurada Biblioteca Jaume Fuster, proyecto que no pudo llevarse a cabo debido a las reticencias del Ayuntament con el Arte callejero y, supongo, la manera en que planificábamos plantear la actividad. Y ahí quedó todo. Salvo ocasionales exposiciones en bares de la ciudad, este material, en su casi totalidad analógico, jamás se dio a conocer. Y si bien es cierto que parte de su valor reside en su carácter testimonial, personalmente siempre lo he visto como un personal acercamiento fotográfico al fenómeno del Street Art y no como un simple método de minutario. Una manera de retratar (y rescatar) el arte en el arte callejero.
Por supuesto, Bcnwalls es un proyecto documental de aquellos gloriosos días pero también un sincero homenaje a artistas como Miss Van, Faile, Cyrus, DR Hoffman, Evil toys, Xupet Negre, Savage Girl, Jace, Rodriguez Gerada, Karls Toon, Tofu, Mysterius Al, Limbo, Bunone, D*Face, Saru, Space Invaders, Buff Monster, Kelzo, Boris Hoppek, The London Police, Lolo, Kode, Kenor, El Chico del Rombo, Zombie, Controlzeta, Birdie, Pez, Skum, Etron, Dr Mabuse, Microbio, Elik, Btoy, Neor, Dune, Rica, Jloca, Sperm, The Ape, Ripo, Megan, y tantos otros que compartieron su creatividad y talento, y sin los cuales estás fotografías no serían posibles.
D. Narváez
Por mi parte, esta mañana en la Rambla del Raval, conocí al autor de Bcn Walls y departiendo de como la fotografía digital lo cambió todo, he comprado un par de fotillos de monos, jeje. He escaneado la que mas me gusta, y aquí os la dejo. Todos los derechos son suyos. Y tiene muchas más que valen mucho la pena.
El “street artist” brasileño Fábio de Oliveira, alias Cranio, ha pasado por Barcelona y nos ha dejado, en colaboración con el artista barcelonés Pez, un espléndido graffiti de 10×10 metros en una de las paredes que rodean un solar del barrio de Poblenou. La obra está protagonizada por un habitante de las tribus indígenas de Brasil con antifaz rojo y piel teñida de azul, una figura que aparece en todas sus obras. Cranio, considerado como el segundo mejor street art de Brasil, inició su carrera de grafitero en 1998 en São Paulo, desde entonces ha dejado su huella en ciudades como Londres, Berlín o Los Ángeles. En septiembre tiene confirmadas obras en muros de California y Catar. Su obra es crítica con los problemas de su país, el consumismo mundial y el medio ambiente. Una agradable sorpresa fue encontrar las paredes del solar de Poblenou, repletas de graffitis de artistas locales no tan conocidos como Cranio pero con una calidad muy alta y que hacen obligatoria la visita a todos los admiradores del street art.
Comentaba que en este país no se realizan las ventas de garaje que son muy tipicas en Estados Unidos. Alli la movilidad es alta y cambiar de ciudad o de estado es algo relativamente común en las vidas del americano medio. En busca del mejor trabajo u oportunidad, no les importa abandonar su barrio, su ciudad o a su madre 😉 para emprender de nuevo en otro lugar.
Y habitualmente, deciden desprenderse de casi todo, para ahorrar en la mudanza. O simplemente deciden deshacerse de lo que les llena el altillo. O bien, han pensado en cambiar el mobiliario. Por varias razones, montan unas mesas en su calle, ofrecen limonada, se anuncian en el vecindario y llevan a cabo lo que se conoce como ventas de garaje.
Son el mejor lugar para conseguir aquella ganga que nunca soñasteis encontrar. Aquellas cámaras analógicas de nuestros padres. Monedas de relumbrón a cuatro duros. Colecciones de casi cualquier cosa que requieren rematarse al mejor precio. Ropas y enseres de toda condición que os pueden sacar de un apuro. Un espectáculo de libre mercado en cualquier esquina.
En nuestro país, esto no ocurre. Si montáis algo asi, tendréis a la guardia urbana en diez minutos, pidiéndoos un permiso, tasa, impuesto o lo que sea. Aquí, nadie se desprende de nada hasta que la parca te hace la visita. Atesoramos hasta el final todo lo que hayamos tardado una vida en conseguir. Tal vez, regalemos cosas. O las donemos, en caso de ropa y eso. En algún caso, revendemos la tele, o el pc. Incluso, si os falta espacio, dejareis muebles y trastos en cualquier esquina para que desaparezcan barridos por el ayuntamiento o por cualquier trapero reconvertido. Pero dicharacheras ventas de garaje no ha lugar.
En nuestra sociedad, todo acaba en mercadillos de segunda mano o en espacios como los Encantes en Barcelona, donde muebles, fotos, enseres y reliquias que en su dia formaban un hogar son revendidos a precios de saldo en una pira continua de vidas pasadas que han tocado a su fin. A mi me encantaría hacer una venta de garaje. Me gustaría aportar una tortuguera sin uso, unas persianas del ikea que nunca utilizé, viejas ropas que inundan armarios o tal vez vender aquellos horribles cuadros que nunca colgaré. En fin, solo eran tonterías que me rondaban la cabeza.
Se doran unas gambas rojas en una base de aceite de oliva durante unos pocos minutos. A continuación se retiran las gambas, y se dora el pollo de corral sin las pechugas hasta que este hecho, tal vez unos diez minutos. Se retira el pollo y en el mismo aceite se sofríe una cebolla picada fina. Cuando este transparente se añaden dos tomates sin piel y un puerro picados. Se deja que todo se reduzca y cuando el sofrito esta hecho, se añade el pollo, un vaso de cava brut y un vaso de agua.
Se deja que haga chup chup a fuego lento durante cuarenta y cinco minutos, añadiendo una cucharadita de harina para espesar la salsa y al final, se añaden de nuevo las gambas en los minutos finales. Se sirve y se come. Y si habéis seguido las instrucciones será un plato muy sabroso y ligero, que dara luz a cualquier sábado del año. La versión de este plato, con picada de almendras es también posible, pero no imprescindible.
Podeis acompañarlo de una ensalada con tomate. Desgraciadamente, no hicimos foto. Pero no importa, os añadimos este crop de la GR que siempre viene bien.
Desde aquellas cámaras analógicas que pueblan nuestros recuerdos. Hasta baules por restaurar. Tal vez aquella figurita de Godzilla que no pudistes conseguir. Todo se da cita en el mercado de Lost & Found en Barcelona.
Hoy acudimos a la plaza del Mar en la Barceloneta, al final del Paseo Borbon para recorrer las innumerables paradas de ropa de todo tipo, cachivaches de cualquier color y condición y un monton de gente simpática que se da cita regularmente en una Barcelona donde todo cabe entre el bullicio, la aglomeración y la alegría de revender el armario de la abuela.
Nos costó llegar cruzando la ciudad, cuando la Guardia urbana se confabuló para impedir el paso a los vehículos particulares. La Gran Via cortada por una aglomeración de miles de Harleys por el evento de la plaza España. El paralelo cortado en los dos extremos. Los basureros del Raval, haciendo la ronda a las doce del mediodía y un cabreo subdural que se respiraba en todo aquel primo que hubiese cogido su vehiculo.
Pero al fin llegamos y disfrutamos del sol, la playa y los puestos repletos de chucherías, ropa de segunda y primera mano y grandes y pequeños tesoros a precios irrisorios por descubrir. Y con las cervezas a dos euros !!.