Mendigo con portátil busca y encuentra calderilla virtual.

 

Bitcoin Homeless Paul Harrison, Chris Kantola, and Jesse Angle, scrounging for bitcoins outside a public library in Pensacola, Florida. Photo: Michael Spooneybarger/WIREDTambién hay I+D en la mendicidad. Si Sevilla creó al gorrilla, Pensacola ha creado el perro-flauta bitcoinero, lo último en subsistencia en plan americano.

Tras pasar la noche en una iglesia, el vagabundo Jesse Angle comienza la jornada sentado en la acera con su portátil (recuérdese que son pedigüeños de Florida) en una plaza con WiFi gratis, donde pasará el día, aparentemente sin pegar golpe. Conclusión precipitada.

El caso lo contaba la revista Wired en septiembre. El sin techo Angle se saca al día unas milésimas de bitcoin con su portátil y su teléfono. En su jornada laboral a la intemperie mira vídeos en Youtube. Por cada uno que ve recibe 0,00004 bitcoin en el sitio BitcoinGet, que se encarga de dirigir tráfico a ciertos clips comerciales que pagan por visitas (ignoran que son del vagabundo, entre otros).

Angle se ve 12 vídeos diarios con lo que gana 0,00048 bitcoins. No es mucho, pero completa su bote virtual con la aplicación para smartphones Bitcoin Tapper, donde consigue otros 0,000133 apretando una y otra vez sobre el icono de la pantalla (ese icono publicitario también paga por tráfico).

La actividad digital, en el sentido más amplio de la palabra, le da a Angle para una comida diaria, que completa con el subsidio social. Desde que empezó en esto hace cuatro meses, el vagabundo ha obtenido pacientemente unos 5 bitcoins, que así parece poco, pero que si se multiplica por su actual valor, resulta que tiene, según el oscilante cambio, entre 3.000 y 4.000 euros.

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Fuente:   Wired y El País

22/11/63. Una gran novela de Stephen King.

 

El 22.11.2013 se cumplen 50 años del asesinato del 35º presidente de los Estados Unidos, John Fitzgerald Kennedy el 22 de noviembre de 1963 en Dallas, Texas, a manos de Lee Harvey Oswald.

Pero no es de John F. Kennedy y de su asesinato de lo que quiero hablar si no de la penúltima novela del maestro Stephen King titulada 22/11/63, la fecha del asesinato de J.F.K.

22.11.63 stephen king 11/22/63Stephen King hace tiempo que tiene un lugar destacado en el Olimpo de escritores, es el autor de obras maestras como: It, El misterio de Salem’s Lot, Cementerio de animales, Cujo, Misery, Dolores Claiborne y muchas más aterradoras novelas que devore en mi tierna infancia. Pero después de algunos desencuentros que tuvimos, deje de leer sus libros. Sin embargo siempre estuvo presente en mi memoria y cuando me llegaron comentarios muy positivos sobre su novela 22/11/63 me apeteció volver a leer al maestro.

La comencé con un poco de reparo porque trata sobre los viajes en el tiempo y este es un tema muy trillado que para mí acostumbra a ser confuso y pesado, sin embargo en esta novela King lo presenta de una manera original y sencilla.

Como ejemplo solo tres apuntes, el viaje nos lleva siempre al mismo lugar y fecha del pasado, en el presente solo pasan unos minutos aunque estés años en el pasado y por último, cada vez que vuelves al pasado se produce un reset de las actuaciones anteriores del viajero en el tiempo.

Con estos principios, King nos cuenta una historia original que te engancha de principio a fin, transcurre en la época del asesinato de J.F.K y nos muestra magistralmente cómo eran los EEUU de finales de los 50 y principios de los 60.

Si hay algo que objetar a la novela es que en la parte central nos cuenta muchas cosas de las que podríamos prescindir y ahorrarnos algunas de las 859 páginas que tiene la edición de bolsillo. Sin embargo, para mí, este es uno de los grandes libros de Stephen King.

 

 

El porqué de los flecos.

 

gran jefe sioux con flecosindio apache con flecosSi crees que los sioux, apaches y cherokees llevaban flecos en sus vestimentas simplemente porque eran muy chulos, estas equivocado.

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Se ha descubierto recientemente que los flecos en las chaquetas de eso, de flecos, no son puramente ornamentales sino que responden a una utilidad: sirven para que el agua resbale por ellos y la prenda permanezca seca más tiempo.

 

 

Fuente: Jacinto Antón. Icon 09.11.2013

 

Qué raro, sigue vivo.

 

Cuenta Spielberg en Lincoln que aquel visionario tan pragmático logró en votación democrática algo tan justo e inaplazable como la abolición de la esclavitud gracias a la compra de votos, la manipulación, el engaño, el chantaje. Bendita sea su memoria, aunque recurriera a maniobras tan ilegales para prohibir una monstruosidad ancestral. Y que la ética emita sus juicios sobre los fines y los medios para lograrlos.

La reforma sanitaria que se ha propuesto Obama no tiene la suprema magnitud del tema de la esclavitud, pero ante la saña con la que se oponen a ella los de siempre (cuentan que la siniestra vocación folclorica del Tea Party ha llegado a ondear simbólicas banderas del ejército de la Confederación), dispuestos en plan kamikaze a bombardear el barco común con el riesgo de que se ahoguen todos juntos, ayuda a imaginar el espíritu, razones y sinrazones de aquella salvaje Guerra Civil. Y en el fondo, a los raciales patriotas que sufren un depredador ataque de nervios ante la posibilidad de que cambie el sagrado principio de que los pobres merecen la muerte si la siempre sabia enfermedad decide cebarse con ellos, la inaplazable iniciativa de Obama les debe de parecer un desafío comparable al que lanzó Lincoln a sus esclavistas antepasados. Y, además, este señor que se mueve como Henry Fonda, al que la ropa le quiere tanto como a Cary Grant, que habla, escucha mira y gesticula con el poder de atracción y convicción de las estrellas del gran cine de siempre, es un puto negro presidiendo el poder. Normal que les provoque úlceras. Pues eso, que les sigan sangrando.

Y seguro que el aparentemente modélico Obama y la jefatura del mundo que ocupa estarán llenos de sombras y de turbias metodologías, que los sagrados intereses de los dueños del gran tinglado seguirán a salvo con él, que le permitirán desviarse lo justo y no hacer lo que desee sino lo que permitan hacer, que los drones seguirán aniquilando no solo a los enemigos de Estados Unidos sino causando impunes daños colaterales, que espía con desvergüenza incluso a sus entrañables aliados, que la inyección letal, o el fusilamiento, o la cámara de gas, o la fritura en la silla eléctrica, mantiene su siniestra legalidad en ese país. A pesar de ello, este hombre sigue pareciendo un lujo dentro de la política. Es fácil creer en él.

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Autor: Carlos Boyero, publicado en El País el 19.10.2013.