No teneis escapatoria y si la Parca visitó ayer a Gabo y se lo llevó para su Cartagena, Barranquilla o Macondo ideal, tened por seguro que vosotros no escapareis. El autor de la tal vez mejor novela de todos los tiempos en castellano, «Cien años de soledad», es sin duda un personaje inmortal pero aun asi, no escapó ni supo como evitar un traspaso que hacia días que se barruntaba.
Gabriel Garcia Marquez, falleció ayer y nosotros le rendimos homenaje como solo uno de nuestros mayores héroes se puede merecer. El escritor capaz de realizar una obra como la novela que le llevó a la fama y que traspasa los limites de la literatura para adentrarnos en el viaje por un espacio-tiempo mágico que solo entrevemos cuando nos mecemos en la noche y soñamos.
El nos dedicó lo mejor de si mismo, su mejor obra, en una fiesta para la cultura y el idioma que reinventa e ilumina. Nos transporta a una nueva frontera entre el viejo y el nuevo mundo donde las referencias nos abrazan dándonos abrigo y esperanza. Si Gabo nos amó, tal vez tengamos aun alguna oportunidad. Solo debemos intentar estar a la altura de un maestro universal.
El lo consiguió todo y su vida valió mucho la pena. Y si un pendejo como Vargas, le dio un puñetazo es porque lo hizo bien. Soberanamente bien. De puta madre, carajo !!.
Washington. (EFE).- Los científicos del Instituto Smithsonian han identificado al olinguito como la primera especie de carnívoro descubierta en las Américas en los últimos treinta y cinco años, según un artículo que publica la revista ZooKeys.
El olinguito (Bassaricyon neblina) se ha observado en la jungla, hay especímenes en museos y se le ha exhibido en zoológicos de todo el mundo, pero por más de cien años ha sido víctima de una identidad falsa, ya que hasta ahora se le creía herbívoro.
El animal luce como una mezcla de gato doméstico y osito de peluche, y según los científicos debe ubicarse en la familia de los Proyonidae que comparte con los mapaches, coatíes Kinkajous y olingos.
El olinguito pesa alrededor de un kilogramo, tiene ojos enormes y un denso pelaje de color ocre, y es nativo de las junglas de Colombia y Ecuador envueltas en las brumas, de dónde le proviene su apellido «neblina».
Además de ser el último miembro identificado en su familia, el olinguito tiene otra distinción: es la especie más nueva en el orden de los carnívoros, señala el artículo.
«El descubrimiento del olinguito nos recuerda que todavía no se ha explorado todo el mundo y algunos de sus secretos más básicos todavía no se han revelado», señaló Kristofer Helgen, curador de mamíferos en el Museo Nacional de Historia Natural del Instituto Smithsonian en Washington.
«Si aún podemos encontrar nuevos carnívoros ¿qué otras sorpresas nos aguardan?» comentó Helgen, quien dirigió el equipo científico. «Hay tantas especies en el mundo que la ciencia todavía no conoce. El documentarlas es un primer paso para comprender plenamente la riqueza y diversidad de la vida en la Tierra».
Este descubrimiento requirió diez años de trabajo y ni siquiera fue la meta original del proyecto que buscaba completar el primer estudio integral de los olingos, un conjunto de especies de carnívoros que viven en los árboles y pertenecen al género Bassaricyon.
El equipo de Helgen, que calificó hoy durante su presentación a este mamífero como su «más excitante descubrimiento», quería determinar cuántas especies de olingos había, y cómo están distribuidas.
Inesperadamente un examen detallado de más del 95 por ciento de los especímenes de olingos en los museos de todo el mundo, junto con análisis de ácido desoxirribonucleico y la revisión de datos de campo históricos reveló la existencia del olinguito, una especie antes no descrita.
La primera pista provino de los dientes y el cráneo de olinguito, que eran más pequeños y tienen forma diferente que los de olingos. El examen de pieles en los museos mostró que esta especie nueva era también más pequeña y tenía un pelaje más largo y denso.
Los registros de campo mostraron que el olinguito vivía en un área única del norte de los Andes a elevaciones de 1.500 a 2.700 metros sobre el nivel del mar, mucho más altas que el hábitat de las especies de olingo conocidas.
Todos estos datos provienen de especímenes recolectados a comienzos del siglo pasado, y el paso siguiente para Helgen y su equipo fue determinar si los olinguitos todavía viven en la jungla.
El zoólogo Miguel Pinto, en Ecuador, proporcionó la primera prueba de la existencia del olinguito con unos pocos segundos de imágenes captadas con una cámara de video.
Esto motivó una expedición a las laderas occidentales de los Andes que, durante tres semanas, observó a los animales, activos mayormente durante la noche, y documentó aspectos de su vida como que comen principalmente frutas, rara vez bajan de los árboles y tienen una cría por vez.
Los científicos determinaron, asimismo, que el 42 por ciento del hábitat histórico de los olinguitos ya se ha convertido para uso agrícola o urbano.
Este inquietante palacio es uno de los mejores edificios de la ciudad, fue el baluarte del tribunal de castigo del Santo Oficio desde 1610 hasta 1811. En el muro lateral hay una pequeña ventana con una cruz encima. Los herejes eran denunciados aquí y el Santo Oficio instaba el proceso.
El propósito principal de la Inquisición era juzgar los delitos contra las creencias que defendía la Santa Iglesia, los delitos más perseguidos eran la magia, la brujería y la blasfemia.
En todos los procesos que se celebraron en esta ciudad nunca jamás encontraron a un acusado inocente, unas ochocientas personas fueron torturadas, condenadas y ejecutadas.
El Palacio de la Inquisición es actualmente un museo donde encontramos todo lo concerniente a los métodos de interrogación, juicios y suplicios aplicados por el Santo Oficio.
Los instrumentos de tortura son espantosos, un escalofrío me recorre el cuerpo al verlos y pensar que eran usados por personas contra personas, la explicación del Aplasta Cabezas es suficiente para hacernos una idea del dolor y sufrimiento que la Inquisición causó en nombre de Dios, de la Iglesia y de España.
En el departamento del Magdalena, a 34 Km. de la bella ciudad de Santa Marta, está el Parque Nacional Tayrona, un santuario de naturaleza y de restos arqueológicos. Ecosistemas como el del manglar, los corales, praderas de algas y mágicos bosques secos, húmedos y nublados proliferan y albergan una sorprendente variedad de especies vegetales y animales.
Hacia el centro del parque se encuentran las ruinas arqueológicas de Pueblito, un mágico lugar que encierra los secretos de los antepasados de la civilización Tayrona que ocuparon la región desde épocas precolombinas hasta la colonización.
Se llega fácilmente con bus hasta la entrada del parque, acceder al hotel ya es más difícil, un camino con fango hasta los tobillos en algunos tramos, nos lleva siguiendo la costa y a través del bosque hasta nuestro hotel en Arrecifes.
Nuestro equipaje llegará al hotel a lomos de una ristra de mulas contratadas en la puerta del parque.
Como siempre en Colombia, el esfuerzo tiene su recompensa y el paisaje que encontramos es de una belleza espectacular.
Una tarde al caer el sol, se desencadenó una gran tormenta de agua y viento que nos obligo a volver rápidamente al hotel, a la hora de cenar vimos que faltaba una pareja; llegaron después de unas horas de incertidumbre. Habían quedado aislados por los torrentes que bajaban muy llenos desde la montaña hasta el mar y cortaban el camino por la orilla. Un mulero que volvía a su casa los encontró y los trajo al hotel por un camino de montaña.
Cuando la fuerza de la naturaleza se desata, vemos nuestra fragilidad y como se puede pasar en un instante de la risa al llanto.
La Guajira es el departamento más septentrional de Colombia, se ubica en la península de la Guajira y conforma la región Caribe Colombiana, al norte del país.
Como ya dije en un post anterior, llegar a ciertas zonas de Colombia es difícil, la Guajira es uno de esos sitios, naturaleza en estado puro, paisajes bellisimos pero malas carreteras y alojamientos básicos.
De camino a Cabo de la Vela, dormimos en el pequeño pueblo de Camarones, aquí experimenté por primera vez, como se duerme en un chinchorro o hamaca, «mueble» muy usado en toda Sudamérica, la verdad es que cuando le coges el punto se duerme bien, el secreto esta en colocarte atravesado y no en la posición curvada de la hamaca.
Cabo de la Vela es un remoto y polvoriento pueblo wayuu de pescadores que viven en tradicionales cabañas de cactus. Sin embargo en sus alrededores están los parajes mas destacados de la Alta Guajira y constituyen uno de los enclaves mas bellos de Colombia. El cabo que le da nombre esta repleto de rocosos acantilados y playas desiertas, todo ello con el telón de fondo de los deslumbrantes colores del desierto.
Este rústico pueblo solo dispone de electricidad de generadores y no dispone de teléfono fijo, Internet ni ninguna otra clase de distracciones contemporáneas, aunque existe algo especial en el hecho de pasar un tiempo desconectado del resto del mundo en un tranquilo pueblo de la punta del continente, aunque este «solo» pueda ofrecer calma y buenas y baratas langostas para alegrar la vida del viajero.
El mundo esta lleno de lugares paradisíacos, pero el mundo es grande y la mayoría de esos lugares nos pillan lejos de casa, ademas, nunca están a pie de aeropuerto lo que en muchos países hace que llegar hasta ellos sea muy difícil. Aunque, siempre hemos sabido que alcanzar el paraíso no es cosa fácil.
El Chocó es uno de esos sitios, llegamos en avioneta, a un sencillo aeropuerto que recibe un par de vuelos regulares por día. Hemos de tomar una camioneta que por una carretera muy enfangada nos llevará hasta la costa Pacifica, aquí llueve mucho, es uno de los lugares más húmedos del planeta.
Nos alojamos en un hotel de El Valle, playa Almejal Unas cabañas sencillas pero agradables con el gran plus añadido del entorno, el paraíso del que hablaba al principio.
Aquí la jungla llega hasta el mar, es una zona salvaje, virgen, prohibido adentrarse en la jungla sin un guía, no hay carreteras a lo largo de la costa, el barco es la única posibilidad para desplazase por la región.
Cuando brilla el sol, hace mucho calor para moverse con prisas, y cuando llueve, lo que ocurre casi a diario, nadie quiere salir a mojarse. La vida transcurre aquí con lentitud.
Las excursiones en barca, los baños, los paseos por playas desiertas, las sabrosas comidas de pescado fresco, los atardeceres, ver por la noche a las tortugas desovar en la playa, cervezas, lectura y charlas, así pasamos tres días en El Chocó.
El Pacifico es famoso por la observación de ballenas. Entre julio y octubre llegan cetáceos desde puntos tan lejanos como la Antártida para parir y amamantar a sus crías, se las puede avistar a lo largo de todo este litoral, y en algunos lugares se acercan tanto a tierra que es posible verlas desde la playa, nosotros las vimos desde el bar del hotel tomando unas cervezas.
Atardecer en el Chocó.
Al comenzar este relato decía que llegar al paraíso no es fácil, pero salir tampoco lo es. Al aeropuerto José Celestino Mutis lo llaman «sal si puedes» porque, debido a las intensas lluvias, los aviones a veces no pueden despegar. Y eso fue lo que nos ocurrió, una fuerte tormenta nos obligó a pasar una noche más.
Teníamos dos opciones. Una. Volver a dormir a nuestro hotel, para lo que debíamos recorrer la infernal carretera, empeorada tras la tormenta, con posibilidad de ser engullidos por el fango más la obligatoria vuelta al día siguiente.
Dos. Ir a Bahía Solano,el pueblo más cercano al aeropuerto e intentar encontrar un hotel. Esta fue la opción elegida, y ya de noche, nos alojamos en el Hotel Bahía, un hotel básico y destartalado, como podéis ver en la foto, pero que nos evitó un largo camino de ida y vuelta.
A la mañana siguiente nuestra avioneta pudo llegar y volamos sin incidentes.
Medellín es la segunda ciudad más poblada de Colombia, con unos 2,8 millones de habitantes, es uno de los principales centros financieros, industriales, comerciales y de servicios de Colombia, y la sede de numerosas empresas nacionales e internacionales.
A comienzos de la década de 1980, el cártel de Medellín, dirigido por Pablo Escobar, convirtió a Medellín en la capital mundial del trafico de cocaína. Los conflictos con armas de fuego eran algo normal, y la tasa de homicidios en la ciudad se disparó situándola entre las más violentas del mundo. El principio del final de la violencia empezó con la muerte de Escobar en 1993, y actualmente Medellín se halla entre las ciudades más seguras de Latinoamérica.
Desde entonces, la ciudad ha cambiado notablemente gracias a proyectos de gran envergadura como la implantación de un sistema de transporte masivo como el Metro y ahora el Metroplús, que están uniendo e integrando a todas las zonas de la ciudad, también ha construido nuevas bibliotecas, parques y centros educativos.
Medellin es una ciudad llena de vida, un hervidero de miles de personas apostadas en las aceras, intentando vender todo lo imaginable a otros miles de personas que circulan a pie, en moto o en coche. El resultado es un gran bullicio de gente siempre animado por la música que se escucha constantemente a todo volumen.
Si el viajero que llega a Medellín tiene algún temor sobre el ambiente de las calles, este pronto desaparece al comprobar que las calles no son solitarias y siniestras, sino alegres y llenas de gente.
Actualmente es la tercera ciudad de Colombia más visitada por los turistas, después de Cartagena y Bogotá.
Salento es un pueblo tranquilo y relajado, de aquellos pueblos donde nadie tiene prisa, con pocos vehículos, con mucha vida en la calle; donde los vecinos se encuentran en las plazas o en los bares y se paran a hablar con otros vecinos; donde los niños juegan en calles llenas de típicas casas paisas; donde los comerciantes esperan en la puerta de sus negocios la llegada de los clientes.
El pueblo esta situado entre impresionantes montañas, es el municipio más antiguo del departamento del Quindio y es la cuna del árbol Nacional «La Palma de Cera». Su clima posee una temperatura promedio de 15 ºC y se encuentra a una altitud de 1.895 metros. Salento sobrevive gracias a la producción de café, la piscicultura de truchas y, últimamente, a los turistas.
La calle Real es la vía principal , con algunos puestos de artesanía local, restaurantes y cibercafés. Nos alojamos en La Posada del Café, un acogedor hotelito regentado por María Elena, una señora servicial y muy amable que nos brindó una buena información para disfrutar de nuestra estancia en Salento.
En un país lleno de paisajes espectaculares, rodeado de brumosas montañas y escarpados picos, el Valle de Cocora se lleva la palma y nunca mejor dicho. Nos rodean por todas partes las palmas de cera del Quindío (Ceroxilon quindiuense) , llamadas así porque su tronco cilíndrico y liso esta cubierto de cera para protegerse de insectos y hongos. En buenas condiciones de crecimiento alcanza alturas de hasta de 70 metros, y es la más alta del mundo.
Es una palmera de imponente belleza, extraordinaria fortaleza y gran longevidad. Es una palma nativa de los valles altos andinos del Parque Nacional Natural Los Nevados, en los departamentos de Quindío, Risaralda y Tolima, al noroeste de Colombia.
La palma de cera fue escogida como árbol Nacional de Colombia por la comisión preparatoria del III Congreso Suramericano De Botánica, celebrado en Bogotá en 1949. Fue adoptado oficialmente como símbolo patrio por la ley 61 de 1985.
Durante la mañana hicimos una excursión por el valle hasta un refugio de montaña donde vimos gran numero de colibrís, llegamos a unos 2.800 metros de altura y la subida fue bastante dura, debido en gran parte a lo enfangado del terreno. El esfuerzo fue bien empleado porque el entorno es extraordinario, naturaleza en estado puro.
La grandeza de este valle y su palma, inspiró al poeta Luis Vidales, quien dedica a la palma un breve pero magistral poema:
A la palma del Quindío le conté mi sueño un día.
Era la palma, era, era la palma de cera, la palmera, la palma del sueño mío.
Cohete que sube al cielo y estalla en el estrellío.
Y cuando pasan los vientos la palma se vuelve río…
Oid el ruido del aire, el río…., la palma del niño mío.
Aquí la palpo guardada, aquí en el pecho, al lado izquierdo del alma en donde llevo al Quindío.
Las culturas prehispánicas de América más importantes son La Inca, La Maya, y La Azteca. Sin embargo, existen también otras culturas precolombinas mucho menos conocidas pero que merecen atraer la atención por la grandeza y belleza de sus vestigios. Tal es el caso de la cultura de San Agustín, cuya milenaria herencia de piedra podemos hoy admirar en Colombia dentro del departamento del Huila.
Cerca de los paramos donde nacen juntos los ríos Magdalena, Cauca, Patía y Caquetá, montañas frías habitualmente cubiertas de neblina y azotadas por la llovizna, se encuentran los monumentos de la civilización de San Agustín.
Allí vivió un pueblo que solo conocemos por sus restos arqueológicos y que desarrolló una cultura que si, por un lado, ha sido un misterio, por otro nos aclara muchas realidades sobre la antigüedad del hombre en América, sobre las vías que pudo seguir la inmigración asiática a este territorio y sobre el grado que pudo lograr en su cultura espiritual.
Las rocas volcánicas lanzadas a gran distancia por los volcanes cercanos, actualmente extinguidos, fueron una tentación irresistible para los escultores del lugar, más de 500 estatuas salpican las verdes montañas que rodean San Agustín. Muchas de ellas son figuras antropomórficas; las hay muy realistas y otras que parecen monstruos enmascarados. Otras representan animales sagrados como el águila, el jaguar y la rana.
Poco más se sabe sobre los antiguos pobladores de San Agustín. No tenían un lenguaje escrito y habían desaparecido siglos antes de la llegada de los europeos.
Cuando se produjo la Conquista, los monumentos funerarios que siglos atrás habían sido hechos en el valle que domina el primer curso del río Magdalena, yacían abandonados por circunstancias que todavía no se conocen bien. Una densa vegetación poco a poco, había cubierto de bosques el territorio ancestral que durante milenios, fuera el hábitat de una de las culturas prehispánicas más importantes de Colombia.
Los sitios donde anteriormente se había erigido los centros ceremoniales dedicados a culto funerario, o los lugares de habitación y los campos de cultivo, desaparecieron por la acción incontrolada de la naturaleza especialmente feroz en este medio.
Esa misma naturaleza nos obsequio con un pequeño diluvio cuando visitábamos el parque arqueológico. Mientras esperábamos que escampara, Jorge, nuestro guía en el parque, nos contó sobre los OVNIS que visitan la zona desde tiempo inmemorial. También nos hablo sobre la energía y el misterio que envuelve a San Agustín que atrae cada año a muchos seguidores de lo mágico y sobrenatural. Por ultimo conocimos la posibilidad que teníamos de hacer nuestro viaje astral particular si tomábamos un potente alucinógeno (ayahuasca), que podíamos encontrar en la zona.