El 22.11.2013 se cumplen 50 años del asesinato del 35º presidente de los Estados Unidos, John Fitzgerald Kennedy el 22 de noviembre de 1963 en Dallas, Texas, a manos de Lee Harvey Oswald.
Pero no es de John F. Kennedy y de su asesinato de lo que quiero hablar si no de la penúltima novela del maestro Stephen King titulada 22/11/63, la fecha del asesinato de J.F.K.
Stephen King hace tiempo que tiene un lugar destacado en el Olimpo de escritores, es el autor de obras maestras como: It, El misterio de Salem’s Lot, Cementerio de animales, Cujo, Misery, Dolores Claiborne y muchas más aterradoras novelas que devore en mi tierna infancia. Pero después de algunos desencuentros que tuvimos, deje de leer sus libros. Sin embargo siempre estuvo presente en mi memoria y cuando me llegaron comentarios muy positivos sobre su novela 22/11/63 me apeteció volver a leer al maestro.
La comencé con un poco de reparo porque trata sobre los viajes en el tiempo y este es un tema muy trillado que para mí acostumbra a ser confuso y pesado, sin embargo en esta novela King lo presenta de una manera original y sencilla.
Como ejemplo solo tres apuntes, el viaje nos lleva siempre al mismo lugar y fecha del pasado, en el presente solo pasan unos minutos aunque estés años en el pasado y por último, cada vez que vuelves al pasado se produce un reset de las actuaciones anteriores del viajero en el tiempo.
Con estos principios, King nos cuenta una historia original que te engancha de principio a fin, transcurre en la época del asesinato de J.F.K y nos muestra magistralmente cómo eran los EEUU de finales de los 50 y principios de los 60.
Si hay algo que objetar a la novela es que en la parte central nos cuenta muchas cosas de las que podríamos prescindir y ahorrarnos algunas de las 859 páginas que tiene la edición de bolsillo. Sin embargo, para mí, este es uno de los grandes libros de Stephen King.
El 7 de noviembre de 2013 se cumple el centenario del nacimiento de Albert Camus (1913 – 1960), fue un novelista, ensayista, dramaturgo, filósofo y periodista francés nacido en Argelia en una familia de colonos franceses (pieds-noirs).
Camus murió el 4 de enero de 1960 a los 47 años, en un accidente de coche cerca de Le Petit-Villeblevin, sobre cuyas causas se han publicado posteriormente especulaciones no confirmadas.
Entre su variada obra destacan obras maestras como El extranjero (1942) y La peste (1947), desarrolló un humanismo fundado en la conciencia del absurdo de la condición humana. En 1957, a la edad de 44 años, se le concedió el Premio Nobel de Literatura por el conjunto de una obra que pone de relieve los problemas que se plantean en la conciencia de los hombres de hoy.
Desde aquí recordamos algunas de las citas de Albert Camus, un intelectual que hablaba alto y claro pero que calló demasiado pronto.
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“La única manera de lidiar con este mundo sin libertad es volverte tan absolutamente libre que tu mera existencia sea un acto de rebelión”
“Llega siempre un tiempo en que hay que elegir entre la contemplación y la acción”
“Ellos mandan hoy… ¡porque tú obedeces!”
“Cada vez que un hombre en el mundo es encadenado, nosotros estamos encadenados a él. La libertad debe ser para todos o para nadie”
“Todas las desgracias de los hombres provienen de no hablar claro”
“El gran Cartago lideró tres guerras: después de la primera seguía teniendo poder; después de la segunda seguía siendo habitable; después de la tercera ya no se encuentra en el mapa”
“He comprendido que hay dos verdades, una de las cuales jamás debe ser dicha”
“En estos momentos están poniendo bombas en los tranvías de Argel. Mi madre puede estar en uno de esos tranvías. Si la justicia es eso, prefiero a mi madre”
“Fue en España donde mi generación aprendió que uno puede tener razón y ser derrotado, que la fuerza puede destruir el alma, y que a veces el coraje no obtiene recompensa”
“Puede que lo que hacemos no traiga siempre la felicidad, pero si no hacemos nada, no habrá felicidad”
“El acto más importante que realizamos cada día es tomar la decisión de no suicidarnos”
Se han acabado los periodos de silencio, quien va andando no produce pensamientos caminados, va consumiendo algo que sale de su mp3 y le entra por los oídos, el que viaja en metro aprovecha el trayecto para hablar por teléfono o para responder un e-mail, y cualquier momento libre se rellena con la información ilimitada que produce la pantalla del teléfono o de la tableta. Nadie tiene paciencia ya para sentarse a oír un álbum de música completo, hay tiempo para oír una sola canción, que se vende en iTunes por separado; el disco entero nos roba el tiempo que podríamos aprovechar consumiendo otra cosa.
Lo mismo pasa con el cine, comprometerse durante dos horas eternas con una película parece excesivo, si se tienen las series de televisión que vienen dosificadas en cómodas cápsulas de 45 minutos, cápsulas asépticas como las de la máquina de Nespresso, que nos ahorran el tiempo que nos tomaría el lidiar con la cafetera manual, y el esfuerzo de enfrentarnos con la monserga del café molido. Y con los periódicos empieza a suceder lo mismo, ya no se lee el periódico, se leen dos o tres noticias extirpadas del corpus, troceadas en links, y para los libros cada vez hay más plataformas que ofrecen textos breves, que puedan leerse en la pantalla del teléfono en un trayecto de autobús. Todo el tiempo que se ahorra en no oír discos completos, ni ver películas largas, ni leer libros gruesos, ¿en qué se aplica?: en consumir más fragmentos: una partida de Angry Birds, una noticia extirpada del periódico, un paseo por el timeline de Twitter, etcétera.
Este nuevo mundo vertiginoso, este ir y venir permanentemente de un fragmento a otro, es el único que conocen los niños contemporáneos, que viven en tránsito del iPad a la Playstation y cuando logran escapar de ese bucle, sus padres, convencidos de que la hiperactividad del siglo XXI es una cosa positiva, y aterrorizados ante la posibilidad de que su hijo se aburra, lo llevan a un cursillo de karate, de tenis, a clases de natación, de inglés o chino, a cualquier actividad que impida que el niño esté sin hacer nada.
La hiperactividad de nuestro siglo es tan potente que ya el significado de la palabra ocio, que quería decir estar sin hacer nada, hoy significa tirarse en canoa por los rápidos de un río, ir a África de safari fotográfico, recorrer 10 kilómetros con la técnica del senderismo o ver, de una sentada, una temporada completa de Breaking Bad. Frente a este panorama de vértigo, ¿en dónde queda Montaigne, ese señor sentado en una silla, sin hacer nada más que reflexionar?
Tanta hiperactividad debería ser contrapesada con periodos de inactividad, de silencio, de concentración en una sola idea; porque de esos periodos de calma, de aburrimiento incluso, salen las grandes obras, detrás de cada poema, de cada sinfonía o novela, de cada lienzo, hay una persona que ha pasado largos periodos sin hacer nada. Lo mínimo que va a quedarnos de esta era proclive a los fragmentos, llena de niños sobre estimulados, que no tienen espacios para la reflexión y el silencio, es un mundo sin artistas.
Leí esta novela prestada hace muchos años y debo decir que me gustó mucho. Sobre todo la descripción del protagonista de la novela. Sin duda, el laberinto. Una ciudad abandonada hace eones, que se autoprotege con infinidad de trampas que convierten su exploración en un suicida ejercicio.
Un laberinto que te atrae y te mata. Un laberinto donde las pruebas a las que te deberás someter, conformarán tu destino mas incierto. Un camino repleto de los cadaveres de los que te precedieron en la busqueda de los secretos de la ciudad.
¿Que llevaría a alguien a un lugar asi? La metáfora se encierra en una trama que nos describe la soledad del alma del ser humano que ha tocado el cielo como Icaro y que ha caido a los infiernos de la desesperación. ¿Acaso no todos estamos en un laberinto rodeados de trampas que debemos sortear, atrapados por una realidad que nos moldea implacable?.
De nuevo he vuelto a releer esta novela, y me sigue pareciendo sobérbia. Ahora me ha parecido mas corta que la vez anterior. Pero esto ya me ha pasado con otros libros. Creo que todo ocurre mas rapido a mi edad. El tiempo se comprime y lo que en la juventud eran inmensidades de duración, ahora adolece de una sutil aceleración temporal.
Os recomiendo la novela, sin duda. Vereis que se parece a las obras clasicas de aquellos años, donde estas historias se publicaban por entregas en las revistas que dieron fama al genero de la ciencia ficción. Ahora supongo que solo la podreis encontrar en papel, en alguna libreria de viejo, en algun mercadillo o en algun lugar así.
Aunque, a poco que busqueis alternativamente, la hayareis sin ninguna complicación. Por muchos, entre los que me encuentro, es considerada un clasico imprescindible, de la mejor ciencia ficción de todos los tiempos.
Jaja, la vimos de estreno en Bilbao, en la primera sesión, despues de zamparnos un buen chuletón. Nada mejor para pasar la tarde que conociendo a los estimados frikies de Bilbao. El que teníamos detrás, repetia palabras inconexas, en los puntos algidos de la proyección, para darle mas énfasis zombie a la cuestión. Casi estoy por pensar que estaba en plena mutación.
Pues vamos, a ver, si os gustan las peliculas de Zombies, debeis ir a verla porque es una gran pelicula de Hollywood, llena de acción y aventura. Si os gusta Brad Pitt, no os la debeis perder. Sale en todos los planos, en todos los fregados, es el protagonista absoluto y sus rizos se desparraman por todo el film.
Ahora bien, si os leisteis el libro, sabed que salvo algún detalle del recorrido del protagonista, la trama no tiene nada que ver con el relato periodistico que os hizo vibrar. No hay nada de aquel documento que nos describía los avatares de la Guerra mundial contra los Zombies y en absoluto se parece a lo que vereis en el cine.
Supongo que la trama hubiese sido imposible de reflejar en un solo film. Tal vez deberían de haber hecho una trilogia, como las de Peter Jackson y el Señor de los anillos, pero claro, los zombies no son tan fotogenicos como los Orcos ¿o tal vez si? Creo que ha sido una oportunidad perdida.
Del final no vamos a hablar. ¿Es un final abierto? ¿para hacer una continuación? ¿O es un final cerrado que se carga cualquier posibilidad de secuela? No nos ha gustado el giro que lleva a la finalización del film, cuando lo que nos emocionó del libro fueron esas batallas contra los zombies, esos holocaustos de muerte y desesperación que solo se atisban en la pelicula.
Mi recomendación es que la veais, y a continuación os leais el libro para flipar de verdad con la terrorífica historia real de la Guerra Mundial Z de su autor, Max Brooks. Y sobre todo, lo que hubiese estado bien, lo que habria dado un plus a la pelicula, hubiese sido que los Zombies se comieran a alguien de la familia perfecta de Brad, principalmente a la mujer o tal vez a una de las hijas. Esa familia al gusto del inmaculado stablishment blanco americano, que parece rescatada de aquella mítica serie de la casa de la pradera, chirría por todos los lados.
Interesante articulo. Si quereis saber mas, miraros esta entrevista. Esta forma de pensar todavía no ha llegado a las grandes empresas, todavía atrapadas en el brain storming y en el trabajo en equipos. Ya va siendo hora que se tenga en cuenta a los introvertidos.
“A los introvertidos siempre se les pide que cambien, que no piensen tanto y más bien actúen, que hablen duro, que salgan más a fiestas, pues su forma de ser resulta un obstáculo para triunfar en la vida. Pero según un nuevo libro titulado Quiet (Callado), escrito por Susan Cain, ese podría ser un gran error. En su texto, Cain, una abogada introvertida que se dedicó a este tema, defiende ese temperamento con argumentos científicos. Dice que, pese a que la sociedad premia a los individuos que hablan primero, con voz recia, y cautivan a los demás con su carisma, sin los retraídos el mundo habría perdido las grandes ideas de, por ejemplo, Albert Einstein, Bill Gates, Marcel Proust, Charles Darwin y J.K Rowling, entre muchos otros.
“Los introvertidos son a los extrovertidos lo que las mujeres eran a los hombres en los años cincuenta: ciudadanos de segunda clase, aunque con mucho talento”, dice Cain. Para la autora, esa actitud nace de la ignorancia. Muchos los ven equivocadamente como antisociales que odian a sus semejantes. Lo hacen porque las personas calladas e introspectivas prefieren los ambientes poco estimulantes, no solo en términos de gente sino también de luminosidad, ruido y acción. Pero no son necesariamente tímidas, pues lo que ellas temen es ser desaprobadas. De esta forma, se puede ser introvertido pero no tímido, como Bill Gates, quien a pesar de ser callado y retraído, no tiene problema en hablar frente a un auditorio repleto de personas. ??
Las investigaciones señalan que ser introvertido está en los genes y hace parte del temperamento, los rasgos de la personalidad detectables desde la primera infancia. En uno de los estudios consultados por Cain, los investigadores observaron 500 bebés de cuatro meses de edad. Para el experimento los niños fueron expuestos al sonido de voces, a móviles de colores y a olores fuertes. El profesor Jerome Kagan, director del trabajo, notó que el 20 por ciento movían las manos y piernas ante los estímulos, y por ello los llamó ‘altamente reactivos’. En seguimientos a los dos, cuatro, siete y 11 años, Kagan observó que esos mismos niños se fueron convirtiendo en individuos serios y reposados, a diferencia de los demás, que con el tiempo fueron necesitando de mucho más estímulo para dar lo mejor de sí. ??
Lo interesante de este trabajo fue ver que la alta sensibilidad de estos niños nada tiene que ver con la gente sino con el ambiente que los rodea y con sus preferencias por ciertos niveles de estimulación. Por esa forma de ser, Kagan dice que los introvertidos tienen una capacidad mayor de observar a la gente y las cosas, piensan mucho antes de actuar y son complejos emocionalmente, todo lo cual es subvalorado hoy en día.??
Y lo es porque la sociedad actual, según la autora, está fascinada con el ideal de extroversión que se empezó a gestar en 1920, cuando aparecieron las grandes empresas. Antes se le rendía culto al carácter, donde lo importante era ser disciplinado y honrado tanto en privado como en público. Pero el culto a la personalidad, que valora más cómo otros perciben al individuo, dio paso al ideal de extroversión que ensalza a los habladores, divertidos, fiesteros, carismáticos, y cataloga como enfermos o problemáticos a los introspectivos. Como sociedad, dice Cain, se prefiere la acción a la contemplación, el riesgo a la prudencia, la certeza a la duda. De hecho, quienes hablan rápidamente son catalogados como más competentes e inteligentes que los lentos.??
Hoy, señala la autora, los colegios y las compañías están hechas para extrovertidos, quienes se sienten cómodos siendo el centro de atención, y poco se tiene en cuenta la necesidad de los introvertidos de estar a solas y permanecer callados. En el aula de clase, por ejemplo, desde muy pequeños se fomenta en los niños el trabajo en grupo, pues se cree que se aprende mejor así. Cain escribe que se ha llegado a tal extremo que en un colegio leyó un cartel con la nota: “no se le puede pedir ayuda al profesor a menos que todo el grupo tenga la misma pregunta”.?? En su recorrido por el Harvard Business School, una de las escuelas de negocios más prestigiosas que forma líderes mundiales, Cain encontró que allí no solo prefieren aceptar a los extrovertidos sino que promueven este estilo de personalidad a través del trabajo en grupo, de su capacidad de oratoria y sus habilidades sociales. Y en la iglesia evangelista de Saddleback, en California, se asombró al ver que a los pastores se les exige ahora más tiempo en actividades gregarias que en las contemplativas. ??
Las compañías promueven más a los extrovertidos a cargos de liderazgo, aunque recientes estudios hechos por Adam Grant, del Wharton School de la Universidad de Pensilvania, han revelado que los introvertidos muchas veces generan mejores resultados y son más exitosos al dirigir, pues tienden a escuchar las ideas en lugar de tratar de poner su sello propio. Esto se debe a que están motivados por la ilusión de ver cumplida una meta en el largo plazo y menos por su ego.??
Cain observó además que las oficinas están diseñadas al estilo ‘plan abierto’, sin paredes y con poca privacidad, lo que ha demostrado ser un impedimento para la creatividad. Aunque se cree que la productividad viene del grupo, la verdad es que la soledad y la posibilidad de enfocarse son necesarias para generar nuevas ideas. De hecho, el concepto de brainstorming, o‘lluvia de ideas’, aún muy popular en las empresas, está mandado a recoger pues se ha confirmado que es la peor manera de propiciar nuevos conceptos. Esto sucede porque cuando la gente trabaja así tiende a callar lo que piensa y prefiere alinearse con la primera idea que se expone, que no necesariamente es la mejor. ??
Steve Wozniak, cofundador de Apple, le reveló a Cain que“los inventores que he conocido son como yo, tímidos que viven en sus cabezas. Son como artistas. De hecho, los mejores de ellos lo son. Y los artistas piensan mejor solos… no en comités, ni en grupo”. ??Esa cultura imperante ha llevado a que los introvertidos crean que hay algo malo en ellos y traten de cambiar, lo que lleva a perder mucho talento y energía, pues ellos mismos no saben cómo pasar el tiempo. “Terminan yendo a fiestas cuando en realidad preferirían estar en casa leyendo, estudiando, meditando, pensando, inventando”, dice la autora. La gran mayoría desarrolla personalidades extrovertidas para lograr las metas anheladas, pero todos ellos saben que en algún momento del día se tienen que quitar la máscara. Muchos toman un tiempo a solas o se desquitan el fin de semana cuando se sumergen en una buena lectura.??
Cain asegura que su libro no critica a los extrovertidos, sino defiende los dos estilos de ver el mundo pues, según teorías de la evolución, la naturaleza los creó para tener estrategias diferentes para asegurar la supervivencia de la especie. Una consiste en mirar antes de actuar y la otra en hacerlo impulsivamente. Ambas funcionan en diferentes contextos y, como le dijo un biólogo a Cain, no hay uno mejor que otro. Lo que sí critica es el ideal extrovertido como norma, porque nunca ha sido bueno organizar una sociedad que le quita su esencia y energía a la mitad de la población. “Eso ya lo descubrimos con la discriminación de las mujeres hace muchas décadas y es hora de darse cuenta de esto con los introvertidos”.
Si en los ultimos años habeis leido El Descenso, de Jeff Long, una magnífica novela de terror publicada en 1999, sabed que tiene una secuela Deeper, aun no lanzada en castellano.
Desde este humilde blog, dedicado a varias temáticas a cual mas subyugante, lanzamos la pregunta a nuestros editores hispanos. ¿Para cuando esperan lanzar esa novela en el mercado español?
Todos los fans, que somos muchos, de las andanzas por el submundo infernal que alucinamos con la fuerza y la tensión del Descenso, esperamos ávidos su continuación. Deeper se publico en 2007. Hace ya seis años (capitan obvious). Opino que va siendo hora de que nos premien con algo que queremos comprar, leer y disfrutar.
Triste sería, que algun traductor amateur(que los hay) la tradujera con fines educacionales y la colgara en internet como un pdf más y ustedes y el autor no cobraran los beneficios de su merecido trabajo. Por favor, hagan un pensamiento al respecto y publíquenla lo antes posible.
Si jamás habeis oido hablar del Descenso, os la recomiendo encarecidamente. No os defraudará en absoluto. Más aun, no podreis dejar de leerla desde el primer capítulo hasta el final, y os asegurará horas y horas de una profunda inmersión en esta absorvente historia de terror.
Cuando leí por primera vez esta novela en los años 80 me gustó y ahora que estoy leyendo la saga completa, pues no deja de entusiasmarme. Pórtico es un universo donde se entremezclan los retos y miserias humanas que nos acompañan en nuestras vidas desde la perspectiva de un explorador espacial, enfrentado al terror de lo desconocido, sus oscuras motivaciones y los vanos intentos por superar los traumas que conforman su existencia.
Temas como el psicoanalisis, la inteligencia artificial, la exploración espacial, la futura historia de la humanidad enfrentados contra tecnologías extraterrestres que nos muestran una saga de descubrimiento y revelación de la mejor ciencia ficción de todos los tiempos.
Voy por el tercer volumen de los cuatro que completan esta gran obra y sin duda es algo que os puedo recomendar porque os encantará. Haceros con el primer volumen y no dejeis de adentraros en el pozo de desesperación del protagonista Robinette Broadhead enfrentado a los terrores, duelos y culpas que nos acechan en el espacio exterior.
Ya cansados de invernalia y de sus soeces intrigas palaciegas, esta historia del fúturo cercano que nos aguarda os pondrá las pilas en este verano donde nunca antes como ahora, se impone un reset total.
«Había que tomar una decisión cuidadosa para no equivocarse de nuevo. Solía ser el segundo error, que se cometía por intentar paliar con premura el primero, el que acababa con el paciente».
«Los fallos de un rico los cubre el dinero, pero los de un cirujano los cubre la tierra».
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Del libro: Hijos del ancho mundo
Autor: Abraham Verghese
Comentario: Una novela muy recomendable, habla de África, EEUU, niños que se hacen hombres, medicos, amor, amistad, familia, hermanos. Muy bien escrita y con múltiples tesoros en sus páginas, una historia de las que duele que terminen.
No hay ningun escritor ingles de humor mejor que Tom Sharpe. Bueno, tal vez si. Leer a Tom Sharpe es como retomar las historias de Guillermo, de Richmal Crompton. En realidad se parecen mucho pero Tom habla de sus alumnos de la escuela Politecnica donde da clases de literatura a Carniceros, Yeseros, Carpinteros… Me resultan tan cercanos… ¿ Como vas a evitar partirte el culo de reir ?
—¿Sí? El inspector Flint desconectó la grabadora y miró a Wilt.—¿Sí qué? —dijo Wilt.—¿Es ella? ¿Es la señora Wilt? Wilt asintió.—Me temo que sí —dijo.—¿Qué quiere decir con eso de que teme que sí? Esa condenada mujer está viva. Debería estar usted contento. Y en vez de eso, todo lo que dice es que teme que…Wilt suspiró.—Pensaba sólo en el abismo que separa a la persona tal como la recordamos e imaginamos y la realidad de lo que es. Empezaba a tener recuerdos agradables de ella y ahora…—¿Ha estado usted alguna vez en Waterswick? Wilt movió la cabeza.—Jamás.—¿Conoce al vicario de ese lugar?—Ni siquiera sabía que hubiera allí un vicario.—¿Y no tiene idea de cómo pudo llegar allí su esposa?
—Ya la ha oído usted —dijo Wilt—. Dijo que había estado en un barco.—Y usted no conoce a nadie que tenga un barco, ¿verdad?—La gente de mi círculo de amistades no tiene barcos, inspector. Quizá tengan uno los Príngsheim. El inspector Flint consideró la posibilidad y la rechazó. Habían comprobado en los registros y los Pringsheim no tenían ninguna embarcación; y tampoco habían alquilado una. Por otra parte, la posibilidad de que hubiera sido víctima de algún fraude gigantesco, un plan complicado y premeditado para presentarle como un imbécil, empezaba a adquirir forma en su mente. Instigado por aquel Wilt infernal, había ordenado exhumar una muñeca hinchable y había sido fotografiado contemplándola lívido en el instante mismo en que cambiaba de sexo. Había ordenado una requisa de pasteles de cerdo sin precedentes en la historia del país. No le sorprendería nada que los dueños de la fábrica iniciaran un proceso exigiendo una indemnización por los perjuicios que les había causado todo aquel asunto. Y, por último, había retenido a un hombre, al parecer inocente, para interrogarle durante una semana y le considerarían, sin duda, responsable de los retrasos y de los costes adicionales de la construcción del nuevo edificio administrativo de la Escuela. Habría, muy probablemente,otras consecuencias estremecedoras a tener en cuenta, pero bastaba ya con eso.Y no podía echarle a nadie la culpa. El único culpable era él. O Wilt. Le miró venenosamente. Wilt sonrió.—Ya sé lo que está pensando —dijo.—No —dijo el inspector—. No tiene usted ni idea.—Que todos somos fruto de las circunstancias, que las cosas nunca son lo que parecen, que hay más de lo que…—Eso ya lo veremos —dijo el inspector. Wilt se levantó.—No creo que me quiera usted para nada más —dijo—. Así que me voy a casa.—No hará tal cosa. Usted vendrá con nosotros a recoger a la señora Wilt.
Salieron al patio y subieron a un coche policial. Mientras cruzaban las zonas residenciales, pasaban ante las gasolineras y las fábricas y cruzaban luego los pantanos, Wilt iba hundiéndose en el asiento trasero del coche con la sensación de que aquella libertad de que había disfrutado en la comisaría de policía se esfumaba. Y, a medida que recorrían los kilómetros, iba reduciéndose más, y se reafirmaba la áspera realidad de la elección, de tener que ganarse la vida, del aburrimiento y de las interminables discusiones mezquinas con Eva, de las partidas de bridge de los sábados por la noche con los Mottram y los paseos en coche los domingos con Eva. A su lado el inspector Flint, sepultado en un hosco silencio, perdía su atractivo simbólico. No era ya el mentor de la seguridad de Wilt en sí mismo, el contrapeso de su incongruencia; se había convertido en un camarada de sufrimiento en el trajín constante de la vida, casi en una imagen especular de la propia nulidad de Wilt. Y delante, después de aquel paisaje liso y lúgubre con la tierra sombría y los cielos nublados, estaba Eva y una vida entera de intentos de explicaciones y contraacusaciones. Wilt consideró un momento la idea de gritar “Pare, pare el coche. Quiero bajarme”, pero el momento pasó. Fuese lo que fuese lo que el futuro le deparara, aprendería a afrontarlo. No había descubierto el carácter paradójico de la libertad sólo para sucumbir de nuevo a la servidumbre de Avenida Parkview, a la Escuela y a los entusiasmos triviales de Eva. Era Wilt, el hombre de la mente de saltamontes.