En Dordrecht (Holanda), el sexagenario Johan Huibers, próspero dueño de una importante empresa constructora, se ha pasado los últimos años construyendo un arca, idéntica en envergadura a la que supuestamente fabricó Noé, aunque si Noé se hubiese encontrado con algunos de los obstáculos modernos que ha afrontado Huibers, a lo mejor el reino animal tendría hoy un aspecto muy distinto.
Las dimensiones del arca son 300 codos de largo, unos 135 metros; 30 codos de alto, alrededor de tres pisos, y 50 codos de ancho, aproximadamente 23 metros. En la Biblia, el codo era la distancia entre la punta de los dedos y el codo.
Huibers está construyendo el arca con pino sueco, ya que algunas versiones de la Biblia describen que Dios ordenó a Noé que utilizara «madera de resina», que según él corresponde a este árbol. La construcción debería terminar hacia mediados de julio.
A diferencia de Noé, Huibers tuvo que cumplir la regulación holandesa contra incendios. Para ello, instaló un ancla que otorga al arca, de 2.694 toneladas métricas, la categoría de edificio en lugar de embarcación. Asimismo, debe pintar el interior y el exterior con tres capas de barniz retardador de incendios.
Luego están los vecinos. «El barco nos estropea las vistas», protesta Gerrit Kruythoff, de 65 años, que ha vivido cuatro décadas junto al astillero en el que Huibers trabaja duramente con la ayuda de dos de sus tres hijos y unos cuantos amigos. Pero no todos ponen objeciones. «Ya he preguntado si puedo participar en el viaje inaugural», comenta Annie van der Luytgaarden, que pasea a su perro cerca del arca.
En cierto sentido, Dordrecht, que se encuentra en la confluencia de tres ríos, es el lugar idóneo para este proyecto. La ciudad ha quedado arrasada varias veces por las inundaciones, entre ellas las devastadoras crecidas de Santa Isabel, en 1421 y, más recientemente, en 1995.
Huibers empezó a soñar con un arca en 1992. Su mujer Blanca, que es agente de policía, se oponía a la idea. «Me dijo que no, pero yo ya había construido un arca más pequeña, de 70 metros de envergadura, en 2004 para surcar los canales holandeses» explica. Se convirtió en una pequeña sensación, y Huibers cobraba a los adultos siete dólares por embarcarse.
Ganó cerca de 3,5 millones de dolares. Pero no era una cuestión de dinero. «Es para contarle a la gente que existe una Biblia», afirma. «Y que, cuando la abres, existe un Dios».
Cuando esté terminada, las ventanas panorámicas de este arca contarán la historia de Noé; animales de carne y hueso darán vida al espectáculo, y dos salas de conferencias albergarán a un total de 1.500 personas.
Huibers cree que el arca puede desempeñar un papel fuera de Dordrecht, y ha enviado una carta a Londres solicitando permiso para llevarla allí durante los Juegos Olímpicos de 2012. Y unos inversores de Texas lo han visitado para animarle a que traslade el arca a Galveston. Huibers incluso negocia con socios de Israel, donde su constructora tiene actividad. «Los israelíes están interesados», asegura. «Pero dicen que no es un arca cristiana, sino judía. Dicen que se la he robado».