Como 2011. Hermosas vistas.

Viaje estresante, atrapado en los contubernios de Iberia en Barcelona. Me pregunto porque todos los vuelos de Iberia en Barcelona deben ser servidos por la compañia mas infame, vueling. El aeropuerto de Barcelona debe ser de segunda clase, dado que pagando un vuelo normal, siempre acabas en una low cost. Spanair, Ryanair, Vueling, son todas compañias donde se trata a los clientes como ganado.

Donde la distancia entre asientos esta recortada con respecto a cualquier estandar Europeo. ¿Acaso hemos vuelto, en alguna clase de tunel del tiempo, al medievo donde la altura media era 1m 50cm? Señores de vueling… , ¡¡ no me caben las rodillas, ni las piernas en ese asiento de tortura que ud’s han pergeñado en sus aviones !!. ¡¡ Es tan penoso el trato que nos dispensan y que encima, ahora se permitan la libertad de tutearnos !!

Señor Piqué, el servicio que ofrece su empresa es de lo mas záfio que se puede recibir de una compañia aerea Europea. Y aunque, me sorprenda a mi mismo, ¡¡No!!. No quiero que alguien que me está maltratando, me tutee.

Una vez superados los malos momentos en el avión, y tras un par de horas de autocar, llegamos al lago Como donde tuve la oportunidad de realizar esta pocas fotos durante los brakes de rigor.

Tambien disfrutamos de la gastronomia del lugar, cenando en Salice Blu en Bellagio. Donde su chef Luigi Gandola nos deleitó con una cena de cinco platos más postre, a cual mas espectacular.

Duro trabajo fué, hacer justicia a aquel menú descomunal. Entre la nutrida sopa de pescado y la faraona, nos pusieron un helado de sorbete para desengrasar…

Viajando por Colombia: El Parque Arqueológico de San Agustín.

Las culturas prehispánicas de América más importantes son La Inca, La Maya, y La Azteca. Sin embargo, existen también otras culturas precolombinas mucho menos conocidas pero que merecen atraer la atención por la grandeza y belleza de sus vestigios. Tal es el caso de la cultura de San Agustín, cuya milenaria herencia de piedra podemos hoy admirar en Colombia dentro del departamento del Huila.

Cerca de los paramos donde nacen juntos los ríos Magdalena, Cauca, Patía y Caquetá, montañas frías habitualmente cubiertas de neblina y azotadas por la llovizna, se encuentran los monumentos de la civilización de San Agustín.

Allí vivió un pueblo que solo conocemos por sus restos arqueológicos y que desarrolló una cultura que si, por un lado, ha sido un misterio, por otro nos aclara muchas realidades sobre la antigüedad del hombre en América, sobre las vías que pudo seguir la inmigración asiática a este territorio y sobre el grado que pudo lograr en su cultura espiritual.

Las rocas volcánicas lanzadas a gran distancia por los volcanes cercanos, actualmente extinguidos, fueron una tentación irresistible para los escultores del lugar, más de 500 estatuas salpican las verdes montañas que rodean San Agustín. Muchas de ellas son figuras antropomórficas; las hay muy realistas y otras que parecen monstruos enmascarados. Otras representan animales sagrados como el águila, el jaguar y la rana.

Poco más se sabe sobre los antiguos pobladores de San Agustín. No tenían un lenguaje escrito y habían desaparecido siglos antes de la llegada de los europeos.

Cuando se produjo la Conquista, los monumentos funerarios que siglos atrás habían sido hechos en el valle que domina el primer curso del río Magdalena, yacían abandonados por circunstancias que todavía no se conocen bien. Una densa vegetación poco a poco, había cubierto de bosques el territorio ancestral que durante milenios, fuera el hábitat de una de las culturas prehispánicas más importantes de Colombia.

Los sitios donde anteriormente se había erigido los centros ceremoniales dedicados a culto funerario, o los lugares de habitación y los campos de cultivo, desaparecieron por la acción incontrolada de la naturaleza especialmente feroz en este medio.

Esa misma naturaleza nos obsequio con un pequeño diluvio cuando visitábamos el parque arqueológico. Mientras esperábamos que escampara, Jorge, nuestro guía en el parque, nos contó sobre los OVNIS que visitan la zona desde tiempo inmemorial. También nos hablo sobre la energía y el misterio que envuelve a San Agustín que atrae cada año a muchos seguidores de lo mágico y sobrenatural. Por ultimo conocimos la posibilidad que teníamos de hacer nuestro viaje astral particular si tomábamos un potente alucinógeno (ayahuasca), que  podíamos  encontrar en la zona.

Nieva en el Mont Blanc Hotel Village.

En febrero 2006 estuve en el Mont Blanc Hotel Village y se pasó dos dias nevando con una furia inusitada. Supongo que es lo normal en febrero en el Valle d’Aosta al pie del Mont Blanc. Recuerdo un lugar encantador, con todas las comodidades para pasar unos dias alejados de la ciudad. Donde poder practicar cualquier deporte relacionado con el montañismo y la nieve o simplemente, disfrutar de una buena mesa observando como la tormenta lo cubre todo con su manto blanco.

Las vistas eran impresionantes aunque aquellos días no fueron los mas propicios. Definitivamente, mi camara digital del 2006 no daba mas de si y el clima no acompañaba. Ademas de trabajar duramente, 🙂 realizamos una excursión en motos de nieve, que nos llevó a un refugio de montaña donde compartimos mesa con los guias del lugar. El plan previsto era bajar del refugio sin las motos, realizando un trekking nocturno, pero las condiciones no eran las adecuadas y aquella opción quedó descartada.

Al día siguiente, dejamos la montaña y fuimos a visitar Arona en el Lago Mayor, y disfrutamos del tipismo de Novara y de su gente. Si teneis la oportunidad de estar por allí,  no dejeis de comprar queso parmesano en cualquiera de las muchas tiendas que encontrareis.

 

  • Toraja
 Mont Blanc Hotel Village

Que frio hacía. Se impone llevar ropa tecnica adecuada para la nieve y botas de montaña. Estuvo 2 dias nevando sin parar y el cielo era oscuro y gris.

 Arona Novara

En Arona se puede pasear, hacer shopping y comprar esas magnificas especialidades italianas. Todo la ciudad esta pensada para que no te vayas sin haber dejado tus euros.

Viajando por Colombia: Los indios guambianos y el mercado de Silvia.

Silvia es un pueblo de montaña, situado a unos 53 km al noroeste de Popayán, es el centro del territorio guambiano. Los guambianos es uno de los grupos indígenas más tradicionales de Colombia, conservan y obedecen sus milenarias leyes que datan del período pre-incaico, la comunidad entera suma unas 23.000 personas.

Hablan su propia lengua, la educación es bilingüe; visten sus ropas tradicionales, tanto hombres como mujeres llevan sombreros, faldas y botas, y aún usan técnicas de cultivo rudimentarias. También son excelentes tejedores.

Los martes, día de mercado, se desplazan a Silvia a vender sus frutas, verduras y artesanía; es, sin dudad alguna, el mejor día para visitar el pueblo.

Los guambianos son una comunidad muy bien organizada y prospera. En la reforma de la constitución colombiana en 1991 se les concedió autonomía sobre su territorio. Ellos tienen su propia jurisprudencia y quien vive en territorio guambiano debe vivir según las normas guambianas.

El mercado empieza al amanecer y se prolonga hasta la tarde. No es un mercado turístico, predominan las frutas y verduras, la carne cruda, la ropa y los zapatos baratos.

Viajando por Colombia: Los jeeps Willys.

Durante nuestra visita al eje cafetero en Colombia, el jeep Willys fue nuestro medio de transporte. El Willys fue creado durante la II Guerra Mundial. El ejército de los Estados Unidos pidió a los fabricantes de vehículos estadounidenses que construyeran un vehículo pequeño, con tracción a las cuatro ruedas que pudiera servir para diferentes tareas y misiones.

Con su peso ligero y su fuerza, llegaban hasta donde ningún otro podía hacerlo. El Willys contaba con un potente motor de 60 caballos y una carrocería versátil: era fácil de ensamblar y montar en momentos difíciles y sin mucha herramienta, ademas podía adaptarse a diversos usos: para instalar artillería o para transportar heridos, carga o pasajeros.

El WilIys fue una herramienta clave en la victoria de los Aliados en la Segunda Guerra Mundial, al permitir a los soldados recoger heridos y llevar armas y pertrechos a zonas difíciles.

Los primeros Willys llegaron a Colombia justo después de la guerra, hacia 1946, eran vehículos militares que fueron reconstruidos y vendidos a diferentes países de Latinoamerica, se popularizaron a comienzos de los cincuenta, cuando el gobierno de Rojas Pinilla importó 10.000 unidades para incentivar el desarrollo campesino en la zona andina. Allí, en el eje cafetero y las cordilleras nacionales, el Jeep Willys se adaptó como si hubiera sido hecho especialmente para estos terrenos duros y escarpados. Todavía en la actualidad se pueden ver Willys modelo 54 o 56 cargados con trastos, con familias enteras o con kilos y kilos de plátano, arroz, café o materiales de construcción.

Desde aquí un homenaje a los Willys, que después de 70 años de vida dura y guerrera, después de ser reconstruidos y remendados infinidad de veces, continúan rodando por los duros caminos colombianos.