.
Archivo de la categoría: Sociedad
Halloween 2012.
Stop a los desahucios.
Hijos sin futuro.
Park Güell de Barcelona. Entrada 5 euros.
En estos tiempos que necesitamos obtener financiación a cualquier precio, seria una buena medida cobrar una entrada por visitar el Park Güell, así, ingresaríamos una cantidad importante para la ciudad de Barcelona y controlaríamos la continua degradación a la que es sometida la zona monumental y boscosa del parque por los miles de turistas que lo visitan cada día.
En el año 2000 visitaban el Park Güell 1,6 millones, en el 2009 eran 4 millones y actualmente ya son más de 9 millones las personas que lo visitan cada año.
En el año 2008 un 85% eran visitantes no barceloneses y un 15% vecinos, ahora los vecinos han huido y el porcentaje esta en 98% de visitantes no barceloneses.
Un informe municipal hecho en el mes de julio de 2012, dice que entre 23.000 y 30.000 visitantes pasan por el parque cada día. Si la entrada costara 5 euros, se recaudarían unos 150.000 euros diarios, que son 54,7 millones de euros anuales.
Ahora que los vecinos ya no pueden disfrutar del parque, es de justicia que los visitantes compensen por las molestias y contribuyan a su mantenimiento, no es justo que el desgaste del parque lo tenga que soportar la ciudad de Barcelona, o sea, nosotros los vecinos.
En consecuencia, propongo :
- Limitar el numero de visitantes al 50% del actual, como máximo.
- Aplicar un sistema para vender las entradas con antelación, de forma que llegar y hacer la visita sólo será posible si quedan libres, al estilo de otros monumentos como la basílica de la Sagrada Familia, de forma que se deberá reservar día y franja horaria para entrar.
- Cobrar una entrada de 5 euros, como mínimo, para todos los visitantes, tanto extranjeros como nacionales. ( Yo he pagado en muchas ciudades españolas por ver simples iglesias).
Estarán exentos de este pago los vecinos de la ciudad, porque siempre han tenido el parque a su disposición, porque ya contribuyen con los impuestos a su mantenimiento y porque su afluencia es inapreciable, como dicen las estadísticas.
Nuestra historia en 2 minutos.
Para gozar plenamente, se recomienda poner el audio.
Los extraterrestres acaban con el mayor problema de España.
Puertas de Funchal. Madeira.
Nuestra elección de visitar Madeira en Septiembre de 2011 y pasar unos días de relax con paseos, buena comida y sol, fue una buena elección.
Funchal fue fundada en 1425, es la capital de Madeira y aunque ya han pasado casi 600 años, sus principales edificios históricos permanecen intactos, a pesar de los incendios, los piratas y los terremotos. Recibe el nombre de Funchal (hinojo) por la abundancia de plantas de hinojo silvestre que encontraron en la zona los primeros colonos.
Las calles del casco antiguo están pavimentadas con mosaicos y sombreadas por jacarandá, son estrechas y plagadas de restaurantes, galerías de arte y tiendas. Deambular sin rumbo fijo siempre es la mejor opción para conocer una ciudad pero en Funchal es un placer obligado dado su asequible tamaño. En algunas calles los vecinos han decorado las puertas y muros de sus casas como si fuera una exposición de pintura al aire libre.
Botemosles ya.
Terry Pratchett, en la serie de Mundodisco.
.
«El sol estaba cerca del horizonte. Las criaturas de vida más corta de todo el Mundodisco eran las cachipollas efímeras, que apenas si duraban veinticuatro horas. Dos de las más viejas zigzagueaban sin rumbo fijo, sobre las aguas de un arroyo de truchas, discutiendo acerca de historia con algunos de los miembros más jóvenes de la nidada vespertina.
—En estos tiempos, el sol ya no es el que era —dijo una de ellas.
—En eso no te falta razón. En las horas de antes sí que había un sol como debe ser. Era todo amarillo. No como esa cosa roja.
—Y también estaba más alto.—Es verdad, tienes razón.
—Y las ninfas y las larvas te mostraban un poco de respeto.
—Muy cierto, muy cierto —asintió la otra cachipolla efímera con vehemencia.
Las cachipollas más jóvenes escuchaban con educación.
—Recuerdo —prosiguió una de las moscas viejas— cuando todo lo que abarcaba la vista eran praderas.Las cachipollas jóvenes miraron a su alrededor.
—Siguen siendo praderas —aventuró una de ellas tras un cortés intervalo.
—Recuerdo cuando eran praderas mejores —replicó bruscamente la vieja.
—Sí —asintió su colega—. Y también había una vaca.
—¡Es verdad! ¡Es verdad! ¡Me acuerdo de esa vaca! Estuvo justo allí durante…, oh, durante cuarenta o cincuenta minutos. La recuerdo bien, era marrón.
—Ya no hay vacas así en estas horas.
—Ya no hay siquiera vacas.
—¿Qué es una vaca? —preguntó una de las jovencitas.
—¿Lo ves? —replicó la cachipolla vieja en tono triunfal—. Así son las moscas modernas.
—Hizo una pausa—. ¿Qué estábamos haciendo antes de empezar a hablar sobre el sol?
—Zigzaguear sin rumbo fijo sobre las aguas —dijo una de las moscas jóvenes.
No estaba del todo segura, pero era una suposición con visos de probabilidad.
—No, antes de eso.—Eh…, nos estabas hablando sobre la Gran Trucha.
—Ah, sí. Eso. La Trucha. Bueno, veréis, si has sido una buena cachipolla efímera, si has revoloteado bien arriba y abajo…
—… prestando atención a los ancianos, que saben más que tú…
—… si, prestando atención a los ancianos, que saben más que tú, entonces, al final, la Gran Trucha…Clop.Clop.
—¿Sí? —inquirió una de las moscas más jóvenes.No recibió respuesta.
—¿Qué pasa con la Gran Trucha? —quiso saber otra mosca, nerviosa.
Contemplaron la larga serie de anillos concéntricos que se expandían en el agua.
—¡El signo sagrado! —exclamó una cachipolla—. ¡Recuerdo que me hablaron de eso! ¡Un Gran Círculo en el agua! ¡Ése será el signo de la Gran Trucha!
La más vieja de las cachipollas jóvenes contempló el agua, pensativa.
Empezaba a darse cuenta de que, al ser la mosca de más edad entre las presentes, le correspondía el privilegio de revolotear más cerca de la superficie.
—Se dice —empezó la cachipolla que volaba en la parte superior de la zigzagueante multitud— que, cuando la Gran Trucha viene a buscarte, vas a una tierra donde abunda…, abunda…
—Las cachipollas efimeras no comen. No sabía cómo seguir—. Donde abunda el agua —terminó como pudo.
—Debe de ser verdad —asintió la mosca más vieja
—Pues allí se debe de estar muy bien —siguió la joven.
—¿Sí? ¿Por qué?
—Porque nadie ha querido volver aquí. »