Un nutriente de los tomates cocinados es capaz de ralentizar el crecimiento, incluso matar, a las células del cáncer de próstata. Así lo ha demostrado en el laboratorio un equipo de científicos de la University of Portsmouth, en Reino Unido, cuyo trabajo se publica en la especializada ‘British Journal of Nutrition’.
MADRID, 31 (EUROPA PRESS)
En concreto, el grupo liderado por Mridula Chopra ha probado el efecto de un nutriente conocido como licopeno sobre el mecanismo simple a través del que las células del cáncer ‘secuestran’ el suministro de sangre saludable de un organismo con el objetivo de crecer y extenderse.
Descubrieron que el licopeno, la sustancia que le proporciona a tomate su característico color rojo, intercepta la capacidad del cáncer para realizar las conexiones que requiere para atacar al suministro de sangre saludable. Ahora, investigadores de la Facultad de Farmacia y Ciencias Biomédicas de esta universidad están pidiendo test para analizar si esta misma reacción se da en el cuerpo humano.
Según ha precisado Chopra, líder del estudio, «se ha demostrado que esta reacción química simple se produce con concentraciones de licopeno que pueden conseguirse fácilmente comiendo tomate preparado».
El licopeno está presente en todas las frutas rojas y verduras, pero sus mayores concentraciones se dan en los tomates y se muestra más fácilmente disponible y biológicamente activo cuando procede de tomate preparado, añadiéndole una pequeña cantidad de aceite para cocinar.
«Quiero recalcar que nuestros tests se realizaron en tubos de ensayo de un laboratorio y que serán necesarias más pruebas para confirmar estos descubrimientos», apunta.
Sin embargo, puntualiza, «las evidencias de laboratorio que hemos encontrado son claras: es posible interceptar el mecanismo simple que algunas células cancerígenas utilizan para crecer a concentraciones que pueden alcanzarse consumiendo suficiente tomate cocinado», dice.
Esta investigación ha recibido fondos de la empresa Heinz, que pidió que los científicos siguieran adelante con anteriores estudios que mostraban un significativo incremento de los niveles de licopeno en muestras de sangre y semen en sujetos que consumieron 400 gramos de tomate preparado durante dos semanas.
Las células cancerígenas pueden permanecer inactivas durante años hasta que su crecimiento se activa a través de la secreción de químicos que inician el proceso de vinculación de las células cancerígenas con las endoteliales (células sanas guardianas que cubren los vasos sanguíneos), permitiendo a las células del cáncer alcanzar y atacar al suministro sanguíneo.
Todas las células cancerígenas utilizan un mecanismo similar (la angiogénesis) para ‘alimentarse’ de un suministro sanguíneo sano, pero los investigadores han subrayado la importancia de este mecanismo para el cáncer de próstata, porque el licopeno tiende a acumularse en los tejidos de próstata.
«Lo importante es que suficiente licopeno llegue donde debe. Sabemos que, en el caso de los tejidos de próstata, lo consigue», apunta, añadiendo que su equipo «ha probado esto en el laboratorio, pero que no sabe todavía si se producirá la misma acción en el organismo».
Fuente: El Economista