La mística belleza y la lejanía de la montaña rocosa de Bugarach en las montañas de Corbières, atrae desde hace unos años a una gran variedad de astrólogos, ufólogos y chamanes varios, los vecinos los llaman los «esotéricos», todos ellos creen que el fin del mundo llegará el 21 de diciembre de 2012.
Varias web’s dedicadas al apocalipsis afirman que la montaña de Bugarach es un lugar sagrado que protegerá a sus seguidores del fin del mundo. Algunos incluso creen que el día del juicio final se los llevará un grupo de alienígenas que vive bajo la montaña. La fecha en cuestión es el día en que un ciclo de 5.125 años del calendario maya llega a su fin.
El pasado diciembre, el alcalde de Bugarach, alertó a las autoridades locales después de leer en unos foros de Internet que los que creían en el apocalipsisi tenían previsto refugiarse allí en 2012.
«Algunas paginas web en EE.UU. estaban vendiendo billetes para venir aquí», asegura Jean-Pierre Delord, el alcalde. «Somos 200 vecinos; no queremos que vengan 2000 o 3000 utopistas a Bugarach».
Muchos, incluido el alcalde, no quieren ver a Bugarach convertido en un refugio seguro para aquellos a los que llama «creyentes del apocalipsis y lunáticos». Señalan el incremento de la presencia de esotéricos que se establecieron en Bugarach en torno al año 2.000 y a los que también les atraen la tranquilidad, el bajo precio de las propiedades inmobiliarias y la historia de la zona.
«Bugarach es como California en la década de los sesenta», señala Didier Gromaire, un trabajador social de Chambéry que pasó tres meses en Bugarach el año pasado. «Aquí las cosas parecen más claras; cuando llegas, sientes que esto es el principio de una nueva vida».
El alcalde Delord quiere averiguar cómo frenar la llegada de nuevos utopistas, especialmente ahora que se acerca el apocalipsis. En un país en que el Gobierno contabiliza al menos 30 movimientos que predican el apocalipsis, la preocupación del alcalde no es infundada. «Si ocurre como en la película de Spielberg – Encuentros en la tercera fase – será necesario llamar al Ejercito».
Fuente: The New York Times