Las cervezas circulaban a cinco dólares durante la hora feliz en Past Perfect, un cavernoso local situado cerca de la zona de bares y tiendas para turistas de Nashville (Tennessee), cuando Adam Rigenberg entró con una pistola de nueve milímetros cargada en el bolsillo delantero de sus pantalones grises.
Rigenberg, asesor tecnológico, es uno de los casi 300.000 titulares de un permiso de armas del Estado que han visto cómo recientemente se ampliaban enormemente sus derechos gracias a una nueva ley -una de las primeras en EE.UU.- que les permite llevar armas de fuego cargadas en bares y restaurantes que sirven alcohol. «Si alguien me apunta con una pistola a la cara, no voy a confiar en que su caridad me salve la vida», afirma Rigenberg, de 30 años.
Tennessee es uno de los cuatro Estados, junto con Arizona, Georgia y Virginia, que han aprobado recientemente leyes que permiten la entrada de armas cargadas en los bares. Las nuevas medidas de estos Estados llegan después de dos históricos fallos del Tribunal Supremo que dictaminan que los ciudadanos tienen derecho a poseer una pistola cargada para defender su casa.
Según la nueva ley de Tennessee, los titulares de un permiso de armas supuestamente no deben tomar alcohol mientras llevan una. Pero sus derechos dicen que esa cláusula no es ninguna garantía de seguridad.
La ley permite a los propietarios de restaurantes y bares prohibir a los clientes que lleven armas dentro de sus establecimientos colgando un cartel a la entrada. Pero muchos restaurantes son reacios a ahuyentar a esta clientela potencial.
Hasta el momento, la ley solo se ha visto cuestionada en una ocasión. La queja, presentada por un camarero anónimo, sostenía que permitir la entrada de armas en un bar crea un ambiente de trabajo poco seguro. Su protesta fue desestimada por el Departamento de Seguridad y Salud Laboral del Estado. «Un arma oculta y cargada en un bar es un peligro reconocido», señala David Randolph Smith, el abogado que representa al camarero. «Tengo derecho a entrar en un restaurante o un bar y que no haya personas armadas. Y, por supuesto, el camarero tiene derecho a un lugar de trabajo seguro».
Sin embargo, en Bobby’s Idle Hour, Mike Gideon no cree que las pistolas en los bares sean peligrosas. «Los poseedores de un permiso de armas tienen los historiales más limpios de la zona», señala Gideon de 54 años. «Al tipo que piensa cometer una fechoría no le preocupa lo más mínimo la ley».






En Boulder(Colorado) una prospera ciudad universitaria con mentalidad ecológica, se está desarrollando uno de los más extraños experimentos de la historia reciente del capitalismo de EE.UU., el primer intento de autorizar, gravar y regular plenamente el lucrativo comercio de marihuana.

En el año 1986 David Lynch nos asombró con su pelicula Blue Velvet (Terciopelo Azul), lo había hecho anteriormente con Eraserhead y The Elephant Man, pero Blue Velvet se convirtió junto a Lynch en objeto de culto.
Los aparatos denominados GenShocks, que se puden instalar en los vehículos normales y en los híbridos, reducen el consumo de carburante entre un 1 y un 6%, asegura Shakeel Avadhany, el consejero delegado de la empresa de Cambridge, Massachusetts.
Durante esta gloriosa racha de buena suerte, no ha hecho ni una sola apuesta. «Es literalmente dinero que me he encontrado». Pasa mas de 10 horas al día allí, pasando miles de billetes de apuestas por un escáner buscando el tesoro perdido de otra persona.
Empezó a buscar frenéticamente su billete, pero no lo encontró, entonces el encargado del local le permitió llevarse toda la basura a su casa para poder buscar su billete ganador.

Kathleen Taylor, catedrática de St.Mary’s College de California, afirma que un modo de dar un empujón a las neuronas consiste en desafiar esas mismas suposiciones que tanto les ha costado acumular durante la juventud enfrentándose a pensamientos que son opuestos a los suyos propios.