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Hoy he reciclado dos bolsas llenas de libros, mayoritariamente best sellers que no significaban nada. Viejos libros de los cuales no guardaba ningún recuerdo, y otros más que se merecían dejar de ocupar espacio en mi librería. Porque, si no vas a releerlos, ¿Qué sentido tiene guardar tanto libro?.
Aun habiendo eliminado unos 30 o 40, la biblioteca continua inundada en varias filas de volúmenes, sin espacio para otros objetos que requieren atención. Ahora mismo, mis libros electrónicos crecen, pero el papel se come mis estanterías como una plaga de otro tiempo y lugar.
Me quedan clásicos e incunables y ciertas áreas que todavía no he explorado como la ciencia ficción y el terror. Acumulo, series y grandes obras, junto con otros autores que no se si merecen mi atención. Me asalta una voluntad, tal vez insana de eliminar todo lo de un autor. Me llama, eliminar Katherine Neville y también todo Vázquez Figueroa, aunque disfrute Manaos, ya he eliminado Tuareg. Su absurdo final, se lo merecía.
¿Y que me decís de Ken Follet y la nefasta continuación de los Pilares de la Tierra, Un mundo sin fin? ¿Alguien pudo soportar tamaño tostón? Son libros de tapa dura, que me costaron un dinero, que serán probablemente defenestrado sin remisión en la próxima ocasión. Tal vez elimine todo Tom Clancy y todo Clive Cussler. Y también, todo Michael Crichton.
Mientras tanto, atesoro a Boris Vian, Thompson, Kurt Vonegut, Bukowsky, Philip Roth y otros muchos que me merecen un respeto y veneración. El mundo no seria lo mismo sin ellos. Por supuesto, probablemente podríamos expurgar bastante de Anne Rice y quedarnos con lo esencial. También guardar los clásicos de la ciencia ficción, pero todos ellos están digitalizados ya…
Literatura que ya no recordare en poco tiempo, cuando la senectud me aparque en cualquier negra cuneta.