En GenSpace, un nuevo laboratorio de bricolaje biológico instalado en un antiguo edificio de oficinas en el centro de Brooklyn, un grupo de biólogos de garaje o biopiratas trata de hacer por la biología moderna lo que los piratas informáticos hicieron por los ordenadores: convertir el fanatismo en progreso.
Ayudados por sitios como OpenWetWare.org, que ofrecen a los profanos acceso a la misma información de la que disponen los estudiantes de doctorado, los biopiratas están reinventando a Frankenstein en la era moderna.
Sus investigaciones son de todo menos de aficionados. Están clonando cepas de la bacteria escherichia coli para hacerlas resistentes a la radiación, modificando genéticamente bacterias para evitar la malaria y, en uno de los casos, buscando una cura para el cáncer usando cosas corrientes como el agua salada y las ondas de radio. Experimentos como estos son característicos del actual movimiento de la biología hecha por uno mismo, ya conocida como bricobiologia, un grupo variopinto del que forman parte artistas, banqueros, empleados de bares y escritores autónomos, muchos de los cuales no han abierto un libro de texto de ciencias desde que estaban en el instituto.
La bricobiología forma parte de un movimiento más amplio de científicos aficionados que, motivados por la posibilidad de compartir recursos a través de Internet, están llevando a cabo investigaciones científicas de alto nivel. Sus homólogos coparon los titulares el verano pasado cuando Mark Suppes, un informático de 32 años de Brooklyn, construyó un reactor nuclear en su estudio, lo que le convirtió en el 38º físico aficionado que consiguió fusionar átomos.
Los biopiratas han construido centrifugadoras a partir de batidoras de huevos comerciales, microscopios potentes a partir de cámaras web baratas y fotobiorreactores a partir de botellas de soda y bombas de peceras.
GenSpace, que se inauguró el 10 de diciembre, se denomina a sí mismo el primer biolaboratorio comunitario sin ánimo de lucro de EE UU. Situado en un antiguo banco, se parece a un laboratorio de garaje improvisado y transportado al ático lleno de luz de un artista de Brooklyn.
Los siete miembros de GenSpace, que pagan entre todos el alquiler de 750 dólares mensuales, provienen de profesiones radicalmente diferentes, lo que facilita la polinización cruzada creativa. Los aficionados a la biología han tendido problemas con la ley, así que, cuando los miembros de GenSpace empezaron a construir su laboratorio, trabajaron con el FBI para elaborar unas directrices de bioseguridad.
Y hay más laboratorios de bricobiología en preparación, DIYbio.org, un grupo de debate de código abierto, tiene 1.557 miembros, con grupos en Boston, Seattle, Austin, Los Angeles y San Francisco, así como en Londres, Paris y Bangalore. Y GenSpace está reclutando nuevos miembros.
Fuente: The New York Times