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Por circunstancias ajenas a mi voluntad, o sea, por una determinación del universo tendiente a aumentar la entropía, el desorden y el caos, hoy no tengo calefacción y la casa parece un carámbano propio de latitudes mas extremas. Dadas las circunstancias y el momento, ya llego tarde para adquirir calefactores electricos que pudieran paliar la situación.
Al menos tenemos electricidad, sino esto ya seria casi como un ataque Zombie, y me vería obligado a cercenar cualquier cabeza que asomase por el rellano armado con un buen hacha al mas puro estilo de Walking Dead.

Desgraciadamente aquellos dispositivos de alta tecnologia que en las ultimas versiones iban forradas con tela para hacerlas mas agradables al tacto de unos pies frios, hace tiempo que cayeron en desuso.
Otro de los metodos radicales que había visto, para calentar una estancia, era el uso de alcohol de quemar. Se depositaba una cantidad significativa en una pote para tal efecto que se colocaba
El invento no dejaba de entrañar cierto peligro en caso de que el crio de turno, volcase el cuezo. ¿Pero donde puedo encontrar alcohol de quemar? Lo vendian en las droguerías, pero… Tampoco existen ya droguerias !!
Siempre hubo en todas las casas, cocinas de carbón donde la familia se congregaba y donde se podia departir alrededor de unos tacos de jamón, mientras se preparaba la cena. El comedor o salón era una pieza donde casi nunca se hacía vida, solo se mantenía como una exposicion permamente de aquellos muebles y arañas de pretencioso cristal, símbolo de un status que nunca existió.
Hoy ya no disponemos de aquellos útiles y me veo abocado a la desesperación, al uso de guantes, peúcos y gorro de dormir.
Que añoranza tengo de aquellas estufas de leña de hierro forjado que ofrecían una potente fuente de calor y que todavía estan presentes en zonas de campo y de montaña donde además, siempre se dispone de una buena chimenea donde cocinar, preparar un puchero o ver el espectaculo del fuego sin televisiones que nos den la murga.
Los braseros nunca los conocí, y ya tenian mala fama en aquellos tiempos cuando viejecitas adosadas a su mesa camilla, morian atufadas por gases que se confundían con la ya de por si, cargada atmósfera del lugar.
En cualquier caso, estoy pensando en parapetarme en el sofa con un buen edredón y arrancar una hoguera controlada, con unos cuantos libros que todavía puedan arder bien. Lo del humo no se como lo solucionaré. Tal vez deba abrir algun techo para librarme de él. Asi podré intercambiar pareceres y estrechar lazos con mis vecinos. 😉
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Un hombre sabe cuándo llega al fin de su camino; el cuerpo manda avisos, el maravilloso mecanismo que te mantiene inteligente y alerta empieza a fallar, la memoria hace todo lo posible por salvarte y adorna lo que deseas recordar de manera objetiva. Nunca confíes en la memoria, pues siempre está de parte nuestra; adorna lo atroz, dulcifica lo amargo, pone luz donde sólo hubo sombras. La memoria siempre tiende a la ficción.



“El color del recipiente donde se sirven los alimentos y las bebidas puede realzar algunos de sus atributos, como el sabor o el aroma”, explica a SINC Betina Piqueras-Fiszman, investigadora de la Universidad Politécnica de Valencia. La científica, junto a su colega Charles Spence de la Universidad de Oxford (Reino Unido), lo ha comprobado en el caso del chocolate líquido.
