El Bang Bang club.

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The Bang Bang Club fue una etiqueta asociada principalmente con cuatro fotógrafos activos en los municipios de Sudáfrica entre 1990 y 1994, durante la transición del sistema de apartheid al gobierno basado en el sufragio universal. Este período vió mucha violencia entre facciones  negras, sobre todo, los combates entre la ANC y el IFP, tras el levantamiento de las prohibiciones de ambos partidos políticos.

Kevin Carter, Greg Marinovich, Ken Oosterbroek, y João Silva fueron los cuatro fotógrafos asociadas con el nombre, aunque un número indeterminado de fotógrafos y reporteros gráficos trabajó junto a ellos (como James Nachtwey y Gary Bernard).

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El nombre de » The Bang Bang Club» nació a partir de un artículo publicado en la revista sudafricana Living. Originalmente llamado The Bang Bang Paparazzi , fue cambiado a » Club» debido a que los miembros consideraron que la palabra paparazzi tergiversaba su trabajo. El nombre proviene de la propia cultura en que vivian. Los residentes de los municipios hablaron a los fotógrafos sobre el » bang-bang «, en referencia a la violencia que ocurre dentro de sus comunidades , pero más literalmente, » bang-bang » se referia al sonido de los disparos y es un término coloquial utilizado por los fotógrafos de conflicto.

Sus fotografías en aquellos años convulsos en Sudáfrica, contribuyeron a desenmascarar la guerra sucia de las fuerzas de seguridad del gobierno blanco, que proporcionaban armas y entrenamiento a las facciones rivales, a cambio de colaborar con ellos en el intento de destruir al partido de Nelson Mandela, el Congreso Nacional Africano o CNA.

Dos miembros del club ganaron el premio Pulitzer por sus fotografías. Greg Marinovich ganó el Pulitzer de Spot News Photography en 1991 por su cobertura de la matanza de Lindsaye Tshabalala en 1990. Kevin Carter ganó el Pulitzer de Fotografía en 1994 por su fotografía, en 1993 de un buitre que parecía estar acechando a una niña casi muerta de hambre en un campamento de ayuda humanitaria en el sur de Sudán.

“Noté que el sol se encontraba detrás del hombre en llamas”, escribió el fotógrafo Greg Marinovich respecto a cómo capturó el momento que lo hizo ganar el Premio Pulitzer en 1991. “El medidor de luz de la cámara no funcionaba por lo que abrí la rendija completamente: f5.6 debería ser suficiente”.The bang bang club

El 18 de abril de 1994, durante un tiroteo entre la Fuerza de Pacificación Nacional y africanos partidarios del Congreso Nacional en el municipio Thokoza , fuego amigo mató a Oosterbroek e hirió gravemente a Marinovich .

En julio de 1994 , dos meses mas tarde de la muerto de Oosterbroek, Carter se suicidó. El 23 de octubre de 2010, Silva pisó una mina mientras patrullaba con soldados estadounidenses en Kandahar, Afganistán y perdió ambas piernas por debajo de la rodilla. Se trataba de la segunda vez que habia sido herido en una zona de guerra.

Publicado en el 2000, el libro El club del bang bang, es considerado de lectura obligada para cualquier periodista que se dedique al fotoreportaje o en cualquier caso, a realizar su trabajo en zonas de conflicto.

Una película sobre el grupo, dirigido por Steven Silver y protagonizada por Taylor Kitsch, Ryan Phillippe y Malin Akerman, se estrenó en el Festival Internacional de Cine de Toronto en 2010.

Yo la vi ayer y me impresionó por la gran historia de estos héroes casi siempre anónimos. Ahora busco el libro de forma compulsiva. Este post, es solo un refrito. Una pincelada de las vidas desgarradoras de estos cuatro fotógrafos que podeis encontrar en la web a poco que escarveis.

Fuentes:

http://en.wikipedia.org/wiki/Bang-Bang_C…

http://www.pagina12.com.ar/2000/suple/ra…

Ricoh GR. Bracketing de efectos.

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Sigo disfrutando como un enano con la Ricoh GR. Y aunque todavía no domino todos los menus, creo que con el tiempo, conseguiré hacerme con ella. Al fin y al cabo, ahora el problema no son las capas de settings de profundidad insondable de la Olympus sino el combinar las mejores opciones que se adapten a mis necesidades.

Ahora voy ligero y con un discreto equipaje. Nadie se da cuenta de que le estoy fotografiando. Y los paseos son una aventura para descubrir la maravilla que se esconde dentro de esta cámara en la que todo cabe y en la que todo esta todavía por descubrir. Ya llevo unos cientos de fotos y esto solo esta empezando.

De momento, y aunque todavía encuentro demasiado grano y el enfoque no lo acabo de entender, hoy he probado una nueva opción mágica en My settings 1 que es el realizar el bracketing de efectos. Como sabeis el bracketing siempre se ha usado para conseguir esos magnificos HDR’s que se ven por ahí. En su tiempo lo probé pero ya hace tiempo que solo me motivan las fotos de calle. Pero en la ricoh también puedes escoger tres efectos distintos para hacer el bracketing.

Como os decía, he usado los efectos de blanco y negro de alto contraste, proceso cruzado y película positiva. La verdad es que no se cual me gusta más. Venga, dejad vuestros comentarios y dad vuestra opinión. 😉

 

Beauty. Por Rino Stefano Tagliafierro

 

Tómense un rato en este domingo de febrero de 2014 para observar la reinterpretación de los clásicos que Rino Stefano nos trae desde su taller. A continuación una libre traducción del italiano de las palabras de Giuliano Corti y su manifiesto.

«Sobre la belleza , siempre ha sobrevolado la nube del destino y del tiempo devorador.

La belleza ha sido invocada , re-imaginada y descrita desde la antigüedad como un momento fugaz de felicidad y plenitud inagotable de vida, condenada desde el principio a un redentor final todavía trágico.

En esta interpretación por Rino Stefano Tagliafierro , esta belleza vuelve de nuevo mediante la fuerza expresiva de los gestos que brotan de la inmovilidad de la lona, la animación de un sentimiento perdido y fijado en las obras maestras . Como si esas imágenes que la historia del arte nos ha brindado como movimiento congelado, puedan hoy volver a la vida gracias al fuego de la invención digital.

Una serie de imágenes bien elaboradas de la tradición pictórica más hermosa (desde el Renacimiento hasta el simbolismo de finales del siglo XIX , a través de los gestos , el paisaje , el romanticismo y el neoclasicismo) se yuxtaponen de acuerdo con una intención que persigue el sentimiento detrás del velo de las apariencias.

Una inspiración que nos da un sentido de la fugacidad y la brevedad de la existencia, que el autor interpreta como la trágica dignidad de un desencantado, capaz de captar el sentido mas profundo de una imagen. La belleza de esta interpretación es el compañero silencioso de la vida que inexorablemente se revela en la sonrisa de un niño, a través del éxtasis erótico, hacia la mueca de dolor que cierra un ciclo que se repite ad infinitum.

Significativo, de este punto de vista , son el comienzo de un amanecer romántico en el que grandes pájaros negros vuelan hacia la puesta de sol mas allá de las ruinas góticas que completan la estampa, una obra del tiempo fugaz.»

Giuliano Corti

Los buitres, esas desconocidas aves carroñeras.

 

La pasión del protagonista de esta historia, Manuel Aguilera Sanz, son los buitres y a ellos les ha dedicado su vida . De colegial hacia novillos para observarlos, ahora es un reputado experto en buitres y presidente de Fondo Amigos del Buitre.

Sabíamos que es posible acompañarle en alguna de sus actividades, después de varios intentos contactamos con él y nos citamos un sábado por la mañana en el bar de un camping de la sierra de Guara en Huesca. Manuel es una persona afable, seria y rigurosa, mientras tomábamos un cortado me referí a los buitres llamándoles “bichos”, rápidamente me hizo saber que si había allí algún bicho éramos los humanos y no los buitres, me di por enterado.

El plan era acompañarle a un muladar en la pedriza de Santa Cilia de Panzano y poder ver de cerca los buitres que él alimenta regularmente. El grupo lo formábamos 2 holandeses, 4 ingleses, Montse, yo, Manuel y un ayudante con su perro.

Dar de comer a los buitres no es fácil, Manuel conducía un coche familiar con remolque, en el remolque llevaba despojos de animales, que previamente había recogido de un matadero. Después de aproximarnos con los coches hasta donde permite la carretera, hubo que pasar los despojos a 2 carretillas (que llevaban él y su ayudante). Caminar por el monte y subir por una pedriza cargado con una carretilla es duro. El perro se quedó junto a los coches para evitar el conflicto con los buitres.

Manuel nos explicó que no debíamos temer a los buitres ya que estos se alimentan solo de animales muertos pero que cuando estuviéramos entre ellos nos quedáramos agrupados, sentados en el suelo sin movernos demasiado y nada de intentar tocarlos si no queríamos perder algún dedo.

A medida que nos acercábamos, empezaron a sobrevolarnos buitres leonados, quebrantahuesos y alimoches, sabían que llegaba la comida, ojalá  fuera cierto que solo comen carne muerta, cuando Manuel empezó a tirarles la comida nosotros nos sentamos y pronto estuvimos rodeados, el espectáculo era total, Manuel que se había puesto un impermeable rojo, iba lanzando trozos de carne y los buitres iban a por ellos, muchos por el suelo y otros desde el aire, la lucha era feroz, también les tiraba algunos huevos que desaparecían apenas se estrellaban contra el suelo.

Después de acabarse la comida fue cuando los buitres empezaron a observarnos con más interés, cuando alguno de nosotros se acercaba para buscar una buena foto, ellos, inmóviles te miraban con intensidad.

Al final, Manuel, nos invitó a que nos fuéramos alejando despacio, entonces vimos y oímos cómo se despedía de ellos, “adiós Pinto, adiós Negro…”. Recuerdo que Manuel nos contó que durante muchos años un viejo buitre le esperaba al principio del camino, todos los días que tocaba visita.

Acabamos la mañana en Santa Cilia de Panzano visitando el Centro de Interpretación y Museo del Buitre, donde aprendimos algo más sobre los buitres. Nuestro objetivo estaba cumplido, visitar un muladar y ver de cerca buitres, quebrantahuesos y alimoches, tan de cerca los vimos que ya no pienso que sean feos, pienso que son unas magníficas aves.

 

 

Citas. Daido Moriyama.

 

Daido Moriyama once said “when I go out into the city I have no plan. I walk down one street, and when I am drawn to turn the corner into another, I do. Really I am like a dog. I decide where to go by the smell of things, and when I am tired, I stop.” Talk about simplifying things, it’s really that simple – trust your instincts, simplify your gear, and enjoy your photography.

Una gilipollez.

 

En torno a la palabra violencia circulan tantos intereses, y tan bastardos, que de vez en cuando conviene reflexionar sobre su significado. ¿Es violencia, por ejemplo, que el precio de la electricidad dependa de una subasta? Si tenemos en cuenta que este invierno muchas familias están pasando frío porque no pueden pagar el recibo de la luz, quizá ese tráfico de vatios constituya una forma de violencia atroz, aunque se ejerza desde detrás de una mesa de caoba, oliendo a Armani y con un sello de oro en el dedo anular. Ahora mismo hay muchos bebés amoratados, con bronquitis, muchos bebés y muchos ancianos pasando un frío espantoso debido a los movimientos especulativos de empresas que actúan prácticamente en régimen de monopolio. Esta clase de violencia criminal no está incluida en la nueva Ley de Seguridad Ciudadana, pero hace mucho daño, a veces mata. Nos escandaliza sin embargo más un contenedor de basura chamuscado. En estos momentos, hay en las cárceles o en las comisarías chicos y chicas detenidos porque sí, por reclamar lo evidente o porque pasaban por allí.

Bueno, en el espacio de una columna cabe lo que cabe, pero sobran ejemplos de violencia institucional. La del precio del gas, sin ir más lejos. También es violencia, creemos, robar el dinero a los contribuyentes para entregárselo a los bancos. O amnistiar a los grandes defraudadores. Un caso de violencia sin límites es la biografía reciente de Blesa, que mientras hundía Caja Madrid se subía el sueldo y estafaba a los pequeños ahorradores, y daba órdenes obscenas desde su Ferrari y sus yates, todo ello sin dejar de matar mamíferos de 400 quilos con su rifle de diez mil euros, obsequio de la casa. Al ministro del Interior le conmueve ver un escaparate roto, pero un escaparate roto, amigos, es una gilipollez comparado con un correo electrónico de Aznar.

 

Autor: Juan José Millás. El País.