Gran Bazar Estambul 2011. Contrastes y variaciones.

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Santa Sofia. Si las puertas de la percepción fueran depuradas todo aparecería ante el hombre tal cual es, infinito. William Blake.

Si alguien se pregunta de donde viene mi devoción por las puertas, solo tiene que contemplar el post anterior donde se aprecian en toda su magnificiencia las tres puertas de entrada al templo de Hagia Sofia en Estambul. Todas las puertas que despues he fotografiado, son solo una aproximación, un reflejo, de la sensación que me produjeron estas puertas, cuando las contemplé por primera vez. Esa imagen anidó en mi subconsciente y siempre intenté encontrarlas de nuevo.

El templo de Hagia Sophia es soberbio. Su antiguedad nos lleva de golpe a un pasado lleno de matices y preciosos materiales empleados con una maestria que no he vuelto a ver en ninguna otra catedral europea. El sindrome de stendhal te atrapa y te deja sin aire cuando contemplas una obra humana que ha sobrevivido desde los albores de la civilización occidental. Solo contemplar este templo, en toda su magnificencia, ya se merece una visita a Estambul y mas ahora cuando han desmontado los andamios que durante años permitieron su restauración.

Santa Sofía, la Divina sabiduria’ o Hagia Sophia es la antigua catedral cristiana de Constantinopla (actualmente Estambul, en Turquía) , convertida en mezquita en 1453 y en museo en 1935.

Dedicada a la segunda persona de la Trinidad, es una de las obras más sublimes del arte bizantino. Fue construida del 532 al 537, durante el mandato de Justiniano I en Constantinopla, capital del Imperio bizantino (hoy Estambul, en Turquía).

Sus arquitectos, Antemio de Tralles e Isidoro de Mileto, cubrieron el edificio, de planta casi cuadrada, con una cúpula central sobre pechinas. Ésta reposa sobre cuatro arcos, sostenidos a su vez por cuatro columnas. Dos semicúpulas hacen de contrafuerte de la cúpula central y los muros abiertos están asegurados por contrafuertes. Posee además unos bellos mosaicos bizantinos.

La construcción definitiva se llevó a cabo sobre la primitiva basílica de Constantino entre el 532 y el 537, durante el reinado de Justiniano, en el periodo conocido como «Primera Edad de Oro». Sus arquitectos realizaron un diseño sin antecedentes, tomando elementos conocidos (planta basilical y rotonda), pero que se unen en una estructura nueva.

Fue utilizada como iglesia cristiana durante casi mil años, desde su construcción hasta la conquista de Constantinopla por los turcos en 1453. Allí se refugiaron los aterrorizados habitantes en el ataque a la ciudad. Los otomanos la convirtieron en mezquita, agregando posteriormente los cuatro minaretes que hoy presenta, así como los medallones decorativos interiores. En 1935 fue convertida en museo, función que desempeña hasta el día de hoy.

En palabras de Agatías, los diseñadores (Artemio de Tralles era matemático, Isidoro de Mileto arquitecto) trataron de «aplicar la geometría a la materia sólida». Justiniano, según su cronista oficial Procopio de Cesarea, al ver Santa Sofía terminada exclamó: «Salomón, te he vencido».

Su arquitectura es eminentemente espacial, aunque el efecto exterior ha sido significativamente modificado por los otomanos, que lo enriquecieron con minaretes, espolones y grandes contrafuertes. La idea del edificio fue el que la gran cúpula que se iba a construir se sostuviera merced a cuatro arcos reforzados, mediante contrafuertes y semicúpulas que desviaran los empujes. Los tímpanos de los cincos arcos principales reflejan cómo se llevó el cuerpo de San Marcos a la basílica.
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La planta es un rectángulo de 77 x 71 metros. La cúpula con forma de media naranja, de 56,6 metros de altura y 31,87 de diámetro, se apoya sin tambor en cuatro pechinas y está rodeada por cuarenta pequeños contrafuertes separados por otras tantas ventanas, dando la sensación según Procopio de estar «suspendida del cielo por una cadena de oro».
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Por fuera, la masa de la gran iglesia se eleva no sin cierta armonía, pero sin demasiada gracia. La cúpula imponía una centralización bastante ajena a las basílicas del pasado, pero gracias a las pechinas y la traslación de los esfuerzos a las naves laterales, así como un refinado uso de la luz, «no parece descansar en base sólida».
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La Bella y la Bestia, de Jean Cocteau.

Basado en antiguos cuentos que nos llegan desde los albores de la civilización, el mito de la Bella y la Bestia, se ha reproducido en multiples ocasiones. En este caso, la pelicula de Jean Cocteau de 1946 es un ejercicio de belleza sublime donde lo onirico y lo surrealista se mezclan en cada plano.

El drama romantico por excelencia donde la Bestia aquejada de una terrible maldición necesita de la pura inocencia(o no) de la Bella para redimirse de sus pecados es el trasfondo del cuento. La ferocidad de la Bestia, acabara rendida ante la sublime belleza de Bella que siempre tendrá en sus manos el destino de su amor.

El argumento de la pelicula combina a la perfección la insinuación sensual y el mundo onirico moviendo a sus personajes en una trama de la que no podrán escapar. Os la recomiendo en cualquier idioma dado que la historia ya la conoceis. Por una rosa, Bella debe ser sacrificada. Está en el youtube y aqui os dejo la primera parte. Solo debeis seguir el resto de capitulos.

 

Google Art.

No dejeis de visitar el nuevo proyecto de Google, que nos ofrece una ventana a las mejores colecciones de arte de esos museos que a veces hemos traido por aquí.  

Ya no hay que desplazarse al Metropolitan Museum, ni al MoMA en New York. Google nos pone a nuestro alcance obras de las mejores pinacotecas y museos del mundo: el Hermitage en St. Petersburg, Tate Britain & The National Gallery en Londres, Museo Reina Sofia en Madrid, la Galería de los Uffizi en Florencia o el Museo Van Gogh en Amsterdam.

La maxima definición para unas obras intemporales. Salvaguardadas para siempre en el mundo digital. A salvo de los vaivenes del tiempo y de las miserias de los hombres.

http://goo.gl/oosNX

Museo Etnológico de Berlín.

El Museo Etnológico de Berlín aun siendo el mayor de Europa y uno de los mayores del mundo en este ámbito, es un museo desconocido para los miles de visitantes de Berlín. Su situación al sur de Berlín, en Dahlem, próximo al Museo de Arte Asiático, hace que al no estar dentro del circuito de la isla de los Museos, no sea visitado por las masas de turistas, lo que nos permite una visita tranquila y relajada.

Los comienzos del Museo Etnológico se remontan al «Gabinete de arte y curiosidades» de los príncipes de Brandeburgo. Ya en el siglo XVII se empiezan a coleccionar, junto a obras de arte europeas, curiosidades provenientes de tierras lejanas.

Cuenta con un fondo museístico de 508.000 objetos etnográficos y arqueológicos de África, Asia, América, Australia y Oceanía. A esto se suman grandes colecciones de documentos fotográficos, grabaciones y películas. Las exposiciones permanentes abarcan las siguientes áreas: arqueología de Mesoamérica, Centroamérica y Sudamérica, indios de Norteamérica, culturas de Oceanía y Australia, arte y cultura de África, etnología musical y museo para jóvenes y ciegos.

Su visita es obligada para los interesados en la arqueología y el arte de civilizaciones antiguas.

Ricard Opisso y la última noche en el sitio de Stalingrado.

Recuerdo bien como conocí a Opisso. Era una de aquellas noches de los 80’s donde sabias donde empezabas pero desconocías donde acabarías. En aquella época nos movíamos por el Roba Estesa, un bar musical que nos gustaba especialmente y donde nuestra cuadrilla se juntaba los viernes y sabados, cuando el dinero alcanzaba y la oportunidad era propícia.

En aquel bar pasamos muy buenos ratos y cuando la movida canalla derivaba, había otros lugares a los que acudir, como el Drugstore del Paseo de Gracia o el bar Estudiantil de la plaza Universidad, donde podias continuar a la sombra de la noche, un horita mas, unos momentos mas.

Siempre encontrabas personajes extraños. Y se cruzaban referencias y grupos dispares. No sabiendo a veces a que parte de la ciudad te podia llevar la ultima copa. Recuerdo una vez, compartiendo la trasera de una furgoneta 2 cv con los habituales y con Jordi Beltran conduciendo hacia no se sabía que última fiesta.

Una de aquellas noches acabé en un altillo creo que de la calle Provenza o Valencia, esquina con Via Layetana en una casa con unas almenas muy caracteristicas donde un desconocido y yo nos esforzabamos por reconstruir el coctel perfecto para la última noche en el sítio de Stalingrado. Un vaso de ginebra y unas gotas de limón. 

Era lo unico de que disponíamos en aquel altillo piojoso. Recuerdo que el servicio estaba fuera del piso y que la cocina era un espectaculo dantesco de mugre y destrucción.

No me quedé mucho rato. No sabía cuales eran las aviesas intenciones del individuo. Visto con el tiempo, tal vez estuve a punto de conocer el lado oscuro una noche como aquella, pero lo que si recuerdo es que la conversación giraba sobre ilustradores y autores de comic.

Y mientras yo hablaba de Moebius y de Hugo Pratt, él me mostró un cuaderno alargado, del tamaño de los nuevos monitores lcd de 24 pulgadas lleno de ilustraciones de Ricard Opisso. Lleno del sutil arte de aquel ilustrador que compartió su tiempo con Gaudi, Picasso y con tantos otros.

No recuerdo el nombre de aquel pavo. Jamás volví a cruzarme con él. Pero sí recuerdo a Opisso y a su obra.  

La galería secreta. The Underbelly Project.

Este verano se inauguró en Nueva York una nueva y espaciosa galería de arte con unas obras en cuya preparación se han invertido 18 meses. Las pinturas de 103 artistas callejeros de todo el mundo, en su mayoría grandes murales, están pintadas directamente sobre los muros de la galería.

Es una de las exposiciones más grandes jamas organizadas en un único lugar, y muchos de los participantes son figuras de renombre tanto en el mundo del arte callejero como en el sector comercial que gira en torno a él.

La galería cuya existencia era un secreto guardado celosamente. cerró la noche de su inauguración. El Underbelly Project desafía todas las normas del mundo de las galerías. Los coleccionistas no pueden comprar las obras y el público no puede verlas. La exposición se organizó de forma ilegal en una estación de metro que llevaba mucho tiempo abandonada. Sus únicos posibles visitantes son los empleados del Metropolitan Transportation Authority o los habitantes del subsuelo de New York.

Aunque se ignora donde esta la galería, se cree que es una estación de metro construida en 1929 y abandonada durante la gran depresión, bajo  la  parada de Brodadway en la linea South Fourth Street en Williamsburg. Brooklyn.