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Las moscas macho cooperan con sus hermanos para aparearse.
Cuando varios machos de mosca de la fruta (Drosophila melanogaster) compiten por una hembra, esta puede resultar dañada en la disputa. Sin embargo, según un estudio en el que participa un investigador español, cuando los machos son hermanos, la agresividad del cortejo disminuye y la hembra sufre menos, por lo que puede vivir más tiempo y tiene más descendencia.
El trabajo, publicado esta semana en la revista Nature, es el primero en demostrar empíricamente que este tipo de comportamiento en el contexto de la reproducción no se produce al azar, sino que responde a un mecanismo de selección sexual denominado selección por parentesco.
Pau Carazo, uno de los autores del estudio e investigador en la Universidad de Oxford, explica a Sinc que esta conducta, aparentemente altruista, no lo es tanto. “Si los machos dañan a la hembra estarían afectando a la eficacia biológica de sus hermanos, con quienes comparten genes, y, por tanto, estarían perjudicando de forma indirecta a sus propios genes”, indica el científico español.
En muchas especies, “los machos cortejan a las hembras con tal intensidad que les producen daños morfológicos o fisiológicos, les obligan a perder energía y tiempo, e incrementa el riesgo de depredación”, continúa Carazo.
“Estos desperfectos son consecuencia de adaptaciones que le sirven al macho para ser más eficaz en su competencia con otros machos –señala–. Así se asegura de que la hembra no se apareará con otro macho, o que si lo hace tendrá menos descendencia por estar dañada, o porque se ha visto forzada a invertir casi todos sus recursos en aparearse con él”.
Por su parte, las hembras también han evolucionado para desarrollar otro tipo de adaptaciones que, a expensas de los machos, les permiten salir lo más ilesas posible del apareamiento e incrementar su eficacia biológica.
Los egoístas tienen ventaja
Esta carrera armamentística evolutiva se evitaría si todos los miembros de un grupo cooperaran entre sí. Sin embargo, este comportamiento resultaría fácilmente vulnerable. “Si todos los machos cooperasen excepto uno, el egoísta tendría más descendencia y todos los machos acabarían siendo egoístas –explica Carazo–. Es lo que se conoce como tragedia de los comunes”.
Para comprobar que esta conducta es posible en grupos de machos emparentados, los investigadores expusieron una hembra de la mosca de la fruta a tres machos que eran hermanos y a otros tres no emparentados entre sí.
En la primera situación, los individuos lucharon menos entre ellos y fueron menos agresivos con la hembra que en el segundo contexto. Así, demostraron que cuando todos los machos de un grupo son hermanos, disminuye el grado de competición y de acoso en el cortejo, lo que incrementa la vida media de las hembras y la cantidad de descendencia que tienen.
Un experimento posterior consistió en introducir en el grupo de machos dos hermanos y un individuo no emparentado con ellos. Esta vez, el resultado fue distinto para el extraño, que consiguió engendrar dos veces más crías que cada uno de los parientes.
“Nuestro estudio demuestra que la selección por parentesco ha dado lugar a machos que se comportan de forma flexible dependiendo de la estructura del grupo en el que se encuentren, es decir, dependiendo de su grado de parentesco con el resto de machos –asegura Carazo–, lo que explicaría la variabilidad que existe en la naturaleza”.
El trabajo es la primera evidencia empírica de este fenómeno que podría ser muy importante para entender la evolución del conflicto sexual. “Va a obligar a revisar mucho de lo que creíamos saber sobre la evolución de la competencia intrasexual y del conflicto sexual”, concluye.
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Fuente: SINC
Hormigas en la estacion espacial. Un desafio para Homer.
Ante la noticia del experimento con 800 hormigas que se esta realizando en la estación espacial ISS, y viendo las fotos y el texto que podeis ver siguiendo el link, no he podido sino recordar el episodio de los Simpson, donde Homer consigue formar parte del programa espacial y ser lanzado al espacio exterior para aumentar la depauperada audiencia televisiva de las misiones de la agencia espacial NASA.
En la misión, sucede un incidente con las hormigas que acaba con un experimento, parecido al que ahora han diseñado para la ISS, consistente en descubrir como se adaptan las hormigas a la ingravidez y de ello sacar conclusiones útiles para el diseño de nuevos mini robots que busquen sus propios recursos en situaciones extremas. ¿WTF?
Permitidme que os diga que el calvo de la foto, tiene todos los números para repetir la cagada de Homer y devolver la libertad a esa colonia de hormigas en medio del espacio. Aunque será una libertad alejada de los estándares que nuestras pequeñas amigas podrían esperar. En cualquier caso, veamos la secuencia de los hechos…
Comida cantonesa. Comen escorpiones y cualquier bicho viviente.
Cuando estuve de viaje por China visité Cantón, Guangzhou en chino. Se dice que en Cantón comen cualquier cosa, insectos, reptiles, perros, gatos, curiosamente no se veia ni un perro por la calle. A mi personalmente no me gustan los insectos, aunque tampoco los he probado, a esto de comer insectos se le llama entomofagia.
Como veis en este video es algo normal en algún barrio de Guangzhou, el ir a comprar a peso unos cuantos bichos para comer, vaya como nosotros cuando compramos patatas.
Avispa parasitoide (Kollasmosoma sentum) ovipositando en las hormigas (Cataglyphis ibericus)
No se porque me gustan las hormigas. Supongo que representan un refugio mental, unas vacaciones temporales de la realidad que me rodea en un macrocosmos de seres que conviven con nosotros. viven en sociedad y van a lo suyo sin importarles nada de nuestro universo. Muy probablemente, nos sobreviviran cuando hayamos acabado con el planeta.
Aqui os dejo un post del magnífico blog historias de hormigas que Jose Maria Gomez Durán alimenta desde Madrid con historias que os dejarán asombrado. Para los aficionados a las hormigas es todo un descubrimiento. Sus videos, investigaciones y aporte al conocimiento de estos insectos son todo un hallazgo.
Esta pequeña y velocísima avispa neoneurina de apenas 2 mm, parasitoide de obreras de la hormiga Cataglyphis ibericus –que describí con el profesor Achterberg en un reciente artículo– ha sido elegida entre las diez especies más singulares o raras descubiertas a lo largo del año 2011. La elección ha corrido a cargo del Instituto Internacional para la Exploración de Especies (IISE), de la Universidad estatal de Arizona, y un variado elenco de científicos que hizo la selección entre 200 especies candidatas de un total de 18000 descritas en 2011.
Esta lista de 10 especies se da a conocer, desde hace varios años, cada 23 de mayo coincidiendo con el aniversario del nacimiento de Linneo. Pretende ser una llamada de atención sobre la necesidad de seguir explorando y conservando la riquísima biodiversidad de nuestro planeta.
Ha sido una noticia inesperada y sorprendente. Esta nueva avispilla la encontramos a 80 metros del despacho que ocupo en mi centro de trabajo de Madrid. Las observaciones sobre su comportamiento ovipositor las llevamos a cabo durante mes y medio, en las horas caniculares del verano, en un erial de 100 metros cuadrados. Todo era minúsculo, reducido, limitado. Y todo acontecía a velocidad de vértigo: 5 centésimas de segundo tardaba Kollasmosoma en inyectar su huevo en el gastro de Cataglyphis. Allí, en el erial, esta avispa parasitoide mostraba, es verdad, morfologías y comportamientos insospechados surgidos hace millones de años en su interacción ininterrumpida con la hormiga parasitada.
Read more: http://historiasdehormigas.blogspot.com/…
Terry Pratchett, en la serie de Mundodisco.
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«El sol estaba cerca del horizonte. Las criaturas de vida más corta de todo el Mundodisco eran las cachipollas efímeras, que apenas si duraban veinticuatro horas. Dos de las más viejas zigzagueaban sin rumbo fijo, sobre las aguas de un arroyo de truchas, discutiendo acerca de historia con algunos de los miembros más jóvenes de la nidada vespertina.
—En estos tiempos, el sol ya no es el que era —dijo una de ellas.
—En eso no te falta razón. En las horas de antes sí que había un sol como debe ser. Era todo amarillo. No como esa cosa roja.
—Y también estaba más alto.—Es verdad, tienes razón.
—Y las ninfas y las larvas te mostraban un poco de respeto.
—Muy cierto, muy cierto —asintió la otra cachipolla efímera con vehemencia.
Las cachipollas más jóvenes escuchaban con educación.
—Recuerdo —prosiguió una de las moscas viejas— cuando todo lo que abarcaba la vista eran praderas.Las cachipollas jóvenes miraron a su alrededor.
—Siguen siendo praderas —aventuró una de ellas tras un cortés intervalo.
—Recuerdo cuando eran praderas mejores —replicó bruscamente la vieja.
—Sí —asintió su colega—. Y también había una vaca.
—¡Es verdad! ¡Es verdad! ¡Me acuerdo de esa vaca! Estuvo justo allí durante…, oh, durante cuarenta o cincuenta minutos. La recuerdo bien, era marrón.
—Ya no hay vacas así en estas horas.
—Ya no hay siquiera vacas.
—¿Qué es una vaca? —preguntó una de las jovencitas.
—¿Lo ves? —replicó la cachipolla vieja en tono triunfal—. Así son las moscas modernas.
—Hizo una pausa—. ¿Qué estábamos haciendo antes de empezar a hablar sobre el sol?
—Zigzaguear sin rumbo fijo sobre las aguas —dijo una de las moscas jóvenes.
No estaba del todo segura, pero era una suposición con visos de probabilidad.
—No, antes de eso.—Eh…, nos estabas hablando sobre la Gran Trucha.
—Ah, sí. Eso. La Trucha. Bueno, veréis, si has sido una buena cachipolla efímera, si has revoloteado bien arriba y abajo…
—… prestando atención a los ancianos, que saben más que tú…
—… si, prestando atención a los ancianos, que saben más que tú, entonces, al final, la Gran Trucha…Clop.Clop.
—¿Sí? —inquirió una de las moscas más jóvenes.No recibió respuesta.
—¿Qué pasa con la Gran Trucha? —quiso saber otra mosca, nerviosa.
Contemplaron la larga serie de anillos concéntricos que se expandían en el agua.
—¡El signo sagrado! —exclamó una cachipolla—. ¡Recuerdo que me hablaron de eso! ¡Un Gran Círculo en el agua! ¡Ése será el signo de la Gran Trucha!
La más vieja de las cachipollas jóvenes contempló el agua, pensativa.
Empezaba a darse cuenta de que, al ser la mosca de más edad entre las presentes, le correspondía el privilegio de revolotear más cerca de la superficie.
—Se dice —empezó la cachipolla que volaba en la parte superior de la zigzagueante multitud— que, cuando la Gran Trucha viene a buscarte, vas a una tierra donde abunda…, abunda…
—Las cachipollas efimeras no comen. No sabía cómo seguir—. Donde abunda el agua —terminó como pudo.
—Debe de ser verdad —asintió la mosca más vieja
—Pues allí se debe de estar muy bien —siguió la joven.
—¿Sí? ¿Por qué?
—Porque nadie ha querido volver aquí. »