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Hoy he reciclado dos bolsas llenas de libros, mayoritariamente best sellers que no significaban nada. Viejos libros de los cuales no guardaba ningún recuerdo, y otros más que se merecían dejar de ocupar espacio en mi librería. Porque, si no vas a releerlos, ¿Qué sentido tiene guardar tanto libro?.
Aun habiendo eliminado unos 30 o 40, la biblioteca continua inundada en varias filas de volúmenes, sin espacio para otros objetos que requieren atención. Ahora mismo, mis libros electrónicos crecen, pero el papel se come mis estanterías como una plaga de otro tiempo y lugar.
Me quedan clásicos e incunables y ciertas áreas que todavía no he explorado como la ciencia ficción y el terror. Acumulo, series y grandes obras, junto con otros autores que no se si merecen mi atención. Me asalta una voluntad, tal vez insana de eliminar todo lo de un autor. Me llama, eliminar Katherine Neville y también todo Vázquez Figueroa, aunque disfrute Manaos, ya he eliminado Tuareg. Su absurdo final, se lo merecía.
¿Y que me decís de Ken Follet y la nefasta continuación de los Pilares de la Tierra, Un mundo sin fin? ¿Alguien pudo soportar tamaño tostón? Son libros de tapa dura, que me costaron un dinero, que serán probablemente defenestrado sin remisión en la próxima ocasión. Tal vez elimine todo Tom Clancy y todo Clive Cussler. Y también, todo Michael Crichton.
Mientras tanto, atesoro a Boris Vian, Thompson, Kurt Vonegut, Bukowsky, Philip Roth y otros muchos que me merecen un respeto y veneración. El mundo no seria lo mismo sin ellos. Por supuesto, probablemente podríamos expurgar bastante de Anne Rice y quedarnos con lo esencial. También guardar los clásicos de la ciencia ficción, pero todos ellos están digitalizados ya…
Literatura que ya no recordare en poco tiempo, cuando la senectud me aparque en cualquier negra cuneta.
El pasado sábado 5 de Noviembre se celebró Ús Barcelona, festival que organiza Rebobinart con el soporte del Ayuntamiento de Barcelona. Cada año el evento se celebra en distintos espacios en desuso de esta ciudad, en 2016 se ha organizado en el histórico Can Ricart, uno de los grandes conjuntos industriales del siglo XIX que aún quedan en Barcelona.
Paseando por allí pudimos ver como los artistas iban llenando de color los olvidados muros de Can Ricart, estaban Ulises Mendicutty, Yoshi Sislay, Daniela Carvalho, Mr Sis, Irene López y Igor Nunes entre otros.
El día amenazaba lluvia pero pude hacer algunas fotos, se respiraba buen ambiente, buena música, cerveza y algo para picar. También montaron un mercado de arte donde algunos artistas vendían su obra y aprovechamos para incrementar la colección con un pequeño dibujo.
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En Junio, de este año asistimos a una boda en la fundación Rocamora. Sin duda un paraje especial en el corazón de Barcelona. Uno de esos lugares desconocidos y que son una agradable sorpresa en una ciudad plagada de secretos que descubrir.
No estaba previsto realizar ningún video, pero al final, no nos pudimos resistir. Al fin y al cabo, todos mis colegas son del gremio y si algo nos une, son nuestras aficiones relacionadas con la fotografía, el cine y la televisión.
El video ha cruzado un punto de no retorno. Hasta ahora, no sabia si seria capaz de llevarlo a cabo. Pero si. La cosa avanza y pronto habrá una primera versión. Mientras tanto, los novios deberán seguir esperando…
Por el camino, de nuevo, aprendo a utilizar herramientas de edición de video como el pinacle, y a buscar un leít motiv a la música que deberá sonar. Esperemos acabar pronto.
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Maquina de escribir Olivetti Studio 46, fabricada en Barcelona, en la fábrica de la Gran Vía, allá por los años cincuenta del siglo pasado. Por lo que aprecio, heredó el diseño de la Studio 42, que se fabricaba en la fábrica original de Olivetti en Ivrea, en Italia. Y sin duda es espectacular.
El viernes encontré una bastante sucia en el mercado de los encantes de Barcelona. Estaba llena de polvo y manchas blancas de origen desconocido y esos fueron los argumentos de compra. La conseguí rebajar de 80 a 45 euros tras unos cuentos tira y afloja, y seguro que el vendedor le saco margen.
No me pude resistir, y comencé una nueva colección. Ya hacía tiempo que este objeto, fruto de la mejor ingeniería del siglo XX, me llamaba la atención. Junto con las cámaras de fotos analógicas, son estimados productos de una era industrial donde las cosas se hacían con metal y para durar.
Tras mirar por ahí, veo que el limpiador y lubricante multiusos WD-40, está también indicado para limpiar máquinas de escribir y como este nunca falta en mi caja de herramientas, es lo que usé para eliminar los rastros de unas cuentas décadas. Tras una de generosa aplicación este es el resultado.
Ahora busco enfebrecido una Studio 42 en el mismo estado. Cuando la consiga, colgaré las dos de la pared en una superficie plástica de color rojo o tal vez usare las bases de sus cajas, tal que dos cuadros parejos, como un gran testimonio del mejor diseño italiano que se reconvierte en Arte moderno.