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La eclosión de los mercadillos es algo que se viene gestando hace años ya. Recuerdo que algunos miembros de mi familia sufrían una frenética compulsión por todo mercadillo que se celebrase en Catalunya. Recuerdo que fuimos varias veces al mercat del Trasto en Torello, o al mercadillo de Tordera o el de Vic. O tantos otros que ahora no recuerdo.
Realmente, cada domingo del año, puedes encontrar en algún mercadillo esa ganga que ansias tener. Ese oscuro objeto de deseo que buscas en tiendas de internet pero que tal vez encuentres a la vuelta de la esquina. Son precios comedidos que no significan un gran estipendio y si los revendes, no te sacarán de pobre, pero que completan o enriquecen esas colecciones eclécticas que anidan en tu casa.
Como decía, últimamente, también yo me he aficionado a rebuscar cámaras antiguas, buscar viejos juguetes, una maquina de escribir olivetti o conseguir un buen tocadiscos para rescatar mis viejos vinilos. Tal vez sea un ejercicio nostálgico más. Una vuelta a una infancia perdida y lejana ya, de la cual añoramos pocas cosas. Tal vez, si. Echamos de menos la magia de sentirnos nuevos cada día. Sin ningún lastre, ni obligación. Un espacio de libertad mental que solo se dá en aquellas edades.
Hoy en Barcelona, se celebraban el Flea Market de la Plaza Blanquerna y en la estación de Francia el Lost & Found Market. Hemos visitado los dos en una mañana y en el Flea encontré este hermoso caballo de madera. Se puede abrir para guardar cosas en su interior. Como un pequeño caballo de Troya, ha entrado en mi casa para quedarse. Aunque tal vez lo venda, si recibo una buena oferta !!. Lo he buscado por imagen en el Google sin resultado. Estamos hablando de una pieza singular…