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El barrio del Pueblo Nuevo esta por descubrir. Nuevos alicientes como Palo Alto se unen a una oferta ya consolidada. En cualquier caso, siempre es un lujo descubrir nuevos restaurantes, plazas, lugares para pasear o churrerías canallas.
Si el que te roba el bolso o el móvil es solo uno y no sale corriendo podemos actuar como la chica del video, patada paralizante en los huevos y cuando cae acabamos con patada lateral de talón en la cara, el resultado es demoledor y a nuestra criterio queda si continuar con la lección o darla por aprendida.
Se demuestra aquí el conocido dicho: “Desde que se inventó la patada en los huevos no hay enemigo pequeño” y también que si los buenos plantan cara a los malos, pueden ganar.
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Libro del montañero francés Maurice Herzog que describe la conquista de la primera cumbre de más de ocho mil metros, el Annapurna, el 3 de junio de 1950 y del precio que pagaron por ello, su autor y su compañero de cordada, Louis Lachenal.
Empece a leerlo en papel en una edición antigua con una bastante penosa traducción que no me satisfacía en absoluto. El libro se hace bastante tedioso al principio, en la descripción de los preparativos de la expedición y en el proceso de aproximación y exploración de las cimas más propicias para ser holladas por primera vez, en unos años en que todo estaba por descubrir.
Sin duda, un relato naif que describe con precisión los acontecimientos que llevaron a la conquista de la cumbre y a la posterior historia de terror en una montaña de mas de 8000 m donde el filo entre la vida y la muerte se vuelve muy delgado.
Lo que era una gesta de la mejor generación de montañeros franceses se convirtió en un calvario, cuando Maurice perdió los guantes en el descenso de la cumbre. Y cuando ya hacia rato que debían de haber comenzado la bajada sin perder un tiempo precioso haciendo fotos y colgando banderines, tal vez afectados por la euforia que se vive a esas altitudes, provocada por la falta de oxígeno y por las anfetaminas que en aquella época eran de uso común por los alpinistas.
Tras una noche terrible bajo la ventisca en el campo V, al día siguiente, en el descenso al campo IV se vieron obligados a vivaquear, junto con sus compañeros Tierry y Rebufat, en una grieta al no encontrar las tiendas.
Lo cierto es que la bajada al campo V y el vivac a 7500m provoco severas congelaciones en manos y pies a Maurice y en los pies de Lachenal que se resolvieron en la urgente amputación de los dedos congelados, sin anestesia y en condiciones infrahumanas mientras la expedición pugnaba por rescatar a los heridos y volver a la civilización en las estribaciones de la cordillera del Himalaya.
Sin duda, una expedición que en aquellas circunstancias y con aquel material, se saldara con sólo dos heridos graves y sin ninguna muerte, dice mucho a favor de un equipo humano de una calidad excepcional que realizó con éxito uno de los rescates de altura mas meritorios que se recuerdan.
Tras un parón de la lectura de la edición en papel de algunos meses (fue subsumida en mi biblioteca infernal), cayó en mis manos una edición digital con un lenguaje mucho mas moderno que me permitió llegar hasta el final. Sin duda una gran novela para los aficionados a las historias que se suceden en las fronteras de la zona de la muerte, en las cumbres de los Himalayas.
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En los días de Navidad del 2014 tuvimos la oportunidad de visitar una exposición en la plaza de la Catedral y contemplar esta obra de Montse Valdés. No sabiendo nada de la Artista, nos limitamos a presentar un par de fotos de su obra como mudo testimonio de nuestra admiración por su hermoso trabajo.
Siempre me gustó realizar fotos de cuadros y posters. Habréis visto otros ejemplos de ello en mis posts de museos donde busco obtener una digna imagen de obras que me conmueven. Es como obtener un recuerdo perenne y particular de un momento especial. Es sin duda un gran privilegio, el poder atesorar en una imagen, parte de la magia que encierran estas obras.
En el caso que nos ocupa os traigo dos fotos. La primera revelada del fichero raw con el Sylkpix y luego retocada para arreglar la perspectiva y el tamaño. Y la misma foto pero obtenida del filtro de diapositiva de mi Ricoh GR y también modificada en tamaño y perspectiva.
Si seguís el link de la obra de Montse Valdés, observareis que la calidad de las fotos obtenidas con la Ricoh GR no desmerecen a las que están en la web de la artista, que debieron ser obtenidas de forma profesional, con trípode y demás. Al contrario que las mías, que fueron fugaces instantáneas que requirieron un par de segundos de muda exposición.
Recordad que para tirar una buena foto, aplican los mismos principios que para disparar con un rifle de precisión. Respira hondo y vacía tus pulmones, contén la respiración y pulsa suavemente el disparador mientras acompasas el ritmo de tu corazón para disparar entre latido y latido. 😉
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En los últimos años, los avances en inteligencia artificial han crecido hasta consolidar esta tecnología como uno de los campos más prometedores del siglo XXI. Para comprender su alcance es necesario remontarse al inicio del concepto de IA, cuando el precursor de la informática moderna, Alan Turing, estableció las bases teóricas que sirvieron para promover la noción de una computadora capaz de poseer inteligencia abstracta y sensitiva.
Alan Turing afianzó su trabajo con la redacción del test de Turing, una prueba creada para demostrar la inteligencia de una máquina. Muchas primaveras han pasado desde entonces, y a lo largo de los años, la iniciativa e ilusión de este científico se han contagiado para convertir el florecimiento de la IA como el rumbo de muchos profesionales con la pretensión de lograr el siguiente gran paso de la humanidad.
Si citamos la praxis histórica, es indispensable reparar en la etapa del Boom informático acontecida en las últimas tres décadas del siglo XX. La Inteligencia Artificial vivió esta época como un tiempo de constante evolución. Todos los campos de la computación fueron mejorados a un ritmo abrumador; a partir de este periodo, la tecnología de un determinado momento no sería más que un ínfimo remanente comparada con la disponible en la década siguiente.
El perfeccionamiento en IA quedó encarnado cuando la computadora “Deep Blue” fue capaz de vencer al campeón mundial de ajedrez Gari Kaspárov en una partida que pasó a la historia como un hito compartido del deporte y la tecnología. El mismo ajedrecista calificó a la máquina como un ente creativo capaz de razonar igual que una persona. Así pues, se contextualiza el descomunal avance desde los primeros transistores hasta la robótica actual.
El desarrollo en inteligencia artificial se sostiene en gran medida por ser un tema muy contemplado en la cultura popular, suscita tanto interés que se distingue como un exponente enormemente teatralizado dentro del marco de la ciencia ficción. Podrían ser mencionadas un sinfín de obras, algunas de ellas grandes ejemplares del séptimo arte como “Terminator”, “Matrix”, “2001 Space Odissey” o “Blade Runner”. En el arte literario pueden destacarse volúmenes escritos por Isaac Asimov o Daniel H. Wilson, como por ejemplo “Yo, Robot” o “Robopocalypse”. El impacto cultural de este género es innegable. En consecuencia, la inteligencia artificial ha alimentado la imaginación de científicos y gente corriente por igual.
El día que programemos una mente artificial plenamente consciente de sí misma y con un genio equiparable o superior al nuestro, habremos forjado la llave que impulsará el progreso tecnológico universal; no obstante, la consecución de una inteligencia digital independiente y creativa podría suponer un enorme riesgo para el ser humano. Es plausible suponer que una máquina con un entendimiento afín al descrito podría llegar a dirigirse de manera hostil a la humanidad si su sistema no lo vetara de ninguna forma. No es un tema que actualmente nos afecte de manera práctica, pero constituye una escena morbosamente atractiva que ha sido escenificada múltiples veces.
La Inteligencia Artificial es la protagonista de la nueva era digital y se prevén grandes éxitos en este campo. Su singularidad tecnológica la convierte en el epicentro del progreso en la actualidad. Todavía no somos capaces de construir un cerebro artificial comparable a la psique humana; si bien, gracias a los nuevos avances en IA, por primera vez alcanzamos la visión y mantenemos la dirección adecuada en pos de consolidar semejante hazaña. La IA tiene las propiedades para gestar un desarrollo jamás visto por la humanidad.
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¿Se puede reparar una taza rota? Hasta ahora podríamos pensar que cuando una taza se rompe, jamás podrá ser recompuesta como originalmente estaba concebida. Mas aun, siguiendo la constante entrópica mediante la cual el desorden y el caos predominan y se adueñan del universo, una taza rota en ningún caso podrá volver a ser una taza.
Si lo habéis probado, sabréis que recomponer una taza, un vaso o cualquier objeto frágil, es un esfuerzo futil que no conllevará un resultado satisfactorio. Hasta ahora, en nuestra sociedad de consumo, ya no prestábamos ningún crédito al trabajo requerido para recomponer aquel jarrón que después de veinte años de adornar nuestro hogar, caía victima de la gravedad y se descomponía en mil pedazos.
Pero la cultura japonesa, una vez mas, nos redime de nuestros pecados de juventud. Allí y desde hace cientos de años se dedican a un arte singular, consistente en remedar y arreglar los restos de cualquier loza, para mediante la técnica del Kintsugi, convertirla en una pieza de arte renovada. Cual ave fénix, una taza rota se convierte en un nuevo objeto donde las imperfecciones son reveladas y reivindicadas.
Donde la cicatriz que antaño queríamos ocultar, es mostrada y sublimada mediante metales preciosos como el oro o la plata. Y donde la maestría del artesano resalta y rescata objetos destruidos, convirtiéndolos en joyas de mas valor del que tenían originalmente. Me pregunto si sois capaces de observar los paralelismos existentes entre una taza de porcelana y la frágil naturaleza humana. ¿Es esta técnica ancestral aplicable en la reparación de los daños físicos o psíquicos que sufrimos a lo largo de nuestra vida?
Tengo un jarrón de cristal azul, traído de Mallorca este verano, que sé que tarde o temprano, perecerá victima de la Gata Medicinal. En cualquier caso, ahora tengo una estrategia al respecto y cuando ocurra lo inevitable, guardaré los pedazos para mi particular proyecto de Kintsugi. Si queréis saber mas, no os perdáis la historia ni esta web especializada donde parece que venden lo necesario. Ya me contareis.