Las bombillas de bajo consumo se están imponiendo poco a poco en nuestros hogares, suponen un paso adelante en la sostenibilidad medioambiental, consumen menos energía que las incandescentes o tradicionales, el uso de una bombilla de bajo consumo, en lugar de una tradicional, supone una emisión de 20 kilos menos de CO2 a la atmósfera.
Pero no todo son ventajas, como exponen algunas organizaciones medioambientales. El principal inconveniente radica en que las bombillas de bajo consumo contienen entre 5 y 8 miligramos de mercurio en su interior; aunque se trata de una cantidad muy pequeña, hay que tener este factor muy en cuenta a la hora de deshacernos de estas bombillas, tal como ocurría con los termómetros de mercurio, ya prácticamente en desuso, y cuya venta y dispensación esta prohibida desde abril de 2009.
No se deben tirar estas bombillas a la basura, sino que deberás acudir a los puntos limpios de tu ciudad o llevarla, una vez usada, al centro en el que la compraste. Es necesario su reciclaje, al igual que con otros productos altamente contaminantes, como las pilas y las baterías de teléfonos móviles.
Cuidados en caso de rotura
En caso de que la bombilla se rompa en tu hogar, tienes que tomar precauciones para no tocar, ingerir ni inhalar el vapor de mercurio. Para ello, debes: evacuar la habitación y airearla durante al menos 15 minutos; no usar la aspiradora para recoger los restos de la bombilla rota, ya que pueden contener mercurio y debemos usar guantes de goma para recogerlos.
Haciendo caso a estas indicaciones, evitarás cualquier caso de intoxicación por mercurio gaseoso. En cualquier caso, la cantidad de mercurio que contiene una bombilla de bajo consumo es mil veces menor a la que tiene un termómetro, por lo que el riesgo de padecer una intoxicación es mucho menor.
El mercurio puede ser inhalado y absorbido a través de la piel y las mucosas. El sistema nervioso es muy sensible a muchas de las formas de mercurio. Los efectos sobre el funcionamiento del cerebro pueden ser: irritabilidad, timidez, temblores, cambios en los problemas de visión o audición, y en la memoria.
El epidemiólogo Ernesto Ruiz-Tiben, de 74 años, está a punto de culminar la campaña de erradicación del horroroso gusano de Guinea, a la que ha dedicado las últimas tres décadas de su vida.
Es un animal de un metro de longitud, que debió de acompañar a las legiones romanas, a los constructores de las pirámides de los faraones y al resto de grandes civilizaciones de la Antigüedad. Hasta el siglo XX, el animal extendía sus dominios por medio mundo, pero ahora está acorralado en un puñado de rincones de África. Y el puertorriqueño Ernesto Ruiz-Tiben lleva 30 años empeñado en hacerlo desaparecer por completo de la faz de la Tierra. “Nuestro objetivo es llevarlo a la extinción”, resume este epidemiólogo, nacido en 1939 en Ponce, en la orilla del mar Caribe. Será, si tiene éxito, el primer animal extinguido a propósito por el ser humano.
El animal es el gusano de Guinea. La primera vez que Ruiz-Tiben lo vio cara a cara fue en 1986 en Bannu, una aldea paquistaní al pie de las montañas de Waziristán por la que hoy se pasean los terroristas de Al Qaeda. El bicho acababa de agujerear la pierna de un joven desde dentro y asomaba la cabeza por el boquete, como un espagueti con vida. Por entonces, había 3,5 millones de personas, repartidas por 20 países de África y Asia, con el gusano de Guinea pululando por sus tripas y asomando por sus piernas o sus genitales.
La historia se repetía una y otra vez: una persona de una región llena de miseria bebía agua estancada de un charco, ingiriendo unas diminutas pulgas de agua que hacen de taxi para las microscópicas larvas del gusano. En unos días, las larvas habían cruzado la pared del intestino humano para convertirse en gusanos adultos. Sin que la víctima lo supiera, los gusanos machos y hembras empezaban a copular en su abdomen o cerca de sus pulmones.
Los machos morían tras el acto sexual, pero las hembras seguían creciendo dentro de la persona. Cuando alcanzaban el metro de longitud, avanzaban bajo la piel del enfermo retorcido por el dolor, hasta que salían al exterior a través de un agujero ardiente, normalmente de cintura para abajo. Lo que en el mundo desarrollado sólo se veía en la película Alien era el día a día en las aldeas remotas de África. Hasta 40 gusanas de un metro han llegado a brotar al alimón de una misma persona. Y si la víctima acudía a un lago para refrescar la herida abrasadora, las gusanas aprovechaban para descargar cientos de miles de sus larvas microscópicas al agua, comenzando de nuevo el ciclo. El gusano es incapaz de vivir sin los humanos.
“Esta es la clásica enfermedad olvidada de la gente olvidada. Que exista es un anacronismo, un reflejo de la pobreza”, lamenta Ruiz-Tiben, director del Programa de Erradicación del Gusano de Guinea en el Centro Carter, la organización sin ánimo de lucro fundada en 1982 por el expresidente de EEUU Jimmy Carter. El gusano no suele ser letal, pero genera más pobreza allí donde ya hay miseria a raudales, al impedir a los niños ir a la escuela y a los adultos cultivar el campo o criar el ganado. Además, los orificios de salida del gusano de Guinea se suelen infectar, formando dolorosas úlceras que pueden acabar en la muerte en estas regiones remotas, donde los médicos y los hospitales son sólo palabras.
Hoy en día, sin embargo, la enfermedad provocada por el gusano de Guinea, la dracunculosis, ya no existe en Egipto ni en la mayor parte de los territorios antaño trufados de gusanos. En 1986, el Centro Carter se unió a la Organización Mundial de la Salud y a UNICEF para erradicar el parásito y desde entonces ha liderado la campaña de exterminio. De los 3,5 millones de casos de 1986 se ha pasado a tan sólo 542 en todo el mundo en 2012. Es una reducción del 99,999%, que hace sonreír a Ruiz-Tiben, director de la campaña desde 1998 pero implicado en ella desde 1981. “Será la primera enfermedad parasitaria que se erradique, y sin vacunas ni medicamentos”, anuncia.
Como suele ocurrir con las enfermedades de los más pobres, ninguna compañía farmacéutica intentó en serio desarrollar un tratamiento contra el gusano, así que el epidemiólogo y su equipo se han tenido que apañar durante 30 años con campañas de educación, para que los habitantes de las aldeas afectadas no beban directamente de aguas estancadas. Además, se han repartido unos diez millones de filtros de nailon para poder beber agua contaminada sin riesgo. Gracias a esta estrategia, los dominios del gusano se han reducido básicamente a un último reducto, en el país más joven del mundo, Sudán del Sur, donde en 2012 se registraron 521 casos. El resto aparecieron en Chad (10), Mali (7) y Etiopía (4). El gusano está dando sus últimos coletazos. La OMS calcula que en 2015 el parásito habrá desaparecido para siempre del planeta.
Sin embargo, Ruiz-Tiben, tras tres décadas de batalla y tan cerca de la victoria, ve ahora cómo la línea de meta se aleja. En Mali, la guerra entre Francia y los grupos vinculados a Al Qaeda ha obligado a detener el programa de erradicación. El gusano, cuando estaba a punto de claudicar, podría renacer en la tierra de Tombuctú. “Hasta que no termine el conflicto, no podremos saber si se ha intensificado la enfermedad ni cuántos brotes habrán surgido”, explica Ruiz-Tiben. Ya ocurrió en Chad en 2010, cuando se registró un brote de 10 casos de dracunculosis después de una década sin ver al parásito en el país. Así que el epidemiólogo no vende la piel del gusano antes de cazarlo.
El médico Donald Hopkins, una leyenda de la erradicación de enfermedades, es el jefe de Ruiz-Tiben en el Centro Carter. Dirige todos los programas de salud de la organización y encabezó, en la década de 1970, la campaña para erradicar la viruela en Sierra Leona. Sabe que están a punto de exterminar a una especie animal a propósito, por primera vez en la historia. “No me da ninguna pena. Es un animal terrible, que impide a los niños ir a la escuela y a los jóvenes dedicarse a la agricultura”, explica. “El aspecto del gusano de Guinea es horrible, pero es peor todavía cuando ves el dolor que causa en las aldeas”, subraya.
Hopkins lleva más de 30 años combatiendo el gusano codo con codo con Ruiz-Tiben. Se conocieron en 1981, cuando ambos trabajaban en los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EEUU. Y ambos flanquearon al expresidente de EUU Jimmy Carter el pasado 17 de enero, cuando comparecieron para anunciar que el parásito se encontraba acorralado y que todo estaba listo para erradicar la segunda enfermedad humana de la historia, tras el exterminio del virus de la viruela en 1977.
Pero no se confían. Hopkins y Ruiz-Tiben recuerdan su viaje en 2007 a un poblado de Ghana, en el que la corrupción de las autoridades locales había permitido que las fuentes de agua fueran contaminadas por el gusano de Guinea. “Era terrible, teníamos a 200 personas infectadas delante de nosotros, en su mayoría niños”, recuerda Hopkins. Era un coro de niños llorando, con los gusanos asomando por sus piernas. “Allí supe que teníamos que continuar”, recuerda Ruiz-Tiben. “Y seguiremos hasta que acabemos con el último gusano”.
La mayoría de los mayores de 50 años presenta algún fallo de memoria que inevitablemente les lleva a pensar en el fantasma del Alzheimer, sin embargo esto es un síntoma propio de la edad y no de una enfermedad.
Es frecuente no poder recordar el nombre de un individuo, entrar en una habitación sin saber qué se iba a buscar, olvidar el título de una película, dónde se dejaron las gafas o las llaves.
Muchas personas se preocupan (a veces en exceso) por estos olvidos. De aquí una afirmación importante: “Quien es consciente de padecer estos olvidos es quien no tiene problemas serios de memoria” pues quien padece una enfermedad de la memoria no tiene consciencia de lo que le pasa, esto se llama Anosognosia, una palabra médica que significa no darse cuenta de lo que le ocurre.
La Anosognosia (del griego: a, prefijo privativo + nosos, enfermedad + gnosis, conocimiento: «desconocimiento de la enfermedad») es la situación patológica referida a los pacientes con problemas neurológicos (cognitivos) que no tienen percepción de sus déficits funcionales neurológicos.
La Anosognosia es por tanto una negación de la propia patología neurológica: El paciente no admite que realmente le pasa algo siendo la causa de este déficit un daño orgánico que realmente está impidiéndole dicha percepción.
B. Dubois, profesor de neurología del Chu Pitié Salpêtrière, acuñó una didáctica explicación válida para la mayoría de los casos de personas preocupadas por sus olvidos:
“Cuanto más se quejan los sujetos de su memoria, menos probabilidades tienen de sufrir una enfermedad de la memoria”.
Quédense tranquilos porque no es Alzheimer…son los años.
El accidente de Chernóbil no fue técnicamente una explosión nuclear, sino una explosión del vapor acumulado dentro del núcleo por una sucesión de negligencias y fallos de diseño. Cuando el reactor reventó quedó expuesto al aire y de su interior escapó, se calcula, el 3,5% del material radiactivo. Es decir, que todavía queda dentro casi el 95% del combustible nuclear, lo que da una idea de la magnitud del desastre que estuvo a punto de devastar media Europa. Los isótopos del yodo 131, los que se alojan en la glándula tiroides, el que provocó tantos cánceres, comenzaron a evaporarse a los ocho días del accidente. Dentro de unos cinco años se disiparán los de estroncio 90 y cesio 137, tremendamente contaminantes. Pero el plutonio 239, la principal amenaza que escapó del reactor número cuatro, ese no se irá hasta dentro de 24.000 años.
La gran pregunta es saber qué hay dentro del núcleo que explotó. Qué queda allí. Qué es tan peligroso que ha habido que enterrarlo y sellarlo porque es ingobernable. El director general adjunto de la central atómica de Chernóbil, Valery Seyda, el hombre encargado de desmantelarla, cuenta que después de la explosión, el combustible del reactor se fundió con el metal, el cromo, el cableado, el cemento, el boro, todo lo que allí había y todo lo que se echó encima para taparlo, creando un magma que sigue activo: “Es un nuevo material, es algo nuevo, desde el momento en que se fundió se convirtió en algo diferente. Mutó…”.
A esa masa incandescente, ese corium como le llaman algunos científicos, ese elemento nuevo que sigue ahí dentro del reactor, latente, le llaman la materia de los seis extremos: extremadamente potente, extremadamente caliente, extremadamente densa, extremadamente corrosiva, extremadamente tóxica y extremadamente radiactiva. Valery reconoce que aunque llevan 26 años estudiándolo, midiendo su temperatura, la humedad, la densidad, su concentración de gases, el nivel de rayos gamma y beta, no tienen ni idea de cómo evolucionará. Es como un monstruo incubándose dentro de un enorme sarcófago de cemento construido a marchas forzadas. El sellado del ataúd de hormigón se está resquebrajando, así que se está construyendo uno nuevo, mucho más grande, y que pretende enterrar el magma nuclear durante otros 100 años. “Realmente estamos postergando la decisión de qué se hace con el reactor número cuatro, aplazando la solución hasta que se desarrolle una nueva técnica, una nueva fórmula pata tratar ese magma nuclear, algún tipo de contenedor, no sé, algo”. Y lo dice el director general adjunto de la central nuclear de Chernóbil, el hombre encargado de desmantelar la instalación, el responsable de que eso que sigue ahí dentro siga ahí dentro. Asusta…
El cáncer de mama se presenta casi sin síntomas. En la mayoría de los casos la mujer nota un bulto pequeño o una masa en la mama, pero puede notar también cambios en la forma y volumen de la mama, retracción y eczema del pezón. En ocasiones tiene emisión sanguinolenta por el pezón. También puede sentir el pecho más rígido de lo normal, enrojecido o con ardor.
La prevención es una de las grandes armas contra el cáncer de mama. Cuando el cáncer de mama es detectado a tiempo, hay un 90 por ciento de posibilidad de cura. ¿ Cómo prevenirlo? Pues observando y auto-explorando los pechos. Como se muestra en la fotografía, existe una serie de signos o señales que pueden indicar un cáncer de mama.
George Church, de la Universidad de Harvard y considerado uno de los «padres» de la biología sintética ha puesto de nuevo sobre el tapete la espinosa cuestión de la conveniencia (o no) de volver a traer al mundo al hombre de Neandertal, la «otra» especie humana que desapareció hace 30.000 años, poco después de la llegada de Homo sapiens (nosotros) al continente europeo. Church afirma que en su laboratorio ya dispone de la tecnología necesaria para hacerlo y que, para dar a luz al primer bebé neandertal, será necesaria una mujer «extremadamente valiente».
En una extensa entrevista con el diario alemán Spiegel, Church no solo considera técnicamente posible resucitar a los neandertales, sino que aboga por clonar un buen número de ellos, de forma que les sea facil adquirir una auténtica conciencia de grupo. «Es posible -razona el científico- que puedan incluso llegar a crear una nueva cultura neoneandertal y convertirse en una fuerza política». En su nuevo libro «Regénesis: Cómo la biología sintética reinventará la naturaleza y a nosotros mismos», Church juega con la idea de una «segunda creación» del ser humano, una que, a diferencia de la primera, será protagonizada por el propio hombre.
Durante la entrevista, Church, de 58 años, considera probable que el primer bebé neandertal nazca dentro de poco tiempo, en todo caso en el transcurso de su propia vida. «Eso -asegura- depende de un montón de cosas, pero creo que sí». Por un lado, la tecnología que permite leer y escribir ADN es ahora «cerca de un millón de veces más rápida que hace apenas siete u ocho años». Por otro, también la clonación de mamíferos empieza a ser una realidad y «si podemos clonar cualquier clase de mamífero, es muy probable que también podamos clonar un ser humano. ¿Por qué no deberíamos ser capaces de hacerlo?».
Para Church, una de las ventajas de clonar neandertales es que éstos, seguramente «tendrían una forma de pensar diferente a la nuestra», algo que sería positivo para el futuro de nuestra propia especie. «Sabemos que tenían una capacidad craneal superior a la nuestra -dice Church- y es concebible que su forma de pensar nos resultara beneficiosa».
Para evitar que se sientan diferentes al resto de los humanos, Church aboga por crear no solo uno, sino todo un grupo de neandertales, «lo que les conferiría un sentimiento de identidad. Ellos podrían incluso crear una nueva cultura neoneandertal y convertirse en una fuerza política».
En cuanto a si disponemos ya de la tecnología necesaria para llevar a cabo la clonación, Church opina que sí: «Lo primero que se necesita es secuenciar el genoma del Neandertal, algo que ya ha sido hecho. El siguiente paso sería cortar ese genoma en, digamos, 10.000 trozos y después sintetizar cada uno de ellos. Por último, habría que introducir esos fragmentos en una célula madre humana».
Repitiendo una y otra vez esta operación, se obtendría una línea celular que estaría cada vez más y más cerca a la correspondiente secuencia del Neandertal. «En mi laboratorio -asegura Church- hemos desarrollado un procedimiento semi automático para llevar a cabo esta tarea. Al final, ensamblaremos todos los fragmentos en una célula madre humana, a partir de la que será posible crear un clon de neandertal».
Por último, y una vez creado el embrión, será necesario implantarlo en el útero de una mujer de nuestra especie. Para ello, asegura Church, «se necesita una mujer humana extremadamente valiente». En efecto, además de las consideraciones éticas de llevar a término un embarazo de estas características, está el hecho de que los bebés de los neandertales eran más grandes que los de nuestra propia especie. Por lo que se necesitaría que la voluntaria fuera muy ancha de caderas. Aún así, es más que probable que el parto tuviera que llevarse a cabo por cesárea.
Finalmente, el investigador aventura que, tras el impacto inicial, los bebés neandertales podrían incluso a llegar a ponerse de moda entre los padres de nuestro tiempo. Aunque, afirma «sólo hay una forma de saberlo».
Que se nos encienda el aceite de una sartén o cacerola es algo que puede ocurrir en cualquier cocina, por esta razón debemos saber como reaccionar ante esta situación ya que un error puede tener consecuencias irreparables.
PARA APAGAR EL FUEGO:
1- NUNCA intente mover la cacerola o sartén.
2- Cierre el gas.
3- Moje un paño, escúrralo bien, retirando el exceso de agua, para que no gotee.
4- Coloque el paño sobre la cacerola/sartén y espere hasta que se enfríe y no salga más vapor.
5- NUNCA debemos echar agua sobre el fuego de la sartén, el aceite por si mismo no es inflamable pero cuando se vierte agua sobre el fuego de aceite (que está a más de 350ºC), el agua (cuya temperatura de ebullición es de 100ºC) se evapora de forma súbita pasando de su estado natural líquido a vapor de agua, con lo que cada partícula o gota de agua provocará una vaporización brusca de las partículas de aceite, que serán aún más inflamables al ser como aerosol. El cambio brusco de fase líquida a fase vapor de agua es el que provocara una reacción en forma de gran llamarada que puede extender el fuego por toda la cocina como podemos ver en el vídeo.
Cuando en el año 2005, el Dr. Juan Gabriel Ledezma Acevedo era un estudiante de medicina, concibió una idea que ganó varios premios. Se trata de un dispositivo colector de orina que ofrece una mejor alternativa a los existentes en el mercado. La incontinencia urinaria masculina afecta a casi la mitad de los hombres mayores de 50 años y al 85% de los mayores de 75 años.
Este invento logró el primer lugar del Proyecto Social Innovador de 2009 otorgado por la Vicerrectoría de la Investigación de la Universidad de Costa Rica (UCR). En el 2011, se patentó en el Registro Nacional de la Propiedad como Patente Innovadora de Diseño de Dispositivo Médico.
Como se aprecia en el siguiente dibujo, el invento consiste en un colector de orina fijado por un arnés a la cintura de hombres con incontinencia urinaria. Por su alta ergonomía es cómodo de llevar y se ajusta al cuerpo. Está compuesto por una base con agujero para el pene, la cual es fijada a la región púbica del cuerpo mediante un arnés. Esta base posee un recubrimiento acolchado sobre la superficie que entra en contacto con el pubis del usuario, a fin de amortiguar el contacto y el roce con la piel.
El recubrimiento es más protuberante, en forma de almohadilla redondeada, en la región central inferior de la base, la cual entra en contacto con las bolsas escrotales del usuario. A través del agujero de esta base se afirma una funda gracias a que cuenta con remate. Esta funda flexible de recolección se coloca alrededor del pene y está conectada a una bolsa más grande de acumulación en la cual descarga la orina.
La funda de recolección y la bolsa de acumulación están fabricadas en una sola pieza, pero separadas por con un estrechamiento, a través del cual se conectan. De este modo se permite el paso por gravedad de la orina desde la funda hasta la bolsa, pero se dificulta el flujo en sentido contrario. Cuando la bolsa de acumulación está próxima a llenarse el usuario la puede cambiar o simplemente abrir una pequeña válvula para verter su contenido.
Según explicó el inventor, Dr. Gabriel Ledezma, “actualmente estamos en la fase de comercializar el primer modelo plástico, para lo cual estamos negociando con tres empresas del país. “Todas se mostraron muy interesadas en este dispositivo innovador. Sin embargo las conversaciones se encuentran más avanzadas con Delfiplast de Costa Rica, quienes manifestaron interés en producir un prototipo del dispositivo que permita realizar pruebas en pacientes con incontinencia urinaria”.
Didgeridoo !! Didgeridoo !!, es como el grito que lanzaríamos en la cima de la montaña despues de habernos encontrado a nosotros mismos. Es el palabro que nuestro espiritu guia, nos insuflaría en el subconsciente tras hallar el sentido de nuestra existencia. Es en fín, el dispositivo primigenio que viene a rescatar nuestras pobres vidas occidentales de la desídia y de la cotidianeidad.
Proveniente de las regiones aborígenes del continente Australiano, un legado de 40000 años de antiguedad, desde El Tiempo del Sueño de las razas ancestrales que allí habitan y bendecido por la roca sagrada Urulu nos llega el didgeridoo. Un instrumento tonal para conectar nuestra alma con el cosmos y devenir uno solo con el universo.
Montaña Sagrada Urulu
Se compone basicamente de un tubo de madera, agujereado naturalmente por las termitas, que se comen la parte central del tronco y el cual se hace sonar al hacer vibrar los labios en el interior. El término didgeridoo no es de procedencia aborigen; es el que le dieron los europeos en sus primeras visitas a la isla. En las decenas de dialectos aborígenes se tiene una palabra distinta para designar a este instrumento, como por ejemplo yidaki, ginjungarg, eboro, djalupu, maluk, etc. El didjeridu está estrechamente ligado a la existencia espiritual de los aborígenes.
El yidaki tiene su propio lenguaje, en el que la lengua cumple el papel más relevante a la hora de transformar el aire en sonidos. Juega un papel muy importante en las ceremonias de los hombres. En sus orígenes, el didgeridoo fué creado a partir de troncos de árboles, principalmente eucaliptos, con su interior roído por la acción de las termitas. Al limpiar el tronco en cuestión se obtiene un tubo largo que se hace sonar haciendo vibrar los labios en uno de sus extremos. Esta vibración, al ser amplificada por las paredes del tubo, genera su fantástico sonido. Es posible modular la vibración obtenida, moviendo los labios y la lengua, o sumando a la vibración sonidos surgidos de la garganta.
Un didgeridoo, usualmente, mide entre 6 y 12,5 cm de diámetro, y su longitud puede variar desde aproximadamente 80 centímetros hasta dos metros o más. El largo del instrumento determina la gravedad de su sonido. Algunos presentan un ensanchamiento en su boca inferior, semejante a una trompeta. Muchas veces, la boca superior, por la cual se sopla, presenta una cubierta de cera de abejas para prevenir la irritación de los labios a causa del roce.
Aborigen practicando con el didgeridoo
Una de sus particularidades es que se puede tocar durante un tiempo ilimitado mediante una técnica denominada respiración circular, que consiste en mantener continuamente una cierta presión de aire en la boca, inhalando aire por las fosas nasales. Las connotaciones arcaicas y el sonido característico del didgeridoo lo convierten en un instrumento óptimo para la musicoterapia, tanto para el que toca –que puede utilizarlo como instrumento para guiar sus meditaciones, al tener que observar constantemente el sistema respiratorio–, como para el que escucha, y pueden inducir a estados de relajación profunda.
Un estudio realizado en 2005 en el British Medical Journal demostró que el aprendizaje y la práctica del didgeridoo ayudaban a reducir los ronquidos y la apnea obstructiva del sueño mediante el fortalecimiento de los músculos de la vía aérea superior, lo que reduce su tendencia al colapso durante el sueño. Este fortalecimiento se produce después de que el practicante haya dominado la técnica de la respiración circular.
Ademas de sus aplicaciones en musicoterapia y como cura contra los ronquidos y la apnea del sueño, el didgeridoo se ha convertido en un instrumento étnico en la escena de la música experimental y avant-garde. Bandas de música industrial utiilizan los sonidos de este instrumento en sus actuaciones, vinculando la ecología a la industria, influenciada por la música étnica y la cultura aborigen. También ha sido un instrumento utilizado para la fusión de ritmos tribales con grupos de Black Metal, que utilizan el enfoque espiritual de los pueblos aborígenes.
Cualquier nuevo uso del didgeridoo como herramienta de crecimiento interior está por descubrir. Una llave para el autoconocimiento de poderosos efectos y a nuestro alcance. En cualquier caso, necesito viajar a Australia y hacerme con uno. ¿Os habeis fijado que a miles de kilometros y sin ninguna posibilidad de conexión , el pueblo tibetano, desarrolló sus propios instrumentos de meditación muy similares al didgeridoo en forma de trompetas tibetanas? No puede ser una casualidad…
Ciudadano Aleman de Wuppertal tras seis meses de práctica intensiva con el didgeridoo