Tanto si eres un viejo mafioso harto de la monotonía con una familia disfuncional en donde la mujer te la pega, tu hijo se mete de todo y tu hija se dedica al porno, o si eres un pandillero que aspira a abandonar las bandas de tu barrio y quieres prosperar y dejar atrás los violentos embargos para dedicarte a los secuestros, la extorsión a gran escala y los atracos a mano armada, o por último si eres un puto loco desquiciado psicópata hambriento de liarla, el GTA V es tu juego.
Para recorrer este universo amoral, decadente y caótico , deberás seguir ciertas reglas básicas de primero de delincuencia como que no debes parar jamás en los semáforos porque es de nenazas , o como que los coches se roban a punta de pistola en cualquier semáforo o como que atracar gasolineras es un pasatiempo de una tarde de verano, o que atropellar transeúntes y asesinar al primer capullo que te levante la voz son comportamientos perfectamente válidos.
La mayor simulación jamás recreada te dará una libertad total para delinquir a gran escala, para romper todas las reglas y salir indemne después de haber asesinado, quemado, destruido y pateado a todo lo que se interponga en tu delictivo camino. No ha habido nada mejor que esta versión desde cuando se jugaba al GTA en viejos pc’s y consolas allá por el 1997.
Claro que es un juego, pero no te conviene verlo desde tus ojos de paleto fundido por el establisshment al uso o por la mierda de vida que te haya tocado vivir. Esto lo subvierte todo y si pretendes trasponerlo a la realidad acabarás en la quinta galería de cualquier cárcel infecta donde te ahostiarán por pensarte que un puto juego era un camino de aprendizaje, o una revelación de la distopía que nos espera a todos en este siglo XXI que nos contempla.
Solo es un juego, una sátira de la sociedad estadounidense occidental imperante en medio mundo y es violento, macabro, salvaje, decadente y amoral como ninguno y esta locura recaudó 800 millones de dolares en el primer día en que se puso a la venta. Para flipar. La crítica lo califica de obra maestra, yo me quedo sin palabras.