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El miércoles por la mañana, mi informador local, me advertia de la llegada de un huracán ¿?. Un huracán con acento alemán es algo que no había oído nunca y al principio me costó entenderlo, luego lo llamó big storm y ya comprendi a que se referia.
Las noticias locales del jueves, me mostraban a un hombre del tiempo y su croma lleno de agudas isobaras de color rojo amenazante llegando a las costas alemanas. Aquello no presagiaba nada bueno y como últimamente también pasan cosas en los aeropuertos alemanes, mi preocupación aumentó ante el riesgo de cierre de mi aeropuerto.
Durante el dia, los vientos aumentaron y aunque todo parecía normal, mi inquietud seguía en aumento. Temperaturas de uno o dos grados y una lluvia pertinaz dabán el toque dramático a un jueves víspera de festivo en el que tenia que volar si o si, de vuelta a mi país. Mientras tanto Hamburgo cerraba sus pistas ante el temporal por los fuertes vientos.
La alternativa no era una opción y llegados al aeropuerto nada hacia presagiar problemas. El embarque fue a su hora y la lluvia no debía ser un impedimento en un aeropuerto donde la nieve no supone mas que un pequeño retraso. Por fin enfilamos la pista y alzamos el vuelo y la maniobra de despegue fue relativamente bien, sino tenemos en cuenta los bandazos y traqueteos que sufrimos hasta alcanzar la altura de cruzero.
Todos nos relajamos y el vuelo transcurrió sin contratiempos. Escapamos por los pelos de la tormenta del siglo y pudimos disfrutar del puente de la constitución. Un viaje mas y también un viaje menos de los que me resten. Una simple anécdota que contar el lunes en la oficina. Aun asi, no dejo de sorprenderme por la magnitud del fenómeno atmosférico. Y me pregunto, ¿Cuál habrá sido el desencadenante?